El bombero Andres Cruz Castro, de 31 años pasó su última noche feliz, con su esposa y sus hijas.
Andrés era profesor de música en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, en San José, pero amaba ser bombero y lo hacía como voluntario.
Su esposa, Karol Chaves, nos cuenta que tenía un gran espíritu de servicio, pero tristemente perdió la vida el miércoles 27 de marzo del 2013 al quedar encerrado en un incendio forestal que consumía terrenos en Purires, en San Pablo de Turrubares.
El incendio había comenzado tres días antes y terminó el 30 de marzo. Consumió 100 hectáreas y fueron 20 bomberos los que al final lograron vencerlo.
La noche anterior a ir a luchar contra las llamas, a Andrés lo llamaron de la estación de Bomberos de Atenas, donde era subjefe de voluntarios, y le preguntaron si podría ir a ayudar a controlar el fuego, que ya había destruido propiedades y amenazaba con llegar hasta las casas.
Karol recuerda esa llamada como si hubiera ocurrido ayer.
“Ese martes él tenía que ir a quedarse en la estación por la noche, cerca de las seis de la tarde le dijeron que había un incendio muy bravo en Turrubares, eran llamaradas terribles, abarcaban kilómetros y kilómetros de potreros. Los dueños de las casas más cercanas se unieron a los bomberos para trata de controlar el fuego, a él le preguntaban si podía ir trabajar allí el miércoles porque se suponía que estaría libre”.
Cuenta Karol que ya tenían planes para ese día fuera del trabajo, irían a celebrar el cumpleaños de un hermano de ella en el Monte de La Cruz, en Heredia
“En medio de la llamada Andrés me dijo que quería ir y yo, sinceramente, me molesté. No le dije nada más que ‘¡usted sabe que vamos para allá! (a Heredia)’. Él se quedó en el corredor con la llamada y yo entré a la casa”, recuerda.
Andrés estaba recostado a una columna del corredor y la esposa oyó que le decía a la persona con la que hablaba: “La doña tiene razón”.
En ese instante Karol reaccionó.
“Le toqué el hombro y le dije ‘vaya’ y él me dijo ‘¿segura?’; en eso le dijo a la otra persona del teléfono que ya casi la llamaba. Siguió hablando conmigo y me preguntó ‘¿no se va a enojar?’, le dije ‘Dios sabe por qué pasan las cosas, vaya”.
Andrés volvió a telefonear a la estación para avisar que sí iría a Turrubares, pero pidió que le dejaran dormir en la casa y que el miércoles en la mañana se uniría a la batalla contra el incendio forestal.
“Él lo que quería era quedarse con las chicas, esa noche fue muy diferente porque él pasó el colchón de ellas al lado abajo de nuestra cama. Le pregunté qué estaba haciendo y solo me decía que quería dormir con todas (hijas y esposa), durmió un rato conmigo y luego se fue a apachurrarlas a ellas, así amanecimos”, describió.
El miércoles, tanto el bombero como su familia salieron de la casa casi a la misma hora. La hija menor, Sofía, agarró al papá de la pierna y le pedía que no se fuera. Andrés le explicó que iría a ayudar y que se verían en la noche. La niña tenía entonces 4 años pero lo comprendió.
Andrés tomó su camino y al pasar frente de la casa vio tres helechos que había comprado y le hizo una petición a Karol.
“Él asomó la cabeza y me dijo ‘hágame un favor, écheles agua a mis helechos, cuídemelos que ya no me dio tiempo’. Esa fue la última vez que lo vi”, recordó.
Más adelante, en la mañana de aquel mismo miércoles, Karol y Andrés hablaron por teléfono. Nunca más volverían a oírse.
Andrés falleció minutos antes de la 1 p.m., pero su esposa se dio cuenta horas después. Ella y las niñas habían ido a la actividad familiar en Heredia. El director de Bomberos, Héctor Chaves, le dio la triste noticia a Karol horas después, cuando al fin pudo localizarla.
Don Héctor cuenta que aunque ha sufrido la muerte de otros bomberos, esta ha sido la única vez en la cual le ha tocado informarle a la familia del hecho trágico y recuerda el momento como uno de los más dolorosos de su carrera.
En El Monte de La Cruz Karol no tenía buena señal de celular, cuando comenzaron a salir de este sitio, le empezaron a llegar mensajes de gente que le daba las condolencias. ¿Condolencias por qué?, ¿qué había ocurrido?
Tenía muchas llamadas perdidas y ella no entendía qué estaba pasando. Lo supo cuando le entró la llamada de don Héctor.
“Solo la fuerza del cielo me dio la valentía y la inteligencia para actuar, porque si no era imposible. Siento que era Dios preparándome porque yo tenía lo que él más amaba, que eran sus tres hijas”, dice la esposa.
Otro bombero había quedado atrapado con Andrés entre las llamas, pero logró escapar. Ese sobreviviente hizo cuanto pudo por tratar de salvar al compañero, pero le fue imposible.
Familia, música y bomberos
El domingo anterior al miércoles trágico en el que falleció, Andrés le dijo a Karol que siempre le pedía a Dios no tener una muerte trágica.
“Le pregunté qué era para él una muerte trágica y me dijo: ‘morir de cáncer o en un accidente de tránsito’. Lo único que él no soportaba en Bomberos eran los accidentes en las calles, le tocó ver muchos en la ruta 27 y no le gustaba sacar gente así”.
La esposa cree que Andrés se fue como él quería, trabajando en una de sus pasiones, esa a la que dedicaba tiempo sin una retribución económica a cambio.
“Siempre dije que él tenía tres pasiones: su familia, su amor por la música y los bomberos”, dice Karol.
“Días antes de morir me decía: ‘si algo pasa, usted debe actuar así, hacer esto...’, y aunque no me gustaba escucharlo decir eso, lo escuché”, recordó.
Incluso había pedido que si llegaba a perder la vida, lo despidieran con el uniforme de bombero.
“Luego pensé ‘¿y si ya le tocaba ese día?’, recordé lo que él le pidió a Dios, que lo librara de un accidente de tránsito. Entonces no me arrepiento de haberle dicho que fuera a cubrir el incendio, nuestras hijas lo saben y los papás de él también, aún mantenemos buena relación con la familia de él”, dice Karol.
A Andrés lo despidieron con una caravana que salió del Complejo de Ciencias Forenses, en Heredia. La Policía de Transitó iba con las sirenas puestas siguiendo a la carroza funeraria y un helicóptero sobrevoló el cementerio de Atenas, el lugar de descanso final del joven profesor de música.
Y, claro, le cumplieron su deseo de irse de este mundo con el uniforme.
En la casa de la familia, el recuerdo de Andrés sigue muy presente en las fotos de los pasillos, en su casco. Una fuente al frente de la casa que Cruz había mandado hacer para su esposa y sus hijas está llena de vida porque ahora tiene peces.
Desde el 2018 la sala de máquinas de los Bomberos de Atenas se llama Cabo Andres Cruz Castro, otra manera de honrar su memoria y reconocer todo el trabajo que hizo de manera tan apasionada y responsable.
Muerte generó cambios
La muerte de Andrés dio paso a cambios dentro del Cuerpo de Bomberos.
Por ejemplo, cuando ahora hay un incendio forestal (u otro tipo de operaciones peligrosas) y hay un grupo solo en la montaña, se activa una alerta de seguridad que antes no había y todas las estaciones cercanas deben de estar en alerta por si las llaman para ir ayudar.
Don Héctor explicó que otra modificación está en el tipo de ropa. Llevar el uniforme tradicional, que tiene muchas capas, para combatir un incendio en la montaña, impide caminar de la mejor forma y le resta agilidad a quienes lo llevan.
“La ropa (de ahora) es más liviana, más ágil, en esa época se trabajaba con camisa, pantalón convencional, casco, guantes, pero buscamos equipo más ligero y que siempre proteja”, explicó.
En la actualidad también se da más apoyo psicológico tanto a familiares como a bomberos cuando alguno de ellos se ve expuesto a un accidente.
Aun con el dolor que trajo el fallecimiento de Andrés, se puede decir que, además de la huella de entrega y profesionalismo que dejó, hay una importante herencia de prevenciones asociadas a él.
En el 2020, cuando comenzó la pandemia por el covid-19, los incendios forestales cayeron a la mitad por las restricciones impuestas en el país para tratar de frenar los contagios.
Con estos números fue posible ver con total claridad que se pueden evitar.
“Este tipo de quemas pone en peligro la vida de los vecinos, animales, causa un gran daño al ambiente y se expone a los bomberos que trabajan en apagarlo”, señaló don Héctor Chaves.
Andrés Cruz fue el último bombero en morir en acción, en los 155 años que tiene la institución han fallecido 12 en el cumplimiento del deber.
Los tres helechos que Andrés dejó vivieron algunos años más después de su muerte. Karol ve en aquellas plantas un simbolismo, como si al decirle “écheles agua a mis helechos, cuídemelos que ya no me dio tiempo”, Andrés le estuviera pidiendo proteger a las tres hijas que tanto amaba.