Un simple bombillo encontrado en el suelo se convirtió en una pieza clave para que el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) demostrara que un joven apellidado Murillo Alemán fue quien acabó con la vida de una francesa dentro de su propio hotel.
Y es que ese simple objeto resguardaba una importante evidencia que, junto a otras pistas, demostraba que Murillo estuvo en el hotel Pachamama Jungle River Lodge, en punta Uva de Cahuita, en Limón, cuando Estelle Marie-Claire Jeanne, de 51 años, fue asesinada.
El crimen ocurrió la noche del miércoles 26 de octubre del 2016 y por ese hecho el sujeto fue condenado a 16 años de cárcel en el 2018.
Un investigador del OIJ, apellidado Campbell, tuvo un papel fundamental en este caso y fue quien reveló que la resolución del crimen se dio en gran parte al “principio de rareza”, que la Policía Judicial aplica en escenas como esa.
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“Hay principios criminalísticos como este, que son claves dentro de la investigación policial, por eso debemos echar mano de cada uno de estos para ver con perspicacia todos los elementos de una escena y así sacar adelante el caso.
“En el momento que nosotros pasemos por alto alguno de estos principios, nos puede traer al traste la investigación, porque no hay crimen perfecto”, indicó Campbell.
“Principio de rareza: La determinación de considerar algo como evidencia dependerá frecuentemente del hecho de que este parezca estar fuera de su lugar o que sea inusual que dicho artículo se encuentre en determinado lugar, y en el hecho de que su condición indique un cambio inusual.”
— Libro de la Unidad de Capacitación del OIJ.
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Asfixiada al pedir ayuda
El investigador recordó que él y otros de sus compañeros llegaron al lugar del crimen luego de recibir una alerta por parte de la Fuerza Pública. A los policías un hombre les dijo que había encontrado el cuerpo de la europea a un costado de la recepción del hotel.
“La víctima tenía como una especie de pañuelo alrededor del cuello, lo que se presume es que esta señora pudo haber tratado de pedir auxilio y por eso intentaron silenciarla por medio de esa amarra que le produjo la asfixia, que fue la causa de muerte”, contó Campbell.
Tras hacer una rápida inspección de la escena, los investigadores pudieron determinar que el ataque ocurrió mientras le empresaria estaba trabajando, pues la computadora de la recepción estaba encendida y sin bloqueo de acceso. Lo curioso es que en ese lugar no encontraron ningún tipo de desorden.
“En la casa de la señora, que estaba como a cincuenta metros de la recepción, sí habían signos de registro, por todas las habitaciones, especialmente en cajas fuertes y en los armarios de la señora, esto nos indicaba que se había cometido otro delito aparte del homicidio y que el móvil de este había sido el robo”, añadió.
Campbell recordó que para aquel entonces el OIJ estaba tras los pasos de una violenta banda que se dedicaba a asaltar negocios en Limón, principalmente hoteles, por lo que sospechaban que el crimen de la europea podría tener relación con ese grupo.
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Ante este panorama es que los investigadores decidieron solicitar la colaboración de un especialista en atención del sitio del suceso, que para ese momento era un recurso pionero en la Policía Judicial.
“También se pidió la mano de la técnico en Lofoscopía forense, que es una especialista en el área de identificación de cualquier tipo de huella, para individualizar a alguna persona sospechosa”, añadió.
Bombillo dio luz
Pese al desorden que había en la casa de la francesa, los especialistas no encontraron ni una sola huella en ese lugar, situación que ponía la investigación cuesta arriba.
Sin embargo, la situación cambio por completo cuando los agentes realizaron una inspección en el parqueo de las bicicletas para rentar, que estaba detrás de la recepción del hotel, lugar donde aplicaron el mencionado principio de rareza al ver un objeto “fuera de lugar”.
“En esa área, donde estaban las bicicletas, encontramos sobre el suelo un bombillo en perfecto estado y al observar el techo del parqueo, nos dimos cuenta que faltaba el bombillo en la lámpara que estaba justo arriba.
“Lo extraño de esa situación era que si ese bombillo se había caído de la lámpara, ¿cómo fue que no se quebró? Esto nos hizo pensar que probablemente ese bombillo estaba iluminando el lugar donde estaba el cuerpo y, al no encontrar los sospechosos la forma de apagar el bombillo, lo que hicieron fue quitarlo para que las personas que pasaban por la calle principal no vieran el cadáver”, explicó Campbell.
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“Incluso a nosotros nos costó ubicar dónde estaban los interruptores de luz, entonces eso nos incrementó la teoría del caso de que ellos, al no poder apagar la luz ,decidieron quitar el bombillo”.
— Campbell, Investigador del OIJ.
De inmediato, el bombillo fue analizado por la especialista en Lofoscopia, quien encontró una huella dactilar sobre la superficie de este. Los agentes recolectaron dicha evidencia y la enviaron al archivo criminal con la esperanza de encontrar alguna coincidencia.
“Semanas después esta huella dio resultado positivo con las huellas de una de las personas (Murillo Alemán) que ya nosotros teníamos identificada porque andaba haciendo robos a los locales comerciales de la zona junto a otros individuos”, detalló.
Evidencias lo ligaban
Una vez con el resultado de que la huella en el bombillo coincidía con la de Murillo, los agentes se encargaron de investigar los movimientos del sospechoso para traerse abajo cualquier coartada que este pudiera inventar para no ser detenido.
“Descartamos cualquier tipo de coartada, porque comprobamos que esta persona en ningún momento laboró en ese hotel, tampoco fue huésped ni brindó ninguna labor de mantenimiento, por lo que no había razón alguna para que en ese bombillo estuviera la huella de esa persona sospechosa”, dijo el investigador.
Además de esa prueba clave, los investigadores consiguieron videos de seguridad de negocios cercanos al lugar donde se encontró el cuerpo, en los que se observaba al sujeto en las cercanías del hotel en la fecha del homicidio.
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“Ese mismo día, en la noche, varios testigos lo vieron dentro de una maleza, ocultando artículos que luego se supo eran de la mujer fallecida. Luego se determinó que, dentro de los objetos sustraídos a la víctima, estaba un teléfono celular, el cual fue recuperado tiempo después y fue vendido por el imputado, todo lo cual sustenta la probable participación de él en los hechos”, detalla una resolución del Tribunal de Apelación de Sentencia Penal del II Circuito Judicial de San José, con fecha del 27 de febrero del 2008.
“Podría decirse que si no hubiera cometido ese hecho de quitar el bombillo, se nos hubiera complicado la investigación, porque en ningún lado pudimos encontrar huellas”.
— Campbell, Investigador del OIJ.
Atrapado y condenado
Finalmente, el OIJ detuvo a Murillo el miércoles 7 de diciembre del 2016 en Hone Creek de Talamanca, en Limón, de donde era vecino. Para ese momento el sospechoso tenía 21 años.
Según el investigador, en el crimen de la empresaria francesa habrían participado otros miembros del grupo de asaltantes que habían estado investigando y que pocos meses después fue desmantelado por la Policía Judicial.
“Murillo era una persona que ya había sido procesado por otros casos similares e incluso ya había estado en prisión, sin embargo, para efectos de este caso no se pudo determinar la participación de otras personas.
“Este muchacho era vecino de la zona por lo que la conocía muy bien el lugar, a nivel criminológico y sociológico podemos decir que era vecino de un barrio conflictivo y que su modo de vida era dedicarse a cometer hurtos por descuido y luego empezó a meterse a robar a locales comerciales”, explicó.
En julio del 2018, Murillo aceptó los cargos y se sometió a un procedimiento especial abreviado para no tener que ir a juicio, por lo que el Tribunal de Juicio de Talamanca lo sentenció a 16 años de prisión.
“Podría decirse que si no hubiera cometido ese hecho de quitar el bombillo, se nos hubiera complicado la investigación, porque en ningún lado pudimos encontrar huellas”, reconoció el agente.