Una vez dijeron que a Ariel Rodríguez le daba miedo o se cag... cuando tenía que tirar un penal y la gente se lo comió vivo.
Lo trataron de cobarde, de falta de hue... bueno, ¿qué no le dijeron?
En el clásico del sábado, la Liga necesitaba ganar. El partido iba 0-0 y cuando cayó el penal yo dije: “pucha, qué responsabilidad al que le toque tirarlo”, porque el estadio estaba lleno, por el centenario, por la urgencia, el rival, la posibilidad de quedar eliminados...
Ariel Lassiter viene jalando en su espalda la etiqueta de figura manuda a sus 25 años. Fue el único seleccionado rojinegro. Es de los que mejor juega. Anotó el gol contra Grecia y fue al que le cometieron el penal.
Él se la cree. Ese traje de estrella no le incomoda y más bien parece querer llenarlo más y más en cada partido. Pedir la bola para ese cobro, no cualquiera lo hubiera hecho.
De hecho, si él agarró la bola y nadie le dijo que no, pudo ser porque sus compañeros le tienen confianza, o porque a los que les tocaba semejante responsabilidad les temblaron las piernas.
Dejémonos de varas, el que fallara ese penal iba a ser “apedreado” como lo está siendo el pobre de Lassiter ahora.
Tanto criticamos a los jugadores sin hue... ¿y vamos a castigar al valiente? Mientras otros se agacharon.
Ariel es relativamente joven. No es un goleador y su intención (buena) de enrumbar al equipo a zona de clasificación no le salió. Pero lo intentó y eso es de aplaudir.
Ariel Lassiter, que le quede de lección, pero no se arrugue que penales así han botado hasta los mejores del mundo.
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Deberían estar más preocupados los que tenían que agarrar la bola y no quisieron hacerlo. Además, nadie, absolutamente nadie puede asegurar que si alguno de los dos López pateaba, lo iba a anotar.
Ya después de errado es muy fácil decir que alguien más lo podía hacer mejor.
La próxima, que lo patee el que más lo desee, el que dé el paso al frente. Si lo anota, nos abrazamos y celebramos y si lo falla, no sería el primero, pero para fallar o anotar hay que ser valiente e intentarlo.