En el 2002, un joven llamado Gilberto Martínez dejó el Saprissa, equipo en el que debutó tres años antes, para irse al Brescia de Italia a consecuencia del gran mundial mayor que jugó en aquel año en Corea y Japón.
El Tuma, como se le conoce desde carajillo, nunca perdió contacto con Tiquicia, mantenía negocios y familia acá, pero su vida estaba en Europa y luego de 18 años de vivir allá, muchos ya consideraron que sería difícil volver a verlo radicar en su país, pero todo dio un giro.
Después de acabar una larguísima y exitosa carrera como futbolista, los vientos del 2020 lo devolvieron a su patria, en la que tiene dos ambiciosos proyectos que espera desarrollar para volver a vivir el fútbol desde lo más adentro.
Primero desarrollará una academia de fútbol para niños entre los cinco y 12 años, que llevará su nombre y tendrá dos sedes, en Heredia y Moravia.
Además, ya tiene licencia para ser entrenador de cualquier equipo profesional.
“Tengo objetivos y metas nuevas, pero sobre todo un propósito, que es realizar esta academia para tratar de darle a los niños un lugar donde aprendan lo mejor posible de fútbol, que lleguen con las mejores herramientas a una eventual primera división”, dijo Martínez en una conferencia de prensa este lunes en el que dio a conocer el proyecto.
La larga carrera de Martínez no se brinca así no más y afirma que compartir esa experiencia es lo que lo llena en este momento.
"Quiero que los niños que arrancarán una primera fase en el fútbol, vivan un poco lo que yo pasé, sobre todo en aspectos tácticos, intensidad, nivel de juego. Gracias a Dios tuve la posibilidad de ir a un mundial y dar un salto importante.
“Yo tenía muchos déficits cuando llegué allá (Italia), fueron cosas en las que tuve que pelear durante un año para mejorar y amoldarme a un fútbol de primer nivel, algo que acá tiene que mejorarse mucho y que se ve desde liga menor”, agregó.
Una vez que los chicos salgan de la academia, a los 12 años, tendrán la oportunidad de incorporarse a las ligas menores del equipo Juventud Escazuceña, con quien establecieron un convenio para darle seguimiento a los futuros talentos.
Cariño se mantiene
Tuma dice que todavía la gente lo ve en la calle lo saluda y recuerda con la misma emoción de siempre, como si el hombre se hubiera retirado ayer, uno de los puntos que más le alegra de volver a vivir en Costa Rica.
“Creo que siempre hice un buen trabajo, la selección del dos mil dos fue una selección que ha estado siempre muy vigente, muy recordada, por el juego que tenía, era un equipo muy carismático, parte de eso hoy se recuerda. Dios pone el cariño en el corazón de la gente”, explicó el Tuma.
Acompañado de su esposa, Priscilla Solano, y de su hijo Gilberto, el Tuma afirma que no quiere adelantarse a las cosas, pero que está listo para una oportunidad en los banquillos ya que tiene la licencia A para dirigir en el país y con la licencia B de la UEFA.
“Ya sea en una selección o en un equipo de primera división, yo encantado, uno de los objetivos de volver es eso, lo tengo claro y es a lo que apunto, que sea lo que Dios tenga para mí, no soy del tipo que dice, quiero esto o esto, que la puerta que él me abra sea la correcta”.
Mientras espera a ver qué deparan los banquillos para él, Martínez se arrollará la mangas para sembrar en sus pupilos esa garra y coraje con técnica que le caracterizó en sus épocas.