El Novelón

El día que el OIJ se unió al FBI para detener a líderes paramilitares colombianos

Los tres colombianos pensaron que iban a comprar un arsenal ruso, pero todo fue una trampa

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Paramilitares colombianos detenidos en Belén en el 2002- Foto Archivo.
La detención de los paramilitares causó mucha conmoción. Foto Archivo.

Uno de los casos más importantes en la historia del OIJ fue la captura de dos peligrosos paramilitares colombianos, quienes llegaron engañados a Tiquicia con la ilusión de adquirir un millonario cargamento de armas de guerra rusas, las cuales nunca existieron.

Se trataba de Elkin Alberto Arroyave Ruiz, conocido como el Comandante Napo, y Edgar Fernando Blanco Puerta, alias Comandante Emilio, quienes formaban parte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y fueron capturados el 5 de noviembre del 2002, en el parqueo del hotel Marriott, en San Antonio de Belén. Heredia, en uno de los operativos más volados del OIJ en el que participó la Oficina Federal de Investigaciones (FBI por sus siglas en inglés).

Junto a ellos también fue detenido el colombiano Carlos Alí Romero Varela, quien participó como un intermediario en la “negociación” por las armas, que realmente fue un montaje hecho por un agente encubierto del FBI.

Las capturas formaron parte de una operación internacional denominada “Terror Blanco”, en la cual al OIJ le tocó la tarea más importante de todas.

Por tratarse de personas tan peligrosas, la Policía Judicial tuvo que realizar un operativo muy detallado y casi perfecto, afortunadamente ese día la suerte estuvo de su lado.

Minor Araya, exjefe del Servicio Policial de Intervención Inmediata (SPII), que en el 2009 pasó a ser el Servicio Especial de Respuesta Táctica (SERT), fue uno de los agentes que estuvo cara a cara con los militares.

“Recuerdo cuando me dijeron que este era un trabajo en el que no podíamos fallar. Imagínese la presión, porque era un hotel de lujo y lleno de personas, cualquier cosa que pasara ahí le iba a dar la vuelta al mundo”, dijo Araya.

Escenario complicado

Araya contó que aún recuerda cuando lo llamaron desde la Dirección General del OIJ para informarle sobre la arriesgada operación.

Paramilitares colombianos detenidos en Belén en el 2002- Foto Archivo.
Los cafeteros fueron custodiados en todo momento, pues se sabía que eran muy peligrosos. Foto Archivo.

“Cuando nos dijeron que el FBI y la DEA estaban detrás de estos tipos, nos dimos cuenta de que eran ganado bravo, el asunto iba a estar complicado, porque al ser paramilitares era posible que tuvieran conocimientos policiales y militares, lo que los hacía sumamente peligrosos”.

La preocupación de Araya estaba bien justificada, pues trascendió que tanto el comandante Napo como el comandante Emilio eran expertos en armas, equipo militar y entrenamiento de reclutas.

Como si el perfil de los militares no fuera suficiente riesgo, los agentes se toparon con otra situación que complicaba aún más el escenario.

“Me dijeron que había otro factor de alto riesgo en este caso y era que las capturas debían realizarse en ese famoso hotel en horas del día.

“En trabajos así existe posibilidad de que haya intercambio de disparos, por eso se trata de acomodar todo para la madrugada, cuando hay menos gente en la calle y el objetivo está menos dispuesto a pelear, pero en este caso no fue así”, detalló Araya.

La idea de detener a los cafeteros en el parqueo del hotel vino de las autoridades gringas, pues el agente encubierto, conocido como Alex, había quedado de verse con los militares en ese lugar para luego llevarlos a dar una vuelta para que conocieran un poco del país.

Pensar como el enemigo

Para diseñar el operativo de captura, Araya tuvo que ponerse en los zapatos del enemigo, pues sabía que no se trataba de delincuentes comunes sino de hombres con alta preparación y que posiblemente podrían contar con escoltas o algún plan para contrarrestar una emboscada.

“El operativo tenía dos vertientes: una era detener a los sospechosos de forma que no pudieran reaccionar o subirse a un vehículo.

“Lo segundo era proteger todo el perímetro del parqueo, esto ante la posibilidad de que pudiera haber gente que fuera guardaespaldas o que trabajara de forma táctica militar con los sospechosos”, explicó.

Paramilitares colombianos detenidos en Belén en el 2002- Foto Archivo.
Las autoridades gringas le dieron al OIJ toda la información necesaria para agarrar a los militares. Foto Archivo.

Araya tenía muy claro que la operación tenía que ser precisa y rápida, pues existía el riesgo de que los “comandantes” los atacaran con algún tipo de rifle de asalto o incluso con una granada de fragmentación.

Se le salieron los ojos

El día del operativo más de cinco carros del OIJ se estacionaron alrededor del parqueo, Araya y cinco de sus agentes se quedaron dentro de una microbús blanca a la espera de los extranjeros.

Cuando Araya vio a los tres colombianos salir del hotel el corazón se le aceleró, pues en ese momento ocurrió algo que ni él mismo esperaba.

“Ellos venían directo a la microbús, entonces yo decía ‘Dios mío, vienen hacia nosotros, ¿por qué vienen hacia acá?’, fue como algo sacado de un cuento o una película, pues era perfecto para el plan.

“Cuando di la orden ellos estaban como a cuatro metros, entonces abrimos la compuerta y nos bajamos, recuerdo que uno de ellos pegó un grito y al otro se le salieron los ojos del susto, mientras veían las seis armas que los estaban apuntando”, detalló.

Araya está seguro que en ese operativo contaron con ayuda divina, pues aún le parece increíble como los colombianos se acercaron tanto a la microbús, como si se tratara de bichos atraídos a un bombillo encendido.

Subestimaron Costa Rica

En aquel momento llamó mucho la atención que sujetos con tanta preparación militar y que llegaron al país a realizar un negocio ilegal tan importante no contaran ni con un solo escolta, pero Araya tiene una explicación muy sencilla para esto.

“Hay algo que aprendí, casualmente de ellos, y es que nosotros como autoridades costarricenses tuvimos una cierta ventaja, pues nos subestimaron, no nos daban el valor en conocimiento, porque para ellos un país sin fuerzas armadas tiene una autoridad muy vaga y poco preparada.

“Pensaron que andaban de paseo, pero ese día se dieron cuenta que desde el criterio de investigación y táctica había gente muy preparada en nuestro país”, contó.

Araya recuerda este caso con mucho cariño, pues fue una de las operaciones más brillantes del ya desaparecido SPII, al punto de que actualmente en las páginas web del FBI y de la DEA aún se encuentran documentos que destacan la operación y la captura de los colombianos.

Paramilitares colombianos detenidos en Belén en el 2002- Foto Archivo.
El FBI grabó varias de las "negociaciones" que tuvieron con los paramilitares. Foto Archivo.

Terror blanco

Luego de la captura de los tres extranjeros, quienes fueron extraditados a Estados Unidos en el 2004, se revelaron más detalles de la operación “Terror Blanco” y de cómo estos se fueron resbaladiticos en la trampa del FBI.

La investigación inició en setiembre del 2001, cuando un hombre identificado como Uwe Jensen, quien también fue detenido en el operativo internacional, contactó a agentes encubierto del FBI, que supuestamente tenían contactos en Europa del este y lo ayudarían a comprar armas militares para la AUC.

“Jensen y su socio, Carlos Ali Romero Varela, comenzaron negociaciones en Houston con nuestra fuente para comprar armas del Pacto de Varsovia por $25 millones en cocaína. Romero Varela envió un catálogo de armas en un CD a los líderes de las AUC en Colombia”, informó el FBI en un documento.

Al ver las fotos de las armas de guerra, los comandantes Napo y Emilio quedaron como locos, e hicieron una lista como si le estuvieran pidiendo al Niño.

Según el FBI, los paramilitares querían comprar misiles antiaéreos, 9 mil rifles de asalto, incluidos AK-47; metralletas y rifles de francotirador; lanzagranadas propulsadas por cohetes y cerca de 300 mil granadas y 300 pistolas.

Montaje

Para que la negociación pareciera real, el FBI realizó varias reuniones para endulzar a los paramilitares, específicamente en Londres, Panamá y Saint Croix, en Islas Vírgenes del Caribe.

“El Departamento de Defensa nos prestó las armas y las entregó a St. Croix, donde nuestros agentes hicieron arreglos para que una experta de ellos revisara las mercancías.

“El trato estaba sellado. Fue una operación peligrosa que puso en riesgo la vida de nuestros agentes, particularmente con cámaras de video grabando en secreto la acción y el diálogo”, señalan los archivos del FBI.

La reunión final para pactar los últimos detalles del intercambio de la cocaína por el armamento se realizó en Costa Rica, donde los colombianos fueron detenidos.

En junio del 2007, un juez sentenció a Arroyave a 15 años de prisión en una cárcel federal, mientras que Blanco fue condenado a cadena perpetua por conspirar con la intención de distribuir cocaína para apoyar actividades terroristas.

Paramilitares colombianos detenidos en Belén en el 2002- Foto Archivo.
Carlos Castaño, alias el Comandante y quien fue asesinado en el 2006, fue uno de los líderes más conocidos de las AUC Foto Archivo.
Adrián Galeano Calvo

Adrián Galeano Calvo

Periodista de Sucesos y Judiciales en el periódico La Teja desde 2017. Cuenta con un bachillerato en Relaciones Públicas de la Universidad Latina y una licenciatura en Comunicación de Mercadeo de la UAM. En el 2022 recibió el premio a periodista del año del periódico La Teja.

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