Donald Ruetz, un expolicía estadounidense, pensaba que creer en situaciones sobrenaturales y mensajes del “más allá” era cosa de locos.
Sin embargo, su opinión cambió luego de perder a su esposa y a sus dos hijos pequeños en un accidente aéreo ocurrido cerca de playa Flamingo, en Guanacaste.
Don, como es conocido en esa comunidad, estuvo a punto de quitarse la vida ante el gran dolor que sentía, pero asegura que una llamada de su hijo menor, fallecido en aquella tragedia, le hizo desistir.
“Mi teléfono sonó y contesté, se escuchaba mucha estática, pero en el fondo se oía un niño muy pequeño que en voz baja repetía: ‘Justin, Jack, Justin, Jack’.
“Sabía que ese era mi hijo Justin, que me envió ese mensaje para reconfortarme y que no hiciera una cosa como esa”, afirma.
Ruetz recibió esa llamada la noche del sábado 16 de julio del 2005, exactamente seis horas después de que su esposa Cynthia Ruetz, de 42 años; y sus hijos Jack y Justin, de 9 y 8 años, fallecieran cuando la avioneta en la que viajaban se estrellara en el mar, en medio de las islas Catalina y la roca Sombrero, en cabo Velas de Santa Cruz.
En el accidente también perdieron la vida Paul Kells, de 53 años, y su hijo Connor, de 9 años. Ellos llegaron a Tiquicia para pasar sus vacaciones junto a los Ruetz y se les sumó el piloto estadounidense Gregory Gund, de 28 años.
Don cuenta que desde ese trágico día ha sido contactado en muchas ocasiones por los espíritus de sus seres queridos, quienes hasta la fecha lo acompañan y lo protegen. Las experiencia han sido tantas que incluso decidió escribir un libro al que tituló “Recuérdame”.
Mal presentimiento
La familia Ruetz dejó su natal California para mudarse a Costa Rica en julio del 2004.
Don, quien trabajó 32 años en el Departamento Policial de la ciudad de Culver, pensó que este país sería ideal para disfrutar del retiro junto a su amados esposa e hijos.
Durante más de un año tuvieron una vida de ensueño disfrutando las playas y las bellezas de Guanacaste.
Don recordó que su esposa y sus hijos, junto a Paul y Connor, salieron temprano para dar un paseo en avioneta sobre las playas Tamarindo, Potrero, Flamingo y sobre las islas Catalina y la roca Sombrero. Él no los acompañó porque nunca se sintió cómodo en las avionetas.
Cuenta que poco después de que se fueran al paseo él tuvo un mal presentimiento, una sensación oscura que había experimentado un día antes en un lindo momento.
“Fuimos a dar un paseo en bote mi esposa y mi amigo Paul junto a su hijo, cuando estábamos en medio de roca Sombre y las islas Catalina tuve una mala sensación, sentí mucho miedo y no sabía por qué”, explica.
Según Don, esa misma sensación la tuvo en el 2003, cuando se encontraba en un supermercado en California y de la nada llegó a su mente el pensamiento de que sus hijos iban a morir trágicamente..
Terrible accidente
El sábado 16 de julio del 2005, mientras veía un juego de golf en la tele, Don recibió la llamada de un amigo del piloto quien le dijo que no había podido contactar a Gund y que había escuchado sobre un accidente aéreo en playa Flamingo.
En ese momento a Don se le vino el mundo encima.
“Me subí al carro y me fui para mi gimnasio en Flamingo, ahí me encontré a mi empleado Meme, quien llorando me dijo que mi familia estaba muerta. Caí de rodillas y golpeé el suelo hasta que mis puños sangraron, mientras gritaba: ¡mis hijos, mis hijos!”, recuerda.
Los cuerpos de Cynthia, Paul y Justin fueron recuperados el mismo día del accidente; sin embargo, los rescatistas no pudieron sacar a tiempo los de Jack, Connor y el piloto porque los restos de la avioneta se hundieron rápidamente.
“Amigos de California y compañeros de la Policía vinieron y me ayudaron a conseguir un bote y buzos, buscamos por ocho días hasta que finalmente los encontramos”, cuenta Don.
Dice que sentía que su vida ya no tenía sentido, pero esa extraña llamada de su hijo le dio un poco de paz y esperanza para seguir.
En cuanto al accidente, en aquel momento las autoridades informaron que se dio por un desperfecto mecánico.
Nuevos mensajes
Don se quedó una semana en California luego de la misa realizada a su familia y a la que asistieron más de 1200 personas; pero en un momento supo que era hora de volver a Costa Rica porque en el fondo sentía que debía cumplir un nuevo propósito.
En medio de la soledad que experimemtaba en la casa en la que vivió con su familia, Ruetz empezó a recibir nuevas señales y mensajes del más allá.
“La primera Navidad después del accidente estaba cerca de la piscina y ahí había un árbol decorado y con luces, pero estaba desconectado. De pronto le apareció un circulo de fuego en el centro”, afirma.
Cuando se acercó a ver el círculo ya no estaba, pero halló algo muy importante.
“En el lugar donde estaba ese circulo encontré un adornó con una foto de Justin. Estoy seguro de que ese fue su mensaje para decirme: ‘nosotros estamos bien y te estamos cuidando”; se me salieron las lágrimas y fue la primera vez que sentí paz”.
Al principio Don pensó que se estaba volviendo loco, pero dejó de creer eso cuando otras personas empezaron a experimentar lo mismo que él.
“Un par de años después estaba con una amiga en un hotel y de pronto ella empezó a gritar, muy asustada. Me dijo que vio a una mujer bonita, de pelo largo y negro, flaca, como mi esposa Cindy, sentada en una silla. Me dijo que se acercó y le puso una mano en la cintura y la otra sobre mi cabeza, sonrió y luego desapareció”.
Y hay más. Un amigo y su esposa fueron a visitarlo a Flamingo y la mujer oyó as risas de unos niños jugando, pero no había ninguno cerca.
“Una vez iba muy rápido de San José hacia Guanacaste, de madrugada, y cuando pasaba por Nicoya escuché la voz de mi esposa que me decía: ‘caballos en la calle, caballos en la calle’, entonces bajé la velocidad y de pronto me topé con dos caballos en un lugar muy oscuro”, cuenta Don.
Contacto con el otro lado
La necesidad de saber más sobre sus seres amados hizo que en el 2006 Don buscara al médium Tim Braun aunque al inicio no estaba muy convencido de que le sería de ayuda.
Pero bastó una sesión para que el expolicía se diera cuenta de que estaba ante algo que iba más allá de su entendimiento. Braun le compartió información muy íntima de su familia. No había forma de que el médium la supiera.
“En una de las sesiones Justin le dijo (a Braun) que no iba a poder usar la motocicleta que yo tenía, pero que donde estaba tenía una similar. ¿Cómo Tim podría saber eso?, poco antes del accidente compré una moto de 110 centímetros cúbicos para mis hijos, pero nunca pudieron usarla”, detalla.
Uno de los mensajes más especiales que recibió durante las sesiones fue el de su esposa, quien le dijo que ella y sus hijos lo acompañarán siempre.
“Tim me dijo que ella me besó y dijo: ‘yo siempre te he amado y siempre te amaré. Gracias por todo lo que hiciste por nosotros, siempre fuimos tu prioridad y por eso siempre te amaré”.
El pequeño Justin también le envió un mensaje a su papá.
“Por medio del médium me dijo: ‘papá, cuando pases a este lado yo seré la primera persona en recibirte’”.
Ruetz cuenta que estos mensajes y las visitas de su familia son una prueba de que siguen vivos en espíritu.
Homenaje y propósito
Luego de perder a su familia de una forma tan trágica Don pensó que debía buscar la forma de rendirles homenaje para que nadie los olvidara.
Por ese motivo, entre setiembre de 2005 y abril del 2007 construyó una especie de complejo en su propiedad en Flamingo que benefició a toda esa comunidad.
“Además del gimnasio que ya tenía, Jungle Gym, construí el centro de yoga Cynthia Ruezt, el skatepark Paul y Connor Kells y el centro de basquetbol Justin y Jack Ruetz”, detalla.
Pero el propósito de esa propiedad era más grande y Don se dio cuenta de eso cuando en mayo del 2007 tuvo una reunión con Abel McClennen, un maestro que trabajó en la escuela Internacional Country Day, donde estudiaban sus hijos.
“Él me dio la idea de que construyéramos ahí una escuela pública para los residentes de Brasilito, Potrero y Flamingo. En ese momento se me encendió el bombillo de que ese era el verdadero motivo por el cual había comprado la propiedad y había hecho todo eso para mi familia”.
Así fue como setiembre de 2007 nació La Paz Comunnity School, que en aquel momento tenía tres aulas, seis profesores y 47 estudiantes.
Actualmente esta escuela cuenta con más de 300 estudiante y unas instalaciones más amplias construidas en un terreno al sur del gimnasio donado por Alejandro Berkowitz, dueño de Mar Vista Project.
En el terreno de la escuela hay un árbol con una placa en honor a Don y a su familia.
Recuérdame
La idea de escribir un libro, explica Don, no fue suya sino de su esposa pues en una sesión con el médium Cynthia le dijo que si hacía eso ayudaría a muchas personas.
“En el 2014 escribí el libro, fue muy difícil, lo hice para ayudas a personas que estuvieran pasando por lo que yo pasé, para que se dieran cuenta de que es posible salir adelante, porque todos tenemos pérdidas y pasamos por tragedias, pero la clave está en no rendirse”.
El expolicía dijo que actualmente se siente tranquilo y feliz con la vida que tiene. Claro que extraña a su familia, pero siempre siente que la tiene muy cerca de él.