El desamparadeño Jeaustin Mora es amante de la tierra y gracias a su trabajo como agricultor es que él, su papá Jimmy y su hermana Rachel logran salir adelante.
Además, gracias a ese noble brete y a sus manos laboriosas, es que este joven de 21 años se pudo comprar hace cuatro años una joyita de carro, que era un sueño desde que era un chiquillo: un Suzuki Samurái del año 87, con el que mueve el barro y se gana el pan de cada día.
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“Vi a un muchacho que lo estaba vendiendo y soy aficionado a los modelos 4x4, siempre me han gustado y en especial el Samurái. Su anterior dueño me contó que lo consiguió en Guanacaste y luego se quedó en Desamparados.
“Nosotros somos del campo y gracias a esos carros trabajamos sin problemas, son bravos para el barro”, contó el joven, quien también es profe de estudios sociales.
Mora se dedica a la siembra de lechugas, tomate, culantro y jocotes y usa el Suzuki para vender la mercadería en los sectores aledaños a su casa, en El Rosario de Desamparados.
Detalles
Cuando lo compró, notó que tenía que meterle amor a algunas cosas y poco a poco le ha ido dando su toque personal. Mantiene su color original, blanco hueso, los asientos son de color negro y en el auto pueden viajar 4 personas.
“Le arreglé la parrilla, le cambié los aros, le puse llantas nuevas y tiene unas calcas que le he puesto con el paso del tiempo. El motor es de 1.600 cc.
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“Soy fanático de Dragon Ball y le puse unas alfombras con la imagen de Goku y la palanca de las marchas tiene la esfera de 7 estrellas. El carro es de dos puertas y conmigo puede ir una persona y atrás dos más, cuando ando solo lo cubro con una lona negra”, comentó.
El orgulloso propietario chinea su joyita al máximo y mes a mes lo revisa para que todo esté puras tejas. Confesó que cuando tiene chochosca invierte en algunas extras.
“Me falta hacerle arreglos en los exteriores y quiero ponerle bumpers, pero eso lo haré después”, comentó.
De ride
A Jeaustin le encanta recorrer el país con su nave, solo o con sus amigos. Un día, en medio de risas, lo bautizó como “El Siete Espíritus”.
“En una loquera apareció, estábamos hablando y salió el nombre. Me gustó cómo sonaba y le pagué a hacer una lona para la llanta trasera, me la entregaron hace poco, tiene una rosa de los vientos y el nombre, pero hubo un fallo en la confección (pusieron Esperitus)”, destacó.
Gracias a su buen estado, la nave puede andar en cualquier parte del país.
“He ido cerca de volcanes, me gusta conocer el país con él. Me siento muy orgulloso de tenerlo, me da una satisfacción porque uno trabaja y gracias a ese esfuerzo lo logré obtener.
“Heredé de mis abuelos el gusto por la tierra y hoy, junto a mi papá Jimmy y mi hermana Rachel, seguimos en la agricultura para salir adelante. Espero ya el otro año ejercer mi profesión de profesor, pero no dejaré el campo”, explicó.
Mora dijo que cuando anda en la calle los piropos no faltan y más de uno le ha preguntado si el carro está a la venta, pero él tiene claro que no lo va a dejar ir.
“Es un buen vehículo, se porta bien conmigo y es diferente, por eso les digo que no tiene precio”, añadió.