El Novelón

Bombero quedó marcado al encontrar una familia envenenada por su propia madre

El rescatista asegura que en vez de ir a apagar un incendio se encontraron con una escena de asesinato

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Al bombero Edgar López Varela aún se le hace un nudo en la garganta al recordar una de las tragedias que lo marcaron a lo largo de su carrera como rescatista.

Se trata de la mujer que envenenó al esposo e hijos, ella trató de ocultar el despiadado hecho provocando un incendio para hacer creer que murieron por las llamas, pero el plan no le funcionó.

Las víctimas fueron Yamil José Hernández López, de 32 años; sus hijas María de los Ángeles, de 5 años; María Celeste, de 3; y Sebastián, de dos meses de nacido. La quinta víctima y responsable de las muertes fue Melina de los Ángeles Montero Navarro, de 26 años.

Yamil Hernández junto a sus hijas María de los Ángeles, de 5 años, María Celeste, de 3 y Sebastián, de dos meses, en brazos de Melina Montero Navarro. Foto: Archivo GN

López recuerda cuando los llamaron para darles la alerta de ir apagar el fuego, estaban por terminar el turno e irse a descansar; sin embargo uno de los días más duros de su vida estaba por iniciar, fue el sábado 6 de febrero del 2010, a las 5:40 de la mañana ,cuando tuvieron que ir a la urbanización Kurú, en Purral de Goicoechea.

El bombero recuerda que la casa donde vivía la familia queda en el medio de una alameda, cuando llegaron les llamó la atención que el fuego era diferente, muy negro, y solo salía en determinadas partes de la vivienda.

“El desarrollo de las llamas en una estructura es cíclico, empieza en un punto de origen y se va desarrollando dentro del edificio, este no, en esta casa había focos de origen, eso quiere decir que hubo premeditación, alguien encendió los focos, fue lo primero que pensamos al llegar”, detalló López.

Estos focos estaban en la sala, comedor, baño y patio de la casa 440.

Se toparon con mucho humo, uno de los compañeros de López subió a una segunda planta y vio que había personas, dio el aviso y comenzaron a sacarlos con la intención de salvarlos. Se trataba del esposo que estaba sobre la cama y el bebé estaba sobre un coche cerca del papá, pero ya habían fallecido.

La tragedia ocurrió en la casa 440 de Kurú de Goicoechea. Foto: Archivo GN

Mientras que en la primera planta hallaron a las niñas, acostadas sobre un sillón, envueltas con una sábana, también sin signos vitales.

“Cuando los sacamos tenían signos diferentes al envenenamiento por humo; traían espuma en la boca, la piel era rojiza, el cuerpo estaba muy tieso, eso ocurre cuando ya se lleva bastante tiempo fallecido”, explicó el bombero.

En ese momento se dieron cuenta que no era un incendio normal, por lo que decidieron controlar las llamas y avisar al OIJ.

“Dijimos que había mano criminal, decidimos no tocar nada más para no alterar la escena”.

“Como ya habíamos sacado al bebé de dos meses y a la niña más grande los comenzamos a revisar, la paramédica nos dijo que era muy raro porque tenían síntomas de intoxicación, el instinto de bomberos es resucitar la vida de las personas, pero aquí no se podía, ese momento para uno es frustrante y hay ansiedad en la que uno piensa ‘no logramos nada’”, recordó el bombero.

A Melina la encontraron los agentes del OIJ sobre una cama en un cuarto al lado de donde estaban su esposo e hijo menor, la sacaron aún con vida, pero murió en una ambulancia, frente a la Municipalidad de Goicoechea, cuando era llevada al hospital Calderón Guardia.

“Se suponía que íbamos a controlar un incendio, pero eso era una escena de asesinato caótica, apagamos el fuego y luego vimos una escena horrible”, expresó el bombero.

En la casa de la familia encontraron cuatro focos de donde comenzaba el incendio. Foto: Archivo GN

López era jefe de estación en Guadalupe y a pesar de su alto cargo y gran experiencia se sintió impotente por no poder salvar a los niños, en ese momento pensó en sus hijas, quienes en la actualidad tienen 25 y 23 años.

“A mí siempre me repercuten los casos en los que hay niños, mis hijas ya están grandes aunque para mí siempre serán chiquitas, este trabajo a uno le deja esas enseñanzas de querer compartir tiempo de calidad con la familia”, detalló López.

El bombero Edgar López Varela quedó marcado por la tragedia que golpeó en Kurú. Foto: Cortesía para LT

Rezaron por las víctimas

“Llamé al director de Bomberos (Héctor Chaves), me sentí abrumado y decidí quedarme afuera de la casa, pensé que solo yo me había impactado, pero no, un compañero de nombre Julio, ya él se pensionó, le afectó mucho y el carácter fue de enojo, decía ‘¿cómo es posible?, ¿cómo pasó?’”, fueron momentos difíciles, describió López.

El bombero cuenta que luego él rezó por las víctimas y hasta por la mujer que las mató.

“Soy bastante creyente, en aquel momento cuando llegué a la casa en las oraciones le encomendé las almas, sobre todo de esos niños, hasta pedí por la misericordia de Dios por la persona que lo provocó”, aseguró.

Los judiciales levantaron los restos de la familia. Foto: Archivo GN

La única pregunta que se hacía López era sobre la dificultad que tuvo que haber pasado la responsable para provocar todo.

“Me decía ‘¿qué difícil lo que pasó por la cabeza de esa señora, de matar a sus tres muñequitos junto a su esposo?’, no tuve respuesta, no estoy justificando ni juzgando, me dolía ver a los chiquitos sabiendo que la que los mató fue la mamá”.

“A veces la gente cree que el personal del servicio de emergencias no come, no tiene emociones, pero vieras que sí, todos siempre lidiamos con casos que impactan, que nos marcan, algunos creen que se nos hace como una concha de ver tantas cosas, pero más bien uno es más empático y piensa más en esas familias y valora la propia”, aseguró.

Todo el escuadrón de bomberos necesitó terapia psicológica para sobrellevar la escena del crimen que encontraron.

Tenían horas de muertos

El OIJ desde un principio sostuvo que se trató de un homicidio.

“Nuestra principal hipótesis es un homicidio múltiple y un posterior suicidio...”, precisó, Francisco Segura, subdirector del OIJ en el 2010, quien agregó que se encontraron “líquidos” que analizaron en un laboratorio.

Cuando los bomberos encontraron los cuerpos, el marido tenía ocho horas de fallecido, los menores entre cuatro y cinco, a ellos les dieron Lannate que es un insecticida.

El fuego fue provocado amontonando ropa y echando diésel mezclado con otra sustancia inflamable, los molotes estaban cerca de la puerta principal y las ventanas, con la intención de que si las víctimas reaccionaban no tuvieran cómo salir.

Al parecer, la razón por la que la mujer mató a su familia fue por una depresión postparto; sin embargo las autoridades señalaron que contó con tiempo para planear la muerte de cada uno de sus seres queridos.

Esta tragedia marcó a los vecinos de Kurú, quienes siempre vieron a la familia unida y con proyectos.

La familia fue separada, Yamil el papá fue sepultado en Nicaragua y sus hijos y esposa en Goicoechea. Foto: Archivo GN

Familia separada

Yamil era nicaragüense, había llegado a suelo tico en el 2002, en el 2004 se casó con Melina en el Parque de Diversiones, ellos se conocieron en un bar en San Pedro, Montes de Oca.

Yamil nunca le dijo a su familia que estuvieran atravesando un problema familiar, incluso siempre hubo una relación muy afectuosa, ambos trabajaban para una ferretería.

El cuerpo de Yamil José Hernández fue repatriado a Nicaragua, fue despedido en la iglesia San Sebastián del barrio Monimbó.

Mientras que a sus hijos y esposa los despidieron en la capilla de Purral y los sepultaron en el cementerio de Guadalupe, Goicoechea.

La pareja tenía seis años de casados, los allegados afirman que siempre fueron un hogar que parecía no tener problemas. Foto: Archivo GN
Alejandra Morales

Alejandra Morales

Bachillerato en Periodismo en la Universidad Internacional de las Américas y licenciada en Comunicación de Mercadeo en la UAM. Con experiencia en temas de sucesos y judiciales.

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