El 24 de mayo del 2014 en la final de la Champions League, Sergio Ramos se metió calladito, como un fantasma, agazapado entre la defensa del Atlético de Madrid para marcar de cabeza un gol que resultó vital para que los blancos alzaran la décima orejona.

De la misma manera que el capitán merengue marcó ese pepino en la final en Lisboa llegó a Costa Rica, sin que casi nadie supiera de su presencia, por lo que se evitó una pelota de fanáticos esperándolo por un autógrafo o una foto, ni de muchos reporteros tratando de conseguir unas palabras.

Como lo suele hacer al minuto “noventa y Ramos” con sus clásicos pepinos de jupa, en los que agarra por sorpresa a las defensas locales, Ramos apareció en el aeropuerto Juan Santamaría junto a su esposa Pilar Rubio para pasar su luna de miel.

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A las 3 p. m. ambos salieron por el salón diplomático de manera muy rápida a una microbús de la empresa Aeris, que los esperaba al frente y que estaba lista con las puertas abiertas para que el ingreso fuera muy sencillo. Ellos llegaron en vuelo de Iberia directo de Madrid a San José.

Vestido con una gorra de los Yankees de Nueva York de la MLB, una camiseta gris y un short, al mejor estilo de cualquier turista gringo o europeo, pasó Sergio, mientras que lo seguía Pilar, quien si estaba mucho más chaneada que su marido.

Rubio andaba con una chaqueta negra, un pantalón amarillo y el pelo recogido con un moño alto. Este es el primer viaje de la pareja como marido y mujer luego de conocerse en el 2012 y jalar durante seis años.

En los segundos que pasaron mientras ellos se subieron al carro y cerraron la puerta, fue que el fotógrafo de Grupo Nación, John Durán pudo pegar la única foto nítida del futbolista, en la que se le ve la cara con claridad, solo protegida por los lentes oscuros que traía.

Maletas atrasadas

Ya subidos en la buseta, el carro tardó unos cinco minutos en salir. En ese rato, los vidrios polarizados los protegieron de tres periodistas que eran los únicos que trataban de ver adentro de la nave.

“La maleta, la maleta, esperen que hay que subirla”, gritó uno de los asistentes de Aeris que los llevó al carro y unos dos minutos después llegó otro con el equipaje que traía la pareja, el cual se atrasó mientras pasaba por aduanas y que sus dueños no quisieron esperar ahí.

Afuera del carro, dos de los tres comunicadores le hicimos señas al sevillano para que al menos bajara la ventana o se asomara para tomarle otra foto, pero el hombre ya estaba más sentado que un fresco de chan y nada lo movió de su asiento.

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Lo más que hizo fue levantar un poco la mano para saludar, gesto que apenas se notó entre el polarizado y en otro momento sacó su celular o alguna linterna para tirar una luz con dirección a los periodistas, sepa Dios para qué.

Al rato lo que estaba haciendo en realidad era mandándole un mensaje a su amigo y compañero Keylor Navas, quien llegó a Tiquicia para jalar juntos hacia alguna playa guanacasteca, donde se dice que va.

El Halcón, por su parte, llegó este miércoles al país y salió por el mismo lugar y en las mismas condiciones que Ramos, solo que él sí se fue en un carro particular, en cambio el defensor iba para otra zona del aeropuerto donde tomaría un vuelo interno hacia el aeropuerto de Liberia.

Antes de partir, la puerta de la buseta se abrió de nuevo, dejando al descubierto por unos segundos más a los ocupantes, momento que aprovechamos para hacerle un pequeño video en el que se ve claramente a Rubio antes de que corriera la cara para que no la filmáramos más, mientras que Ramos se hizo un puñito en el descansa cabeza de un asiento.

Finalmente el carro jaló para que Ramos conozca las bondades que Tiquicia tiene por ofrecer y de la cual compañeros suyos en el cuadro blanco conocen, como el español Dani Carvajal o el francés Raphael Varane, quienes estuvieron el año pasado en el país.

Pele el ojo si anda por alguna playa en Guana, no vaya a ser que se tope de frente a un campeón del mundo y a un referente del fútbol español de los últimos tiempos.