Los mejores 30 policías, de distintos cuerpos policiales, en 1993 fueron mandados a Limón a frenar una ola de homicidios, amenazas y tráfico de drogas a cargo de varios grupos narcos.
Los oficiales antes de cada operativo colocaban las patrullas en fila y metían un cassette en el radio con la popular canción “Bad Boys” de Inner Circle, con la que se inyectaban su buena dosis de adrenalina para empezar la peligrosa jornada.
Así lo recuerda el criminólogo Gerardo Castaing, quien fue designado como comandante de ese grupo. Él laboraba para el OIJ y tan solo un mes antes había estado en el sonado secuestro de la Corte Suprema de Justicia.
Ese megaoperativo de 1993 fue la primer gran batalla contra el narco en la provincia, guerra que ya lleva 29 años y cuyo capítulo más reciente ocurrió el pasado miércoles 2 de marzo con la masacre de siete personas en la antigua finca Los Pintos, en La Bomba de Limón.
Arrodillados y con balazos en la cabeza, el pecho y las piernas, así encontraron las autoridades a Leonardo Bonilla Pérez, de 39 años; Danny Hernández Fernández, de 46 años y alias Ratón; Alejandro Salazar López, de 26; Michael Kelly Davis, de 29; Royandy Cook Beckford, de 21, y Diván Michel Bustos, de 34 y a un hombre que estaba dentro de una construcción identificado como José Bernardo Montoya Arias, de 51 años.
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Este hecho revivió la experiencia protagonizada por los primeros 30 valientes del Comando Rasta en el Limón de 1993. La Policía había perdido el control de la provincia, por lo que el Gobierno ordenó que se integrara un grupo de oficiales para retomar la zona.
“Era el primer gran operativo narco que se realizaba en país a ese nivel. Teníamos carros, avionetas, helicópteros, ambulancias, y a todas las policías a disposición de nosotros, porque la intervención era urgente, ahí las bandas rivales de narcotráfico se estaban disparando con ametralladora a cualquier hora”, recordó el exoficial del OIJ.
Limón en aquellos años se había convertido en un punto clave para el narcotráfico, la cocaína llegaba en embarcaciones y era almacenada en viviendas.
Aunque los grupos ya se venían enfrentando, hubo dos hechos que desataron la guerra, el primero de ellos ocurrió el 25 de abril de 1993, cuando Debon Anthony Booth, de 40 años, fue asesinado en las afueras de su casa. Él fue considerado por la Policía como el creador del primer grupo narco en el Caribe.
Era apodado como Jamaiquino, por su nacionalidad. Dos hombres llegaron a su casa en barrio Roosevelt a buscarlo, él salió junto a su esposa, y según relató la mujer al diario La Nación, uno de los hombres estaba fumando y le lanzó el humo a su marido en la cara y le dijo que la charla era a solas y le indicó a ella que se metiera.
Debon Anthony salió a hablar con los hombres, se sentó en la cajuela del carro y en ese momento hubo una ráfaga de por lo menos quince disparos de ametralladora, cinco de esas detonaciones lo alcanzaron. Cuando la esposa salió de la casa lo cargó en sus brazos, Debon suspiró y falleció.
Aunque la familia aseguraba que él no tenía nada que ver con drogas, que solo tenía embarcaciones y que llegó al país porque su madre tenía 14 años de vivir en Limón, para la Policía el homicidio se dio porque lo señalaban por la desaparición de 70 kilos de cocaína de alta pureza que le pertenecían al cartel de Calí (Colombia).
La violencia estaba en lo más y mejor y apenas cinco días después del homicidio de El Jamaiquino, fue asesinado el 30 de abril Albert Warren Joung, conocido como Jimbo, cuando caminaba por unas canchas de baloncesto de Limón. Lo atacaron con una AK-47 y fue prácticamente degollado por los disparos que recibió.
No hubo testigos, ni rastros, solo silencio por el miedo.
Los homicidios provocaron que las balaceras con ametralladoras aumentaran, además que se dieran amenazas telefónicas contra la Policía y atentados por venganzas entre los grupos. Mientras que los policías andaban con pistolas, los delincuentes, quienes eran jóvenes, cargaban ametralladoras.
Incluso una vez dispararon contra la delegación del OIJ de Limón y contra las patrullas de la Policía para demostrar que no tenían miedo, los tiroteos más constantes eran en Moín y Cieneguita, no dejaban heridos, pero sí advertían sobre lo que podía pasar si alguna persona los denunciaba o se metía contra ellos.
Toda la carga en Limón
El comando llegó a Limón el 3 de mayo de 1993 y estaba integrado por oficiales del OIJ, Guardia de Asistencia Rural, Policía Especial de Apoyo, Policía Antidroga, Guardia Civil y la Unidad de Protección del Delito (UPD).
El excoronel de la Fuerza Pública José Fabio Pizarro Espinoza, alias “Toro”, quien descuenta una pena de 10 años de cárcel por tráfico internacional de drogas, fue el subcoronel de ese operativo, pues era considerado uno de los mejores policías y estaba muy capacitado.
El comando montó el campamento en el aeropuerto de Limón, Castaing recuerda que la canción que fue escrita en el 87, pero que en el 1993 era muy famosa, era una forma de motivar a todos los oficiales, pues el operativo era de mucho riesgo. A todos les encantaba la canción y antes de salir a buscar a los delincuentes la ponían a todo volumen.
“Era para motivarlos y darle ese estímulo, la situación era muy tensa la canción la teníamos guardada en cassettes”, detalló Castaing.
“Uno de los objetivos de nosotros era un hombre, Archibal, quien salía con un bote cargado de chayotes y otras verduras a la Isla San Andrés, se iba a vender y con la plata compraba cocaína y en las noches regresaba tarde y con las luces apagadas, ese era un pequeño ejemplo de cómo muchos traían la droga y fue detenido”, dijo Castaing.
Allanamientos fracasados
En varias ocasiones los narcos dispararon contra agentes del OIJ, y el comando siempre estuvo en alerta porque les dijeron que les iba a balear el campamento.
Esto nunca ocurrió, pero sí fue baleado un concierto que se realizaba en el polideportivo de Japdeva. No hubo heridos.
La operación Rasta se prolongó a lo largo de tres meses, el lugar más peligroso era el barrio Roosevelt, pues ahí se almacenaba la droga.
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El 7 de mayo de 1993 el comando allanó varias casas, pero tanto a los sospechosos como a las drogas se los tragó la tierra; sin embargo, el entorno no permitía a los cuerpos policiales descartar que el narcotráfico ya se había apoderado de Limón y era un puente de traficantes internacionales. Los vecinos se limitaban a estar en silencio y no salir de sus casas.
El Hospital Tony Facio era el mejor testigo de que el asunto narco estaba caliente. Al centro médico limonense ingresaban por semana tres personas intoxicadas por drogas, unas llegaban por sus medios y a otras la Policía o la Cruz Roja las juntaba en las calles.
El comando empezó a detectar que ellos no avanzaban, pero la situación con las drogas mantenía su ritmo. La razón obedecía a la colaboración de oficiales e investigadores con los delincuentes, esa era la razón por la que caían a distintos lugares y no encontraban nada. En total fueron investigados 12 funcionarios, algunos perdieron sus trabajos.
Cayó la enfermera
Con la caída de los infiltrados, los esfuerzos del comando empezaron a dar frutos. El primer golpe fue la detención de once colombianos que entraron ilegales al país y que estaban alquilando unos cuartos frente a la comandancia. Ellos aparentemente eran clientes de El Jamaiquino, quien les facilitaba la droga para venderla. Ellos fueron deportados el 11 de mayo.
Castaing recuerda que una de las capturas más importantes que tenían que hacer era la de una enfermera de apellido Mc Carthy, quien se había metido en el ilegal negocio.
“Ella era sospechosa de almacenar la droga, entonces para nosotros era muy importante encontrarla y detenerla, pero era difícil porque no lográbamos ubicarla”.
Un hermano de la enfermera contactó a Castaing para que se vieran, pero él tenía que ir solo al encuentro. El entonces José Fabio Pizarro Espinoza, subcoronel en ese megaoperartivo, trató de convencer a Castaing de que no fuera.
“Yo en ese momento le dije, ‘necesitamos detenerla, yo voy y usted me espera en el campamento’. El hombre (informante) me dijo que tenía que irme caminando por una calle sola como 200 metros y cuando me topara un bus amarillo me subiera y así fue, el chofer era el hermano de la enfermera.
“Dentro del bus estaba muy oscuro, yo me senté adelante cerca del conductor y él me dice ‘¿donde vamos?’ y yo le contesté ‘al aeropuerto’, (donde estaba el comando).
“Seguimos al aeropuerto y el guarda de la caseta tenía un arma M-16 y la orden de disparar si veía algo inusual, apenas me dio tiempo de guindarme de la puerta del bus y decirle ‘soy Castaing’ para que no disparara y a unos metros estaba todo el comando con todas las armas en posición listos para disparar y otra vez, apena les pude decir a Pizarro que no dispararan”, recordó.
Castaing asegura que el hermano de la enfermera le preguntó si la iban a torturar y hasta ese momento vio que ella estaba sentada atrás en el bus.
“La detención de ella era muy importante, era un logro para nosotros”, dijo el criminólogo, la mujer fue llevada a la delegación del OIJ con una gran escolta policial.
En la vivienda de la enfermera las autoridades decomisaron 22 kilos de droga.
Cayó pez gordo
Uno de los logros más importantes del operativo Rasta fue la detención de Julio Medina uno de los principales contactos del cartel de Calí en Limón.
Medina cayó junto a dos hombres más con cuatro kilos de cocaína en una vivienda ubicada en Roosevelt.
“Cuando nosotros salimos de Limón había paz y tranquilidad, obviamente quedaban delincuentes, pero ya eran de muy bajo perfil y estuvo tranquilo por bastante tiempo”, dijo don Gerardo.