Las suelas, los pies, las manos o los dientes no son las únicas huellas que quedan después de un crimen.
Cualquier medio tecnológico, por ejemplo los celulares, pueden dejar un rastro tan detallado, que permite resolver un crimen considerado como perfecto.
Justamente el análisis de varios de estos aparatos llevó a las autoridades judiciales costarricenses a descubrir un caso de fratricidio (cuando un hermano mata o participa en la muerte de su hermano).
La noche del sábado 30 de junio del 2018, la Fuerza Pública y el OIJ debieron acudir a una casa en Rohrmoser, Pavas en San José, donde yacía el cuerpo de un hombre baleado y flotando en la piscina de la vivienda.
Se trataba de Erick Felipe García Junes, de 27 años, oriundo de Liberia, Guanacaste, pero radicado en la capital. Él era un hombre soltero y padre de dos menores. El homicidio ocurrió en la casa en la que vivía.
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La alerta de esta muerte la dio Michael Eduardo Junes Acuña, hermano mayor de Erick y quien también vivía en la vivienda, junto a su pareja sentimental de apellido Acevedo y la hija de ambos. El aviso del homicidio entró por el 9-1-1 a las 11:30 p.m., de ese sábado.
La versión que dio el hermano, fue que Erick tenía una fiesta en el área de la piscina y que personas armadas entraron y atacaron al joven. Durante la agresión también resultó golpeado Jonathan Hernández, amigo de Erick, según consta en la sentencia de la cual La Teja tiene copia.
Los hombres se lanzaron contra Erick García y Jonathan Hernández, los golpearon en reiteradas ocasiones a punta de puñetazos y patadas, los lanzaron a la piscina, instante en el que uno de los agresores sacó un arma de fuego y le disparó a Erick, provocándole una herida que le causó la muerte en el sitio.
Michael afirmó que estaba en uno de los cuartos, en la segunda planta de la casa, cuando ocurrió el ataque. Esta situación lo convirtió en uno de los testigos, así como a Jonathan.
Señaló que había llegado a la casa a las 11:15 p.m., y que dejó el portón entre abierto porque su pareja estaba próxima a llegar, este hecho hizo dudar a las autoridades, porque la casa está ubicada en una zona cercana a áreas conflictivas.
Otro testigo, un hombre de apellido Montero, vecino de los hermanos Junes, le manifestó al OIJ que esa noche estaba al frente de su casa cuando vio un carro sedan rojo parquearse al frente de su vivienda y varios de los ocupantes entraron a la casa de los hermanos Junes. En apariencia, el portón principal estaba abierto; asegura que él no sintió temor porque entre esos hombres estaba Michael Junes.
No obstante, un amigo de Montero que estaba en el sitio sintió que los iban a asaltar y prefirieron entrar a la casa, donde después escucharon el disparo, luego los hombres salieron en el mismo vehículo a toda velocidad.
Los ocupantes de este automotor eran los sospechosos, ¿quiénes eran?, se trataba de la pregunta que debían resolver los investigadores para descubrir las razones y a los responsables del homicidio de Erick.
La mujer de apellido Acevedo, pareja de Michael Junes les dijo a las autoridades que llegó a la casa el 1 de julio de ese año, a eso de las 00:30, es decir, la casa permaneció cerca de una hora abierta, de acuerdo con la primera versión de Michael.
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Tecnología los delató
El OIJ analizó a la familia Junes y descubrieron que los hermanos mantenían rencillas, esto lo supieron de acuerdo a varios testigos, entre estos la niñera de la hija de Michael, una mujer de apellido Torrentes, así como de otros allegados. Además, los hermanos tenían procesos legales abiertos.
Torrentes dijo que Michael y su pareja (papás de la niña que ella cuidaba) en apariencia le pegaban a Erick. Desde ese momento, Michael pasó a ser testigo/ofendido por la muerte de su hermano a uno de los principales sospechosos del crimen.
Supuestamente, Erick tenía problemas de adicción a las drogas y al alcohol; mientras que Michael y su pareja se destacaban por ser personas trabajadoras, señaló la investigación.
Las autoridades se encontraban frente a un caso complejo, sin embargo, los rastreos de los celulares llevaron a la Fiscalía de Pavas a pedir condena contra Michael, además de otros dos hombres por la manera en la que le quitaron la vida a Erick.
Para ese entonces, Michael trabajaba en un restaurante fino junto a su pareja en Escazú y entre las funciones que él tenía estaba coordinar las reservaciones de clientes que llegaban por medio de mensajes a un celular del negocio.
Este celular no le pertenecía, no obstante siempre lo tenía en su poder para cumplir con su trabajo.
El aparato regresó a las manos del dueño del restaurante, quien se lo pidió a la pareja de Michael, luego de darle unos días para que guardara luto por su hermano.
Cuando el jefe revisó el celular vio que había dos contactos bloqueados, en uno de estos salía en la foto de contacto con otros sujetos que tenían armas de fuego.
Las autoridades le pidieron al entonces jefe de Michael el celular para revisarlo, también vieron los números bloqueados los cuales aparecían a nombre de José Eduardo Portillo Alvarado, conocido como “Chepe” y Williams Antonio Rojas Chavarría, alias “Hiena”.
Los investigadores determinaron el número personal de Michael, luego solicitaron un rastreo telefónico del celular personal de Michael, el del trabajo y de los dos contactos bloqueados.
Las autoridades buscaron frecuencia de llamadas y determinaron que Michael tenía varias al celular de José Eduardo Portillo; incluso este último activó radio bases que permiten la conexión entre celulares horas antes del crimen en Escazú, Villa Esperanza de Pavas y a 300 metros de la casa en la que vivían los hermanos, esta última cerca de las 11:42 p.m., muy cercana a la hora del homicidio de Erick.
Además, “Hiena” solo registró contacto telefónico con Michael Junes la noche del 30 de junio del 2018 y la madrugada del 1 de julio de ese año desde Pavas y en La Carpio de La Uruca. “Hiena” además tenía llamadas con José Eduardo Portillo ese mismo día y activó radio bases a 300 metros de la casa de los Junes.
La investigación determinó que José Eduardo Portillo era un taxista pirata en Pavas.
“El Tribunal Penal de Pavas descarta que la relación telefónica del 30 de junio del 2018 sea parte de esa normalidad, toda vez que el vehículo que conducía Portillo Alvarado en esa fecha tiene las mismas características que aquel observado en los videos de seguridad obtenidos”, señaló la sentencia.
Estos videos fueron dados a conocer a los medios de comunicación y pedían ayuda para reconocer el vehículo.
Para ese momento, los celulares de estas personas estaban intervenidos y una mujer de nombre Yerlyn, supuestamente novia de José Eduardo Portillo lo llamó y le dijo que el carro de él lo estaban vinculando con un homicidio en Rohrmoser; además le decía que este carro era el mismo que había vendido hacía poco.
Esta era otra pista clave para las autoridades.
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A raíz de esto, Portillo llamó a Michael Junes y le dijo que el OIJ lo buscaba, decidieron hablar luego del tema. Luego el 20 de diciembre ambos mencionaron a un hombre que hablaba mucho en el carro que no era “Hiena”, sin embargo, los hombres se habrían frenado de seguir hablando del tema, quizás porque temían que sus teléfonos estuvieran intervenidos; así fue como “Hiena” entró en la investigación y sobre todo porque su número estaba entre los bloqueados de Michael.
Todos estos hechos fueron llevados a juicio el 13 de mayo del 2020 y Michael Junes Acuña fue condenado a 25 años de prisión por el homicidio calificado contra su hermano.
Mientras que a José Portillo, alias Chepe, y William Rojas, conocido como Hiena, les impusieron 20 años de prisión; no obstante, apelaron la sentencia y se las redujeron a 12 años por el delito de homicidio simple.
Otros involucrados se salieron con la suya al no dar con sus paraderos.