El año 2009 fue uno de los más rudos para el OIJ por culpa del hombre más buscado de ese momento: Roy Hernández Chavarría, un violento y escurridizo gatillero que logró escapar de los operativos más bravos usando tan solo una peluca y un cambio de ropa.
La Policía Judicial le dio cacería a Hernández por más de un año, hasta que finalmente lograron atraparlo en una lujosa casa abandonada en Escazú. El gatillero había jurado que no lo iban a agarrar vivo y que iba a dar pelea, pero al verse acorralado rogó para que no lo mataran.
El caso de Roy es muy recordado, no solo porque se le escapó al OIJ en al menos 10 ocasiones, también por la enorme cantidad de recursos que las autoridades tuvieron que usar para capturarlo, entre los que destacó un helicóptero policial que sobrevoló Alajuelita, lo que en ese momento era algo poco común.
Mauricio Gómez, agente del departamento de Investigaciones Criminales del OIJ, es uno de los que tiene ese caso más fresco, pues él estuvo siguiéndole la pista a Roy desde que este fue señalado como el sospechoso de matar a una maestra en Alajuelita.
“En apariencia, él consumía metanfetaminas y varios tipos de drogas sintéticas, tomaba licor y todo eso sumado a su carácter lo hacía una persona muy inestable y explosiva, entre los mismos delincuentes le tenían miedo debido a que no sabían cómo podía reaccionar”, aseguró el agente.
Crimen de maestra
Aunque Roy ya era un viejo conocido del OIJ, su nombre empezó a cobrar notoriedad a nivel nacional a partir del viernes 13 de marzo del 2009, cuando se le vinculó con el trágico homicidio de la maestra Delmys Mayela Serrano Rosales, ocurrido en un bar ubicado en Concepción Arriba de Alajuelita, San José.
“La maestra estaba celebrando su cumpleaños número cuarenta y ocho con un grupo de amigos en ese bar. Roy también se encontraba ahí en compañía de otro hombre y, al parecer, estaba muy tomado, por lo que tuvo una discusión con la persona que ponía música en el bar.
“Hernández era pequeño, tal vez medía metro sesenta y cinco, y como el otro muchacho (el Dj) era más grande lo llegó a dominar. En un momento de cólera, al parecer, Roy habría sacado una pistola para disparar indiscriminadamente, y una de esas balas habría sido la que impactó a la maestra en el pecho”, detalló el investigador.
Gómez contó que no fue nada difícil ligar a Roy como el principal sospechoso de ese crimen, pues era muy conocido en Concepción de Alajuelita y varios testigos lo señalaron como el gatillero que desató la mortal balacera.
“El crimen de la maestra causó revuelo a nivel nacional, porque no tenía nada que ver con el ámbito en el que se movía, fue una víctima colateral que lamentablemente murió cuando celebraba su cumpleaños”.
A partir de ese caso el OIJ inició la cacería de Hernández, sin pensar que este se convertiría en una verdadera pesadilla.
Escalada de violencia
El investigador explicó que antes del crimen de la maestra, Roy ya había iniciado una escalada de violencia, que comenzó con una balacera ocurrida el 1 de febrero del 2010 en la urbanización Chorotega, en Alajuelita.
En esa ocasión intentó acabar a balazos con la vida de un hombre apellidado Ortiz y una mujer de apellido Salazar cuando ambos se encontraban dentro de un carro. De milagro sobrevivieron al ataque.
Luego de ese hecho Roy fue señalado como el responsable de asesinar a un joven de 18 años que se encontraba dentro de un carro con dos amigos. El crimen se dio el 10 de febrero del 2009 en Concepción Arriba de Alajuelita.
“Se trató del homicidio de Allan Calderón Valenciano, de 18 años. Al parecer, se dio un enfrentamiento entre Roy y él, siendo este último el que llevó la peor parte”, relató el agente.
En ese hecho también resultaron heridos los dos amigos de Calderón, de apellidos Córdoba y Barquero.
“Nosotros ya estábamos tras la pista de Roy y de hecho ya se había convertido en un objetivo por el grado de violencia al que había llegado, inclusive en la misma delincuencia se hablaba mucho de él, sabíamos que debíamos pararlo”, explicó Gómez.
El agente contó que también investigaron a Hernández como sospechoso de ser cómplice en el homicidio del estudiante universitario Jonathan Barrantes Calderón, ocurrido el 24 de enero del 2010.
El hecho sucedió en Concepción de Alajuelita y, en apariencia, fue cometido por un joven de tan solo 13 años que le disparó a Barrantes para quitarle su jacket. Al final el OIJ no logró comprobar la participación de Roy en este caso.
Bien armado con peluca
El OIJ sufrió más de lo que esperaba para capturar a Hernández, pues este convirtió Alajuelita en su fortaleza, donde contaba con muchos aliados que lo protegían y lo ayudaban a huir de los operativos.
“Roy era muy conocido ahí, muchas personas lo encubrían, llámese vecinos, familiares, amigos, conocidos, incluso grupos criminales, entonces eso dificultó mucho la labor policial, puesto que a pesar de que se hicieron allanamientos nunca dábamos con él, era muy escurridizo
“Él estaba ligado a varios grupos criminales del sector de La Tabla, de la 25 de Julio e inclusive uno de los narcos más conocidos de ese momento lo encubría y protegía, al parecer, porque trabajaba para este sujeto como gatillero”, explicó Gómez.
Sumado a toda la ayuda que recibía, Hernández también se había convertido en un experto del disfraz, lo que en varias ocasiones le permitió huir de operativos en los que prácticamente lo tenían acorralado.
“Entre las situaciones que llamaban la atención de este sujeto es que nos decían que se disfrazaba, en varias ocasiones cuando lo tenían rodeado se ponía una peluca para huir por algún sector, incluso varias personas nos confirmaron esa situación.
“Por esto es que cuando nosotros empezamos a publicar retratos y fotografías de Roy en la prensa hicimos varios retratos en los que aparecía con peluca”, detalló Gómez.
Sacar al león de la montaña
En el OIJ sabían que capturar a Hernández en Alajuelita era una misión casi imposible, por lo que decidieron cambiar la forma en la que estaban haciendo las cosas.
“Comenzamos a cambiar de estrategias, ¿en qué sentido?, como decimos, para sacar al león de la montaña. Lo que queríamos era que él saliera de su zona de confort, sabíamos que si lo sacábamos de Alajuelita iba a cometer errores, porque estaba recibiendo mucha ayuda”, dijo el investigador.
Como parte de esa nueva estrategia el martes 8 de junio del 2009, la Policía Judicial realizó un megaoperativo en Alajuelita, en el cual participaron más 50 oficiales entre agente del OIJ y la Fuerza Pública.
“Recibimos una colaboración muy extensa por parte de Fuerza Pública, al punto de que inclusive fue una de las pocas operaciones policiales que hemos hecho donde se usó un helicóptero.
“La gente salía de las casas porque el helicóptero hacía sobrevuelos a muy baja altura en ciertos sectores donde se creía que él se escondía”, contó.
Al final del megaoperativo, el OIJ no logró capturar al gatillero, pero sí cumplieron con uno de sus objetivos, pues recibieron información de que Roy se había ido de Alajuelita.
“Sentíamos mucha presión porque lo que nos preocupaba era que él ocasionara otra muerte, nos preocupaba que se diera una persecución, un enfrentamiento con la Policía y que hubiera víctimas colaterales o de un compañero”.
Capturado
La Policía Judicial no aflojó en la búsqueda de Roy y esa insistencia rindió frutos, pues Gómez contó que recibieron información confidencial acerca de que Hernández se había “mudado” a un chozón abandonado fuera de su natal Alajuelita.
“Nos indicaron que estaba escondido en una vivienda muy lujosa y que estaba abandonada en Trejos Montealegre de Escazú. Al parecer, el dueño de esa propiedad era un extranjero que había salido del país y que dejó a cargo de la casa a un amigo de Roy y este se la facilitó para que se escondiera”, detalló el agente.
Según informes policiales, el gatillero llevaba varios días viviendo en esa casa y casi nunca salía, además, trascendió que era ayudado por, al menos, dos personas que le llevaban comida y todo lo que necesitara.
El escondite de Roy en algún momento fue un verdadero chozón, pero este no pudo disfrutar ninguno de esos lujos, pues las autoridades determinaron que la casa había sido abandonada hace mucho tiempo, pues no tenía muebles ni electrodomésticos, tampoco electricidad y agua.
La captura del hombre más buscado por el OIJ se dio el lunes 5 de julio del 2010, cuando los agentes, junto con oficiales del Servicio Especial de Respuesta Táctica (SERT), rodearon la vivienda para no dejar ni un solo punto al descubierto.
“Cuando el SERT ingresó a la vivienda, Roy se intentó tirar por un muro de la parte trasera de la casa, que daba a un lote, pero ahí nos encontrábamos varios compañeros del OIJ y cuando nos observó se devolvió a la casa y fue cuando lo apañaron.
“Gracias a Dios ese día él no tenía armas, porque de haberlas tenido no dudamos que las hubiera utilizado en nuestra contra”.
Al revisar el lugar, además de encontrar restos de comida y el colchón en el que dormía Hernández, los investigadores hallaron un revólver calibre 38, que afortunadamente no estuvo al alcance de Roy al momento del allanamiento.
Condena agridulce
El jueves 30 de junio del 2011 el Tribunal Penal del Tercer Circuito Judicial de San José condenó a Hernández a 55 años de cárcel por un delito de homicidio calificado y cuatro tentativas de homicidio.
Roy fue hallado culpable por un delito de homicidio en perjuicio de Allan Calderón Valenciano, así como de dos tentativas de homicidio contra los amigos de la víctima, de apellidos Barquero y Córdoba. Por este caso le impusieron una pena de 35 años.
Los jueces también lo responsabilizaron del intento de homicidio de la pareja que fue atacada a balazos en la urbanización Chorotega de Alajuelita. La pena por este hecho fue de 20 años de prisión.
Pese a toda la investigación hecha por el OIJ, el Tribunal Penal decidió absolver a Hernández por el homicidio de la maestra Delmys Mayela Serrano Rosales, pues los jueces señalaron que no hubo suficientes pruebas y dos de los testimonios de los testigos no fueron precisos.
Gómez explicó que esa última decisión de los jueces le dejó un sinsabor a él y a sus compañeros, pues, según él, habían realizado un trabajo muy completo para que el caso de la maestra fuera resuelto.
“El problema que tuvimos con el caso de la maestra es que la mayor parte de la prueba era testimonial y lamentablemente en los casos de homicidios esta clase de prueba es muy delicada, porque puede cambiar en el proceso, hemos encontrado de todo, incluso testigos que cambian la versión en el juicio”, añadió.