Un robo en el Banco Central de Costa Rica dejó a muchos con la boca abierta luego de que un trabajador lograra sacar una millonada de la bóveda.
El trabajador era un cajero de apellido Bolaños, a él le pidieron dejar las cajas para ayudar en la bóveda durante un mes, pues el compañero que tenía ese cargo estaba de vacaciones.
El lunes 15 de julio de 1986 parecía un día común y corriente, Bolaños llegó a trabajar con normalidad al Departamento de Emisión, donde estaba la bóveda.
Era cosa de todos los días ver entrar a Bolaños cargando un radiotelevisor y un maletín verde. Sus jefes no tenían problema de que lo usara, primero porque era una persona cumplida, trabajadora y responsable, un empleado de confianza.
Cuando ya tenía casi un mes de estar en ese cargo, el 14 de agosto, les dijo a sus compañeros que iba a envolver un regalito que le había comprado a su esposa y que por eso mejor no iba acompañarlos a almorzar. El regalo era para el Día de la Madre.
Nadie sospechó nada extraño. Al hombre le decían Chiqui.
En el banco se realizaba un reporte del dinero que había guardado, cuando Bolaños llegó al cargo eran $2.043.500 (dos millones cuarenta y tres mil quinientos dólares) y cuando salió ese día había $1.644.500.
Lo que todos se preguntaban era, ¿qué pasó con los $39.9000 que faltaban? que eran 22 millones de colones (más de 700 millones, haciendo un cálculo con la actualidad).
En todos esos días no hubo movimientos de dinero, por lo que los empleados creían que se había contado mal la plata.
El martes siguiente llegó la hora de entrar a trabajar y Bolaños no llegó, lo estaban esperando para preguntarle qué había pasado con el dinero.
Ante su ausencia, los encargados decidieron contar la plata y se confirmó que faltaba la millonada.
La nueva incertidumbre era, ¿dónde estaba Chiqui? por lo que las autoridades se dieron a la tarea de empezara buscarlo para saber qué había pasado con él y con la millonada.
La denuncia fue interpuesta ante las autoridades judiciales.
La radiotelevisión y el maletín verde se convirtieron en las “cajas fuertes” en las que el hombre sacó el dinero de a poquitos. El hombre se llevó 79 fajos de billetes de $100.
El último golpe que dio el hombre fue el día que pidió permiso para irse temprano del trabajo por una situación personal que tenía que atender con urgencia, pero tampoco se sabía cuál era.
“Las investigaciones por el caso corrían, era algo urgente porque nadie podía creer cómo un empleado de confianza del banco había sacado ese dineral, la manera en que lo hizo era una burla para todos, por eso dentro del banco la situación era muy tensa. Los controles de revisión se triplicaron, la situación no se podía repetir de nuevo”, dijo un investigador del OIJ de apellido Campos, quien estuvo cerca del caso.
Los trabajadores eran revisados de pies a cabeza y sus bolsos y pertenencias eran sacudidas.
“Los compañeros del cajero fueron interrogados por las autoridades, todos estaban muy nerviosos y sorprendidos, la paz con la que trabajaban se había visto alterada”.
Fue hasta que eso ocurrió que los compañeros de Bolaños entendieron las razones por las que empezó a vender un montón de cosas que tenía, hasta sus bolas de boliche que, para quienes lo conocían, eran muy preciadas.
Los familiares de Bolaños estaban muy angustiados, las autoridades los mantenían vigilados para ver si en algún momento había algún movimiento que les permitiera dar con el fugitivo.
La esposa solo había dicho que él se fue de la casa el 16 de agosto a un supuesto viaje, pero lo cierto es que viajó un día después.
“Él se fue con la plata y antes en el aeropuerto eran otros tiempos, no tuvo que reportar nada de lo que llevara y se fue sin tener que dar ninguna explicación, en el banco le tenían tanta confianza que, si mi memoria no falla, esperaron de cuatro a cinco días para contar el dinero porque estaban bien seguros que él no se lo había llevado, es que era una persona que era como la mano derecha para sus jefes y compañeros.
“De verdad que a uno como autoridad le sorprendía que alguien que tiene ese nivel de confianza cometa un delito, pero es evidente que eso fue algo que este hombre fue planeando con el pasar del tiempo dentro de esa institución”, expresó Campos.
Interpol
Los días fueron pasando y la investigación de las autoridades judiciales estaba concentrada en el robo, por lo que la Policía Internacional, ahora Interpol, giró la orden de captura contra el costarricense.
“Lo primero que se supo fue que el sospechoso estaba en Holanda con el dinero”, dijo el exoficial, quien ahora está pensionado, pero aún realiza algunas investigaciones.
El hombre se estaba dando una vida de millonario y le encantaba jugar boliche; no ocultaba su identidad y eso fue lo que lo delató.
Un familiar de un trabajador del Banco Central reveló que en Holanda había conocido a un tico de mucha plata, por curiosidad le preguntó cómo se llamaba y fue cuando se dio cuenta de que era el prófugo.
El trabajador apenas supo tal “bomba” se fue donde sus jefes en el banco y les dio toda la información.
Bolaños había agarrado el vuelo 770 con destino a Amsterdam, de la empresa KML y su tarjeta migratoria decía que el destino era Madrid.
La información empezó a llegar, Bolaños vivía en un lujoso apartamento cerquísima del estadio Santiago Bernabéu, en Madrid, y se la pasaba el tiempo jugando boliche, incluso, ya tenía un grupo grande de amigos.
El único cambio físico que se hizo para que no lo reconocieran fue teñirse el pelo, para ocultar sus canas.
“Bolaños ya había tenido su faceta como empresario, porque fijese que él pegó lotería, como 500 mil colones, que era un dineral, y se puso una venta de carros, entonces le ofrecía vehículos a sus compañeros con frecuencia, y era común verlo en carros distintos, las ganancias del boliche le permitieron jugar con más frecuencia boliche y rozarse con personas que en mi criterio pudo desencadenar que él quisiera tener una vida como la de ellos, de lujo y de poder gastar lo que quisiera, no tener un horario para el boliche”, especula Campos.
Con tanta información que había para capturarlo, investigadores judiciales se fueron a Madrid entre noviembre y diciembre de 1986 para empezar a vigilarlo y lograr la captura.
Los oficiales asignados eran el exdirector del OIJ, Jorge Rojas, y el oficial de la DIS, Manuel Serrano.
En enero de 1987 los oficiales, ayudados por la Policía española, acabaron con la gran vida que se dio Bolaños durante cinco meses.
A él lo detuvieron en un bar cerca de su lujoso apartamento y después de un montón de trámites fue traído al país el 14 de agosto de 1987. Los investigadores solo lograron recuperar 200 mil dólares.
Era la primera vez que un tico era extraditado desde España. Según los medios costarricenses no había ningún otro antecedente. Cuando Bolaños llegó al país no quiso decir nada, estuvo cuatro días incomunicado.
En 1990 Chiqui fue condenado a siete años de cárcel, pena que descontó en su totalidad, el delito por el que lo condenaron fue robo.
“Yo tenía dos amigos que eran funcionarios del Banco Central y ellos se pensionaron, Bolaños se hubiera pensionado con ellos, me cuentan que tiempo después ellos trataron de acercarse para saber cómo estaba, pero ese era un capítulo del que ya él no quería saber nada.
“Decía uno de ellos que recuerdan su faceta de buena persona y eso era lo que más les dolía, no era tanto para vinear que lo buscaban, sino para compartir un rato con él, pero nunca lograron volver a verlo. Los investigadores del caso concluyeron que fue por pura ambición que él cometió el robo y desesperado, pero con el dinero en los bolsillos se escapó”, añadió Campos.
“Esa bronca provocó que hasta la fecha se reforzara la seguridad del banco, sobre todo a nivel interno”, agregó Campos.
Bolaños falleció el 28 de junio del 2015, a los 72 años.
Más
Este robo no fue el único caso similar que ocurrió en el país, un hombre de apellidos Quesada Salas fue condenado el 27 de febrero del 2014 a ocho años por el delito de peculado tras robar 375 millones de colones de la sucursal del Banco Nacional de Cóbano. En el momento del robo era el gerente del banco.
Quesada estuvo 591 días preso y con un descuento en la pena salió del tabo el 29 de octubre del 2018.