En el conocido caso del llamado “Monstruo de Liberia” hubo una serie de elementos que fueron claves para que las autoridades detuvieran a Gerardo Ríos Mairena como responsable del atroz homicidio de cinco estudiantes universitarios, ocurrido en enero del 2017.
Uno de esos elementos fue el retrato hablado que se confeccionó con el testimonio de la única sobreviviente, una jovencita, de 14 años; pero lo que muy pocos saben es que la muchacha describió con lujo de detalles a ese terrible asesino sin pronunciar ni una sola palabra.
María José Rodríguez, socióloga y quien forma parte de la Unidad de Análisis del Comportamiento Criminal del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), es de las pocas personas que conocían ese llamativo detalle, pues ella trabajó directamente en ese caso que conmocionó a todo el país.
“En el hospital se hizo el retrato, pues la menor estaba internada y evidentemente muy asustada, con todos los traumas e implicaciones que tiene haber sido parte del grupo de víctimas de ese sujeto. La muchacha fue muy carga y valiente, porque en ese momento de trauma recordó cosas muy detalladas”, contó Rodríguez a La Teja.
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Las víctimas mortales de este terrible crimen fueron: Joseph Briones Solís, de 22 años y estudiante de Dirección de Empresas y Administración Aduanera; Stephanie Hernández García, de 23 y estudiante de Educación y Dirección de Empresas; Dayanna Martínez Romero, de 24 y estudiante de Educación y Dirección de Empresas; Ingrid Massiel Méndez, de 24 y estudiante de Psicología (ellos cuatro eran alumnos de la UCR) y Ariel Antonio Vargas Condega, de 24 años y estudiante de Gestión Empresarial de la Universidad Técnica Nacional (UTN).
En cuanto a la única sobreviviente, ella era una prima de Stephanie que tenía muy poco de haber llegado a la casa que alquilaban los jóvenes en barrio La Victoria, en Liberia.
Mañana que nunca olvidarán
Siete años han pasado desde ese terrible crimen que causó conmoción en todo el país, sin embargo, María José sigue recordando la mañana del jueves 19 de enero del 2017 como si hubiera ocurrido ayer.
“En el caso del Monstruo de Liberia es un día que a nosotros jamás se nos va a olvidar, ese día en la mañana llegamos a trabajar con normalidad y la jefatura ya tenía conocimiento de lo que había pasado. En ese momento, don Michael Soto era quien estaba de subdirector y nos comentó que Abelardo Solano, quien era en su momento el jefe de la delegación de Liberia, lo había llamado para contarle lo sucedido”, recordó.
Fue así como Rodríguez y otros funcionarios de la Policía Judicial se enteraron de la dolorosa escena encontrada en el pequeño apartamento en barrio La Victoria, lugar donde Ríos Mairena asesinó a los jóvenes con un cuchillo. Por la gravedad del caso fueron enviados de inmediato a Liberia.
“Había mucho estrés y tensión, porque las personas tenían mucho miedo, debido a que este sujeto que había matado a cinco chicos estaba suelto”.
— María José Rodríguez, socióloga del OIJ.
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“Generalmente, nosotros no trabajamos casos en caliente, como se dice policialmente, pero ese fue tan particular y era completamente diferente a temas de crimen organizado o narcotráfico, entonces era algo que generaba bastante tensión y se necesitaba intervenir desde diferentes medios”, contó Rodríguez.
En ese momento había mucha presión sobre el OIJ, pues Liberia y todo el país estaban aterrorizados por lo sucedido, por lo que todo el personal empezó a trabajar en descubrir quién fue el autor de ese macabro crimen y por qué lo hizo.
“Había una de ellas (víctimas) que estuvo haciendo su práctica profesional en centros penitenciarios, entonces se tenían que hacer consultas y revisiones en esos lugares con las personas que estuvieron a cargo como parte de las líneas de investigación”.
Ni una sola palabra
En medio de la tragedia surgió una luz de esperanza, pues las autoridades revelaron que una jovencita, de 14 años, sobrevivió al ataque tras haberse hecho la muerta, sin embargo, esta había sufrido una grave herida en su garganta. Según contaron los investigadores, esa herida era más profunda que las que presentaban los demás muchachos.
“La sobreviviente era menor de edad en esa época, entonces había que garantizarle muchas cosas, no solo como víctima, sino como menor de edad y, además, de consideraciones por la herida que sufrió”, recordó Rodríguez.
Con la ayuda de la jovencita, las autoridades judiciales esperaban obtener una descripción precisa del sujeto que cometió el homicidio múltiple, sin embargo, se toparon con un enorme obstáculo y era el hecho de que la muchacha no podía pronunciar ni una sola palabra, debido a la herida en su cuello.
Esta situación puso cuesta arriba el trabajo de los técnicos del Archivo Criminal, quienes eran los encargados de hacer el retrato, pero Rodríguez contó que gracias a la mamá de la menor encontraron un nuevo método.
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“Como ella no podía hablar, y se cansaba porque estaba medicada y sedada, la mamá fue la que empezó a comunicarse con ella utilizando sí y no moviendo la mano, porque la menor ni siquiera podía mover la cabeza para responder.
De esa forma y con mucha paciencia, los expertos entrevistaron a la sobreviviente, a la que le hacían preguntas de la forma más detallada posible.
“Entonces ella con el dedo respondía sí o no ante lo que se le preguntaba, imagínese hacer un retrato hablado de esa forma, porque aunque existen programas especializados es bastante complejo y fue un proceso muy cansado.
“También se vio la pericia de los compañeros, de saber qué iban a preguntarle por medio de los programas, que si tenía los ojos y el pelo de una forma u otra, entonces es mucho detalle”.
Cuchillo y arrugas
Moviendo su dedo de arriba abajo y de un lado a otro, la sobreviviente incluso llegó a describir el cuchillo con el cual Ríos Mairena les quitó la vida a sus amigos. Ella reveló que el monstruo agarró ese cuchillo de la cocina dentro del pequeño apartamento.
También les dio un detalle primordial a los investigadores y era el hecho de que el sujeto tenía un tatuaje con letras orientales en su espalda. Ese elemento fue vital para identificar a Ríos Mairena.
“Ella fue muy enfática en el tema del rostro, porque él tenía unas arrugas muy pronunciadas en la frente. También destacó cómo se le veían las manos y que eran como ásperas. Ese detalle era importante para el caso, porque las personas consumidoras de drogas, dependiendo de que consuman, tienen algunas características particulares en sus manos, como la textura o el color”, dijo Rodríguez.
Pocos días después, el OIJ dio a conocer a nivel nacional el retrato “hablado”, el cual hasta el día de hoy es una de las imágenes más recordadas en todo el país.
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“Es triste saber que cosas así han ocurrido en el país, pero uno se siente orgulloso de pertenecer a una institución donde se ve el coraje y el servicio del personal”.
— María José Rodríguez, socióloga del OIJ.
Gran trabajo
Tras una intensa cacería, finalmente el viernes 3 de febrero del 2017, el OIJ logró capturar al llamado Monstruo de Liberia. La noticia sobre su captura trajo mucha paz al país, pues todas las personas se sentían inseguras al saber que el sujeto andaba libre.
El 30 de enero del 2018, tras un juicio de varios días, el Tribunal de Juicio de Liberia condenó a Gerardo Ríos Mairena a 216 años de cárcel como responsable del asesinato de los cinco estudiantes universitarios, así como por una tentativa de homicidio en perjuicio de la única sobreviviente.
Rodríguez explicó que para ella lo más difícil durante la investigación del caso fue entrevistar a las personas cercanas a las víctimas, pues sabía el dolor que estaban sintiendo ante ese terrible hecho que afrontaban.
“Es saber que profesionalmente se les tiene que explicar que necesitamos información y que no se les puede dar nada de momento porque hay un proceso de investigación”.
María José dijo que formar parte de este caso la llena de mucho orgullo, pues el resultado es reflejo de la labor que se realiza en el OIJ, aunque destacó que es un hecho que le sigue doliendo en el alma.
“A nivel personal fue todo un reto, porque fue un caso muy mediático, aunque ya habíamos trabajado en casos que salían en los medios este era algo exagerado, sobre todo por el hecho de que eran muchachos inocentes, no como en algunos crímenes que se ven ahora relacionados con crimen organizado, pero en el caso de estos chicos todos eran estudiantes, superjóvenes y de relaciones sanas”, dijo.