Hay un vocho en Brasil de Mora que es tan popular que es usado hasta para dar direcciones.
“Frente a la clínica del vocho blanco”, es la forma en la que los vecinos guían a otras personas y el consultorio del dentista Wilhelm Grosser ha sido el gran beneficiado, pues su carrito le ha dado un toque especial y único a su negocio, si él está allí atendiendo a un paciente, ahí verá el carro.
Este vocho de 1967 es el vehículo que usa todos los días para ir a trabajar, por eso se volvió tan famoso en el pueblo, muchos allá, al ver la nave, saben que ahí va el doc, esa fama ha alcanzado.
“Siempre está parqueado acá frente a la oficina, entonces como que la gente ha relacionado mucho el tema de la clínica con el carro. Me dicen el doctor del vocho o carajadas así, es muy curioso.
“Cuando uno sale en el carro, saludan mucho, porque reconocen al carro más que al que lo maneja, preguntan mucho y lo relacionan mucho con la marca de la clínica, ha ayudado a generar parte de una marca, al decirle el carro de la clínica, la ha puesto en boca de la gente”, explicó Grosser.
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Esta nave ha estado en la familia Grosser, apellido de origen alemán, desde 1987, cuando el papa de Wilhelm lo compró y luego en 1995, con solo 14 años, aprendió a manejar en él.
“El carro, formalmente, en el 2007 llegaron y me dijeron, ‘déjeselo usted’, ya estaba medio averiadillo y había que restaurarlo, durante años le estuve metiendo plata y ahí lo fui sacando poco a poco, lo saqué de nuevo adelante y se volvió mi compañero inseparable.
“Lo pinté, restauré, siempre manteniéndole la línea clásica, sin alterarlo, eso para mí es muy importante. Lo que he hecho son básicamente reparaciones, pero siempre manteniendo la línea original”, cuenta Wilhelm.
Algo curioso con esta nave es que el motor es de 1.500 centímetros cúbicos, es bastante matón y hasta hace unos años, al doc le gustaba meterle pata y andar soplado.
“Este bicho corre bastante, ahí donde lo ven, yo antes le metía pata, pero de unos años para acá lo trato ya como lo que es, un adulto mayor, entonces ahora lo ando despacito, para no forzarle la máquina. Él aguanta, soporta, este motor de modelo en particular la relación caja, pistones, es de mucha potencia, pero ya se le trata como a un adulto mayor, por eso ya no lo corro”.
En Mora la nave se hizo tan famosa que un día hasta se encontró a una persona que había sido dueña del carrito y también había aprendido a manejar en él.
Asegura que varios detalles que le contó esa persona del chuzo fueron los que le ayudaron a saber que no le estaba hablando paja.
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Otro detalle es que el carro ahora rara vez sale del cantón, sin embargo, hace un tiempo aprovechaba para ir a pasear a otros lugares del país.
“Él ha andado por La Fortuna, al Atlántico ha ido varias veces, hace rato que no lo llevo, porque a uno le da más miedillo, pero antes sí, cuando estaba más joven yo sí me aventuraba a llevármelo a Puerto Viejo, a Puntarenas, a San Carlos, a varios sitios.
“El odómetro es de cinco dígitos, entonces no sé cuántas vueltas habrá dado en 55 años, marca hasta 99 mil, entonces posiblemente le habrá dado unas cuatro o cinco, quién sabe cuánto tendrá este hombre, es imposible saber”.
Si anda por Mora y se topa un vocho blanco, ya sabe, entonces, es el doctor que anda por ahí, o si lo ve parqueado es que ya llegó a su clínica, así no se pierde.