Don Héctor Chaves tuvo un sueño: ser bombero. Y lo mantiene vivo desde hace 38 años, cuando llegó a la institución.
La Teja lo buscó para, además de hablar del accidente, preguntarle algunas cosas mucho más personales.
–¿A qué edad entró a Bomberos?
–A los 18 años, antes fui cruzrojista, desde los 13 hasta los 17; en 1982 entré como voluntario en Santo Domingo de Heredia, después fui jefe por 15 años en esa estación. Yo estudié Ingeniería Química en la UCR y Administración de Proyectos, yo no quería trabajar en una empresa porque no me gusta la rutina. Quería estar en los Bomberos y en el 2003 me dieron la oportunidad de ser el jefe de Operaciones y un año después me nombraron director.
–¿Desde güila quería ser bombero?
–Viera que no, casi creo que no tenía ni un carrito de bomberos.
–¿Quién lo “embarcó”?
–Algunos de mis amigos ya eran bomberos a los 18 y me invitaron a un paseo en bici a Puriscal, jugamos mejenga contra los bomberos de allá, nos invitaron a comer a la estación y me gustó mucho el ambiente, entonces cuando regresé me presenté a la estación de Santo Domingo.
Yo vivía a 100 metros de la estación, cuando sonaba la sirena mi casa cimbraba; mientras me mudaba mi mamá abría las puertas para que yo saliera corriendo, a veces me daba tiempo de llegar a la estación o por lo menos a una esquina para subirme a la máquina.
–¿En su casa alguna vez le dijeron que no fuera bombero?
–No, más bien me apoyaron, un hermano mío fue voluntario y ahora mi hijo es voluntario, lo que me hace sentir orgulloso.
–¿Ha pensado en el momento de retirarse?
No, yo no visualizo un tema de mi salida ni el tema de las pensiones, no es algo en lo que pienso, quiero terminar muchos proyectos que Bomberos requiere. Mientras me den la oportunidad, daré mi granito de arena.
–¿Cuál es uno de sus principales desafíos?
–Heredar una cultura de organización fuerte basada en principios y valores, así nuestra institución no perderá el norte como ha pasado en otras.
En infraestructura en julio se estrenarán las estaciones metropolitanas sur y norte, que serán las más modernas de Centroamérica.
–¿Cuál ha sido el incendio más significativo en el que ha trabajado?
–El de una casa en San Pablo de Heredia, iba con otro compañero, él activó la bomba del agua, yo entré a la casa, se estaba quemando el área de la cocina, la apagué y eso evitó que el fuego se propagara. Para mí fue significativo porque marqué la diferencia y esa señora no perdió su casa.
En el incendio del Hospital Calderón Guardia yo tenía un año de ser el director, llegué en quince minutos, ayudé a terminar de poner las escaleras y pensé que habían salido todos por las ventanas. En la revisión los bomberos empezaron a reportar las víctimas, fue muy duro, di una declaración a la prensa y se dio un caos cuando las familias se dejaron venir porque no se sabía quiénes eran las víctimas, uno no esperaba nunca que se diera de esa forma.
–¿Qué es lo que más le ha dolido?
–La muerte de los bomberos, tener que llamar a sus familiares (para darles la noticia), eso genera frustración, uno piensa ‘¿en qué fallamos, qué hicimos mal?’.