En tan solo doce días, un expolicía llenó de dolor a seis familias en Limón al matar a cinco hombres y dejar grave a otro.
Esta es la macabra historia del asesino Johnny Antonio Monge Ramírez, de 23 años, quien tenía un diario y escribió sus macabros planes y conversaciones con un ser malévolo que según él lo dominaba.
Los últimos dos crímenes que cometió fueron de los investigadores del OIJ Fidel Romano Romano, de 36 años y Alexis Rodríguez Rivera, de 24 años.
Yovania Navarro, era la esposa de Fidel y tenían tres hijos, dos niñas de cinco y cuatro años y un niño de tan solo nueve meses de nacido. Pese a todo el dolor que ella afrontó asegura que perdonó al asesino de su marido y afirma que así recuperó la paz.
Johnny Monge cometió los macabros ataques entre el sábado 2 de noviembre y el miércoles 13 de noviembre de 1991 en el Caribe tico.
En su diario escribió que soñaba con crear un grupo terrorista y que muchas personas llegaran a saber de él por su maldad.
Johnny provenía de una familia de escasos recursos, durante la adolescencia vivió con una hermana y su cuñado, este último lo acusó de abusar de una hija y trasmitirle una enfermedad venérea.
Luego trabajó en dos ocasiones para la Policía en San José, la primera vez renunció y la segunda lo despidieron al relacionarlo con el robo de unas pertenencias de valor de un extranjero.
En sus escritos siempre decía ser inocente del supuesto ataque contra su sobrina y del robo por el que lo despidieron, afirmaba que guardaba rencor por lo que lo acusaban. Incluso escribió que una noche quiso viajar desde San José hasta Limón con la patrulla para matar a su cuñado y la familia, pero no lo hizo por el sufrimiento que le causaría a sus otros allegados.
Expresaba que era un hombre que amaba la vida, pero que le aparecieron monstruos que lo contagiaron del mal, decía que uno de esos monstruos fue una mujer que lo había engañado. También escribió que una vez subió a la montaña en Limón y se le presentó un hombre de metro noventa de estatura, con ojos azules, dentro de una llama de fuego, que supuestamente hablaron y que le dominó la mente.
Sus redacciones las comenzó a hacer realidad al encontrarse con tres peones de construcción con los que formó una banda, Hugo Alexander Valladares Olivar (preso aún en la cárcel de Pococí), Donaldo Godínez Solano y el nicaragüense Leonardo Benvel Howell (de estos dos últimos se desconoce su paradero).
Rastro de dolor
Johnny lideró a los tres hombres y el primer ataque lo cometieron el sábado 2 de noviembre del 1991 cuando atacaron al taxista pirata Arcelio Miranda Jaslin, de 30 años, su cuerpo apareció hasta el 5 de noviembre de ese año en una laguna en Westfalia.
Ese mismo sábado, la banda llegó hasta el bar Rogelio’s y raptó al dueño del negocio, don Rogelio Porras Pérez y a su cliente Leonel Barquero Ramírez, además del guarda Víctor González González. A ellos los llevaron a una zona montañosa en Búfalo, Limón, donde les dispararon en la cabeza; el único sobreviviente fue González, quien fingió estar muerto.
González quedó ciego y con muchas dolencias, pero fue el principal testigo que llevó justicia a las víctimas.
El miércoles 6 de noviembre los investigadores identifican a Johnny y su banda como los responsables de causar el terror en Limón.
Al día siguiente, el jueves 7 de noviembre el investigador del OIJ Fidel Romano Romano encuentra a Johnny en barrio La Bomba, Limón, allí lo apuntó con su pistola para detenerlo y que respondiera por sus actos; ese día lo agarraron junto a su cómplice Hugo Alexander Valladares.
A ambos los llevaron a las celdas judiciales.
El domingo 10 de noviembre, Johnny pidió ir al baño y aprovechó que en la oficina del OIJ alguien dejó una pistola mal puesta, la agarró y la escondió.
Luego le dijo a los agentes que los ayudaría a buscar pruebas entre esto una camisa de una de sus víctimas del pirata Arcelio Miranda en Westfalia.
Los investigadores sacaron al tipo esposado con las manos hacia adelante, lo montaron en el carro policial, sin sospechar que llevaba un arma escondida en sus pantalones; cuando llegaron primero disparó contra Alexis de un tiro en la cabeza. Fidel era quien manejaba y al percatarse de lo que pasaba forcejeó para tratar de quitarle el arma, pero Johnny le disparó tres veces y lo mató.
Un lugareño se percató de lo que ocurría y corrió hacia al carro para ayudarlos, pero fue apuntado por Johnny, estando ahí vio los cuerpos de los investigadores y ante la impotencia de tener un arma apuntándolo salió corriendo hacia su casa y le dio aviso a las autoridades.
El asesino intentó huir en la patrulla, pero perdió el control del volante cuando uno de los cuerpos que llevaba en el asiento del acompañante le cayó encima.
Salió corriendo y se internó en la montaña.
Cacería y cobardía
De inmediato comenzaron los rastreos, las Policías se unieron, pero no daban con su paradero, sabían que aún llevaba el arma de fuego y que le quedaban al menos tres tiros.
A los limonenses les atemorizaba ser una víctima más del temido Johnny, el tipo fue muy escurridizo.
Incluso, el 11 de noviembre sepultaron a los investigadores Fidel y Alexis mientras el sospechoso de sus muertes seguía escondido, muchas personas acompañaron a las familias de los agentes y gritaban ‘¡no lo queremos vivo!’ refiriéndose al asesino.
El miércoles 13 de noviembre por fin el hombre más temido del Caribe se dejó ver en Vizcaya, al sur de Limón, al llegar hasta una casa donde pidió comida y juntaba las manos como si estuviera suplicando, la familia a ver que se trataba del asesino se encerró en la vivienda y avisó a la Policía.
Las autoridades llegaron a una zona pantanosa frente al mar y Johnny al verse rodeado se mató de la misma forma que asesinó a sus víctimas, de un balazo en la sien.
El viernes 15 de noviembre cayeron los otros dos integrantes de la banda: Leonardo Benvel fue detenido en San Sebastián, San José, y Donaldo Godínez en Puerto Viejo, Limón.
Recuperó la paz
En noviembre del 2022 se cumplirán 30 años de estos ataques que conmovieron a todo el país, para doña Yovania el dolor no ha pasado.
Ella se enteró del asesinato de su esposo por una llamada a la casa de una vecina.
“Me dijeron que querían hablar conmigo, pero no me podían dar la noticia porque era muy difícil...Fidel era muy trabajador, muy honrado, seguro de sí mismo y su pasión era el OIJ, cumplió 15 años de servicio.
“Mi esposo fue muy bondadoso y a nadie le podía negar un plato de comida”, son los principales recuerdos que me quedan de él.
Asegura que la pistola con la que mataron a su esposo y al compañero no era de ninguno de ellos.
“Ese es un resentimiento con el que viví mucho tiempo, porque fue otra persona de la que no diré su nombre que dejó el arma de fuego debajo de una almohada, es que los investigadores antes se podían quedar durmiendo en unos dormitorios que había en las delegaciones, pero a raíz de esto lo quitaron”, señaló.
Yovania tuvo que perdonar para poder seguir adelante con su vida.
“Por medio de una oración uno se desprende de ese dolor, a mí me decían que tenía que perdonar a Johnny pese a que él estuviera muerto, porque no era sano que yo siguiera adelante con ese odio que le sentía, me desprendí por medio de una oración, luego sentí mucha paz”, aseguró.
El trauma fue tan fuerte que esta madre olvidó cómo enfrentó el decirle a sus hijos que su papá ya no regresaría a casa.
“Hay cosas que no recuerdo, no sé en qué momento mis hijos crecieron tan rápido, ni siquiera parte de la escuela de ellos tengo presente”, señaló.
Ella luego comenzó a trabajar en el Poder Judicial para sacar a sus tres hijos solita adelante.
Fidel era oriundo de playas del Coco, Guanacaste, y conoció su esposa en un baile en Limón, él siempre quiso que ella también estudiara en la universidad y eran parte de los planes que tenían como matrimonio.
“Sin él los planes se me truncaron, pero comencé a trabajar en el Poder Judicial porque necesitaba sacar a mis hijos adelante”, señaló.
A Fidel le gustaba reunirse con sus amigos y jugar dominó; y le encantaba comer “casado bochinche” un platillo muy limonense que lleva macarrones, frijoles molidos, ensalada y bistec.
En casa la familia guarda fotos, una valija con la que llegó Fidel al Caribe y libros que él tenía.
El 15 de diciembre de 1992 los tres sobrevivientes de la banda de Johnny fueron llevados a juicio y el 5 de enero de 1993 los condenaron, a Hugo Alexander Valladares Olivar le impusieron 139 años de sentencia, a Donaldo Godínez Solano 66 años y al nicaragüense Leonardo Benvel Howell 72 años de prisión.