Un tatuaje se convirtió en la última muestra de amor de una joven mamá, llamada María José Fuertes Galarza, hacia su hijo de un año y su propia madre.
El diseño lo llevaba plasmado en la espalda y se lo hizo horas antes de morir en un violento accidente de tránsito. Justamente en esta tragedia hizo otro acto de amor al realizar una maniobra que salvó la vida de su pequeño y en la que ella moriría debido a los fuertes golpes.
La existencia de María José en este mundo fue corta, solo vivió 19 años; sin embargo, durante ese tiempo demostró que le hacía honor a su apellido, porque le gustaba trabajar para tener su propio dinero y además se esforzaba por su hijo, a quien trajo al mundo cuando ella tenía 17 años. Pese a su corta edad, demostró ser una mamá responsable, ya que se esforzaba el doble por su pequeño.
La muchacha velaba por su hijo 24/7, nunca lo dejaba solo ni para hacer un mandado, a donde ella iba, llevaba a su chiquito como una madre amorosa.
El miércoles 14 de mayo del 2014 no fue la excepción, primero visitó a su mamá, doña Rosa Galarza, para darle una plata que le había dicho que le daría
“Lo último que me dijo frente a frente fue: ‘Mami, aquí vengo porque lo prometido es deuda, te traigo esto’, me dio una platita”, recordó doña Rosa.
Luego su hija se fue hacia donde unas amistades y, como siempre, se llevó a su bebé.
“Ella amaba mucho a su chiquito, nunca se lo despegaba, siempre andaba con él, donde ella iba lo llevaba. Ese día se hizo un tatuaje con el nombre del bebé encerrado en un corazón y también dijo que llevaba mi nombre, era el primer tatuaje que se hacía”, recordó la mamá.
Lastimosamente la vida no alcanzó para que María José se lo enseñara a esas dos personas que tanto amaba.
Solo lo vieron el tatuador, que al tiempo les enseñó a los seres queridos el arte que le diseñó, así como una amiga de ella.
“No lo vi, ella solo me lo describió, estaba recién hecho y lo andaba tapado, le dije que me lo enseñara el día siguiente que me iba a visitar, solo me dijo: ‘Me puse el nombre suyo y el del bebé'”, contó.
María José era la única hija mujer de la familia y para sus hermanos era la chineada.
Doña Rosa de cariño le decía a su hija “mona” o “mona lisa”, al verla tan agraciada y porque siempre era simpática con cualquier persona.
Hermanos pasaron por accidente
El accidente en el que murió María José ocurrió cuando ella iba caminando por La Unión de Cahuita, en Talamanca de Limón, sobre la ruta 36, que comunica Limón con Sixaola, en el trayecto no había buena iluminación y tampoco aceras.
Faltaba poco para las 6 p.m. y ella iba empujando el coche de su hijo cuando fue impactada por la espalda por un pick up conducido por un hombre de apellidos Romero Smith, la muchacha no vio el carro, pero milagrosamente logró empujar el coche de su bebé para que este no fuera golpeado por el carro, a la criatura de milagro solo unos rasguños le quedaron, su propia madre o un ángel lo resguardaron.
María José tristemente falleció en el sitio, luego del mortal atropello cayó un fuerte aguacero en la zona.
Los hermanos de María José regresaban de trabajar y viajaban en un carro, pasaron por donde ocurrió el fatal atropello, pero siguieron hacia la casa, jamás imaginaron que se trataba de su pariente.
“Para ese tiempo trabajábamos en una tienda de muebles europeos, estábamos en una bodega que está en playa Negra, que está en sentido hacia Limón, nosotros veníamos en un carro y pasamos por el accidente, pero no sabíamos que se trataba de mi hermana, ella ya estaba en el suelo, nosotros sí vimos el carro, pero nunca nos imaginamos que llegaríamos a la casa y seguidamente un muchacho se acercaría corriendo a decirnos: ‘A su hermana la atropelló un carro’”, expresó Jordan.
Agregó que su hermana estaba muy cerca de llegar a la casa, si acaso a unos 100 metros.
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Niño los llenó de alegría
La ausencia física de ella les sigue doliendo, pero el hijo que dejó se convirtió en la principal fortaleza para la familia.
Este niño actualmente tiene 11 años y es el amor del hogar, está en quinto de la escuela, se llama Rony Gabriel, pero de cariño en Cahuita le conocen como ‘Culucho’. A través de él siguen viendo a María José.
“Mi sobrino es quien le dio las fuerzas a mi mamá, desde que pasó el accidente él quedó con un vínculo como de hermano, de hecho le dice mamá a nuestra mamá, él sabe toda la verdad, cuando ocurrió el accidente él tenía un año y seis meses, no comprendía lo que pasó, pero conforme creció le explicamos.
“Él fue el motor para mi mamá, en este noviembre cumplió sus once años, es un niño saludable, le gusta el deporte, juega fútbol, le gusta ir a la cancha sintética, es alegre y para nosotros es nuestro hermano también”, añadió Jordan.
Lo dejaron todo en manos de Dios
La familia decidió dejar todo en manos de Dios y no extender más el sufrimiento de someterse a un proceso legal, pues consideraban que sería desgastante y además nada les devolvería a su pariente, ellos solo le piden a los conductores siempre manejar con precaución para evitar tanto dolor en los hogares por culpa de los accidentes en carretera.
Ellos conservan como un tesoro todas las fotos de María José, además doña Rosa utiliza un anillo que le gustaba mucho a su hija.
Jordan, comentó que a los meses de la muerte de su hermana soñó con ella y la escuchó hablarle, hecho que le dio paz de saber que ella, dónde quiera que esté, tiene tranquilidad.
“Recuerdo que a mi padrastro le dije, el día antes del accidente, que tuve un presentimiento extraño, no sabía qué era, era una ansiedad horrible, al día siguiente pasó lo que pasó.
“Después del accidente soñé con ella. Yo estaba en la parada de Cahuita y ella pasó en un carro rojo, cuando me pasó cerca me dijo: ‘Todo está bien, no se preocupe’, eso fue lo que me dijo, sentí que había paz para ella, después de ahí no he vuelto a soñar con ella”, recordó Jordan.
También doña Rosa la vio en sueños, pero la vio como cuando era pequeña y corría hacia ella, pero cuando le estiró los brazos y se acercó la vio ya siendo grande, no hubo palabras, solo el recuerdo de verla por última vez.
Rodrigo, otro de los hermanos, decidió llevar en la piel a su única hermana y en el pecho se tatuó el nombre, con un árbol de la vida, con un corazón y una corona.
“Una parte del árbol de la vida lo llevo seco por la muerte de ella y la otra parte viva por el hijo que dejó, a quien vemos como hermano”, manifestó Rodrigo.
María José fue sepultada en Cahuita, su tumba es visitada por dos de sus hermanos, doña Rosa y Jordan prefieren llevarla en el pensamiento, por ejemplo todos sus cumpleaños, los 7 de febrero, la tienen presente.
“Mi hermana era muy alegre, hermosa, así la recordamos”, dijo Rodrigo.
Terminó diciendo que es inevible no imaginarse cómo sería ella si estuviera viva.