Cuando don José Garbanzo sube a los clientes de su negocio de bienes raíces en su combi Volkswagen para ir a ver alguna casa, en muchas ocasiones ya hizo la mitad del brete, porque los lleva fascinados con la nave.
Su vochita, modelo 1974, sin duda alguna es muy singular. En el parqueo de Grupo Cronos, la empresa inmobiliaria que tiene en Moravia, es lo primero que llama la atención, pocos se resisten a sus encantos.
Por fuera luce como el modelo clásico, pero por dentro tienen muchas de las comodidades de estos días, pues el la personalizó exactamente a su gusto.
“Es una Volkswagen T2 1974, versión alemana, ella estaba abandona, la compré y decidí restaurarla, pero yo no quería la típica microbús vieja con todo el estilo de antes, lo clásico. Yo quería modernizarla, entonces conservamos su esencia clásica, pero modernizada.
“Restauramos todo lo que es pintura, todo lo mecánico y eléctrico es nuevo, sistemas de audio a full con pantallas de techo. Mandamos a comprar accesorios a México antes de la pandemia, dos días antes que cerraran el aeropuerto estábamos pasando aduanas. Mandamos a cromar el dash, ninguna de estas en el país tiene uno igual. Solo mantuvimos el cascarón”, explicó su dueño.
- ¿Cómo nace la idea de hacerla así?
Hay dos orientaciones, para trabajo y para la familia. Para trabajo la pensamos para llevar clientes que quieran ir a ver una propiedad con nosotros, entonces los montamos en la microbús y allí les vamos poniendo videos, van muy cómodos y los llevamos a tener una experiencia diferente. Es publicidad gratis, pues genera ese tema llamativo por lo bonito que está.
Que la gente comente y diga que anduvo en una microbús de lo más bonita, es un boca a boca que nos vende un montón.
Además, para pasear en familia es muy cómoda y se puede ir hasta jugando PlayStation.
- ¿A sus hijos les debe gustar bastante?
Sí, claro. Se llaman José Andrés y Mónica Sofía, están identificados con el carro y saben lo que a uno le costó hacer este proyecto. Tardé tres años y medio restaurándola, fue un trabajo muy duro.
- ¿Cómo fue ese proceso?
Es una anécdota vacilona el cómo conseguí la microbús. Salió un carajo en Internet que publicó: ‘Cambio microbús por bicicleta’, claro, se trataba de una bici de millón y medio, pero el trueque era comprar la bici nueva y me daba la microbús, así lo armamos y así empezó Cristo a padecer.
Esto empezó a mediados del 2018, inmediatamente se desarmó toda, se llevó a pintar y luego ya fue empezar a armar piezas, a trabajar muchas cosas, empezar a buscar por todo lado productos y repuestos. Ver cómo se tapiza, cómo quiere el dash, era trabajar muchas cosas. El radio es una tablet que se puede quitar, va cambiando estaciones y sigue sonando, tiene muchas cosas tecnológicas.
- ¿Qué le dicen los clientes cuando se suben al carro?
Es vacilón, hablan más del carro que de la propiedad que vamos a ir a ver, empiezan a preguntar todo sobre el carro, los detalles, me cuentan historias familiares, anécdotas que rompen el hielo muy rápido y a la gente le genera emotividad y nos da confianza. La gente llega motivada a ver la casa.
- ¿La vendería?
Por ahora no, me han ofrecido dos veces comprarla, me ofrecieron ¢9 millones y otro ¢7,5 millones, pero por el momento no me interesa, eso es menos incluso que lo que le hemos invertido. Le acabamos meter un motor 2.000 nuevo, difícilmente alguien llegue con la plata que uno quisiera.