Édgar Cartín Rivera, más conocido como El Galán, sufrió un accidente de tránsito en 1986 que lo dejó inconsciente durante 11 horas e incluso lo reportaron, de forma errónea, como fallecido.
En la década de los ochenta Radio Periódicos Reloj era el noticiero número uno del país y lo que ahí se decía era santa palabra.
Por eso, cuando se reportó la muerte de Cartín en un accidente de tránsito en el cruce de la muerte, en Taras de Cartago, en toda la provincia se armó un burumbún.
Ese peligroso cruce tiene casi 40 años de existir y por ahí pasan los carros que van de Taras hacia Ochomogo, o bien de Taras para San José; también transitan los que van de la capital o desde Tres Ríos y desean ingresar a Taras. Muchas personas fallecieron en ese cruce y por eso su duro y bien ganado nombre.
Las muertes bajaron considerablemente cuando el Ministerio de Obras Públicas y Transportes, hace unos 28 años, puso unos montículos pequeñitos (como muertitos seguidos), en tres bloques distintos, antes de llegar al cruce cuando se va bajando desde San José.
Este relieve en la calle hace que los carros se sacudan horrible, por lo que los choferes se vieron obligados a hacer el alto como se debe.
Fecha borrada
Posiblemente, la mente de El Galán activó un mecanismo de defensa que lo hizo borrar por completo el mes y el día en el que ocurrió aquel accidente en el que casi pierde la vida.
Es por eso que cuando le preguntan la fecha, lo único que recuerda es que ocurrió en el año 1986 y que el presidente de ese momento era Luis Alberto Monge, quien gobernó el país de 1982 a 1986.
“Aquel día de 1986, que no logro acordarme, comenzó muy bonito, recuerdo que estaba yo iniciándome en Cartago con mi empresita de rotulación, Rótulos Cartín, y había, con mucho esfuerzo y ahorro, logrado dos grandes metas: comprarme un ‘pick up’ y comprar otra empresita de rotulación que estaba en Moravia.
“Antitos de las seis de la mañana pasé por uno de los muchachos (Óscar Siles) para irnos bien temprano a San José, teníamos que ponerle bonito en Moravia porque la idea era hacer crecer el nuevo negocio”, recordó.
El cruce de la muerte no tenía muchos meses de haberse hecho y ya se había ganado la mala fama. Cuando Édgar, quien iba manejando con orgullo y gran felicidad su Datsun 1.500 centímetros cúbicos, blanco y que le había costado un mundo poderlo comprar, llegó al cruce y al intentar pasar ocurrió la desgracia.
“Yo recuerdo ver un Toyota Hilux y pensé, ‘diay, este cabrón no va a parar’, eso fue lo último que me acuerdo. En verdad que si me hubiese muerto en ese accidente no habría tenido tiempo de nada, porque sería un mentiroso si digo que al menos tuve tiempo de asustarme o de sentir algo.
“Fue así: en un momento iba manejando y de un pronto a otro se me desconectó todo, creo que en menos de un segundo. También recuerdo que sí medio recobré la consciencia cuando todavía estaba en el lugar del accidente, veía todo nublado, borroso, escuchaba como murmullos de la gente y eso fue todo, se me volvió a ir la luz”.
El accidente sucedió como a las 6:30 a. m. y El Galán se despertó a las 5:30 p. m. en el hospital Max Peralta. El doctor que estaba a cargo, apenas lo vio recobrar la razón, le comenzó a preguntar que si sabía dónde vivía, cómo se llamaba, en qué país estaba y quién era el presidente de Costa Rica.
“Poco a poco recuperé todas las luces y le pregunté al doctor qué estaba haciendo ahí, porque no me acordaba de nada, incluso le pregunté qué había pasado. El doctor me explicó que había tenido un muy fuerte accidente y que era un milagro que me hubiese salvado”.
Oreja guindando
Una vez que analizó todo, Édgar solo tenía en mente una cosa.
“Lo único por lo que preguntaba y preguntaba era por el carro, no me importó ni siquiera saber si tenía alguna herida grande, es que como me había costado tantísimo poder juntar la platica para comprarme el ‘pick up’, era lo único en lo que pensaba, porque en mi mente estaba casi que levantarme e irme a trabajar”.
Minutos después, El Galán escuchó que le preguntaron: ‘Edguitar, ¿usted está bien?’ y cuando volvió a ver era su amigo Óscar y él, en la atarantazón le preguntó que qué estaba haciendo ahí.
“Como yo iba manejando y el carro del choque venía de Cartago hacia San José, la parte izquierda de mi cuerpo fue la más afectada. Ese choque no fue jugando, a mí me quedó toda la oreja izquierda guindando, me la tuvieron casi que volver a pegar.
“El cuerpo me dolía todo, pero gracias a Dios no me quebré nada, eso sí, no me podía ni mover del gran dolorón que sentía. La cara mía estaba bastante despedazada y yo no entendía por qué. Después me explicaron que al momento del bombazo yo quebré el parabrisas con la cara, porque salí expulsado del carro, mi cuerpo quedó la mitad encima de la tapa y la mitad adentro de la cabina, en verdad quedé en una posición que provocó que todo el mundo pensara que había muerto al instante”.
Muerto en vida
Cuando los primeros testigos se acercaron a la escena del accidente, de inmediato reconocieron al popular Édgar Cartín de Rótulos Cartín y fue cuestión de segundos para que la “muerte” de El Galán (en aquel entonces todavía su personaje no había nacido) se supiera hasta en el Mercado Central de Cartago.
La noticia llegó a oídos de Radio Reloj, medio que se dejó decir que en el cruce de la muerte, en Cartago, perdieron la vida Édgar Cartín y Óscar Siles.
Para peores, doña Cecilia Rivera Umaña, la mamá de El Galán, tenía puesta la emisora en el momento que dieron la falsa información.
“Eso sí fue un golpe duro en la vida de mi mamá. Fue tanto el impacto que incluso cuando mi papá (don Édgar Cartín Solís, quien ya falleció) le dijo que eso era mentira porque ya él había confirmado que yo estaba vivo gracias a que un amigo de la familia llegó al cruce.
“Mamá no creía y no creía, como lo escuchó en la radio estaba convencida que yo me había muerto, por eso papá no tuvo más remedio que agarrarla y llevársela para el hospital y que ella misma me viera; hasta ese momento se tranquilizó. Por eso digo que mi mamá sufrió mucho por varias horas”.
Óscar vengó “la muerte”
El Galán recuerda que él quebró el parabrisas con la cara por no andar el cinturón, por eso ahora ni a palos se le olvida ponérselo.
También supo que Óscar no se desmayó, salió del carro y cuando lo vio encima de la tapa, pensó que se había muerto, por lo que agarró a pescozones al chofer del Hilux que los chocó, quien era un canadiense que andaba de paseo con su esposa, de la misma nacionalidad.
Al Datsun de Édgar le dieron pérdida total y los canadienses, como andaban turisteando y les urgía irse del país, se portaron puras tejas con el arreglo.
Sin embargo, Cartín se consiguió un abogado que siempre prefirió un mal pleito y pese a que los candienses le ofrecieron billete sobre billete, el abogado no lo dejó agarrar ni un cinco porque tenían que arreglarse con papeles y fue así como jamás vio un solo colón producto del accidente.
Por otra parte, dice que siempre le quedará la duda de qué habría pasado si le hubiera hecho caso a Óscar, quien fumaba mucho, cuando le pidió que le parara a comprar cigarros.
El Galán recuerda que la última vez que su amigo le insistió fue minutos antes del bombazo, cuando pasaron por una pulpería y él le dijo que mejor los comprara en San José porque ya iban tardillo.
Tenía un propósito
El Galán, nacido en Cajón de Pérez Zeledón, pero de corazón brumoso porque desde chiquillo se lo llevaron a vivir a la Vieja Metrópoli, dice que después del accidente la vida le dio muchas vueltas.
“El choque provocó una época dura en mi vida, se me complicó lo económico. Recuerdo que, para una Navidad cercana, estando mamá en la cocina me puse a llorar desesperado porque todo lo tenía en contra y mi mamá me dijo, ‘vea, en el nombre de Dios yo a usted le echo la bendición y a partir de hoy le va a ir bien’. Después de ahí solo bendiciones comenzaron a llegar a mi vida.
“He pasado 35 navidades más después de ese capítulo duro. Siempre digo que El Galán tenía un propósito en la vida y que por eso soy un sobreviviente del cruce de la muerte, logré sobrevivir donde casi todo el mundo se mataba, eso me hizo comprender que tengo una responsabilidad con la gente, debo alegrarla y tratar de hacerles la vida más sencilla a punta de risas”.