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Un Willys sesentón enamora en Orotina y más allá

Jeep convertible es el chineado de empresario alajuelense

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Juan Carlos León Alvarado, vecino de Orotina, es el dueño de un Jeep Willys CJ3B de 1954. Foto: Cortesía

Quienes llegan al centro turístico Los Mangos, en Orotina, propiedad de don Juan Carlos León Alvarado y que por la pandemia funciona como quinta vacacional, ven de primera entrada un auténtico chuzo que se roba las miradas.

Un jeep Willys CJ3B, de 1954, es el gran chineado de este empresario de 44 años y quien mantiene intacto y en su forma original uno de los clásicos más queridos y buscados por sus seguidores.

Juan Carlos nos buscó para contar la historia que lo une con este carrazo desde hace 15 años y por qué es una de sus posesiones más preciadas.

La nave luce todavía como en sus mejores tiempos Foto: Cortesía

¿Cómo llegó el carro a sus manos?

Desde niño siempre me gustaron mucho los Jeep Willys y en un paseo que hice a un lugar llamar La Legua de Aserrí lo encontré en lo que llaman popularmente una galera; debajo de un techito, ahí estaba parqueado, se lo compré a un vecino de ahí y me lo traje para Orotina.

Inicialmente no me lo quería vender porque tenía muchos años con él, pero al final lo convencí. Para él seguro fue como vender un hijo porque cuando me lo entregó poquito le faltó para llorar. Le dije que lo quería para restaurar y me dijo que qué dicha, que iba a quedar en buenas manos.

¿Cómo lo empezó a chanear?

Como todo carro viejo lleva su tiempo el ponerlo a andar. Duré más o menos un par de años, tengo trece años de tenerlo, es como decir un miembro más de la familia. Yo tengo conocimientos de mecánica y con ayuda empezamos a pararlo, hasta como se ve hoy.

Yo no es que lo tenga de chineado, lo uso para mandados y voy a San José, también es de trabajo, le pego una carreta para jalar cosas, lo uso para paseos, para todo. Es un carro muy famoso en Orotina porque hay muy pocos así.

El techo se le puede retirar cuando se quiere aprovechar un lindo día soleado. Foto: Cortesía

Entonces todo el mundo tiene que ver con el carrito...

Sí, claro, yo soy muy ameno con el carro además, dejo que la gente se suba, que se tome fotos, me preguntan cosas, inclusive a veces me paso. Si veo que el sitio se presta hasta lo he prestado para que alguien se dé una vuelta y lo maneje. Hasta alcahuete soy en eso.

Ese carrito con los años que tiene llama más la atención que cualquier carro del año. Vieran cuando voy por la avenida Segunda en San José, es un show, todo el mundo se pone hasta a levantar los brazos y lo señala.

¿Y qué le tocó hacerle cuando ya fue suyo?

Frenos, prácticamente un ‘overhaul’ al motor, cambiarle el aceite, se le pusieron llantas originales, se pintó. Es un carro que, por dicha, no da problemas y tiene la gran ventaja de que a pesar de que va para los setenas años, se consiguen todas las piezas originales, ya sea en el país o afuera.

El Jeep es macizo y aguantador. Foto: Cortesía

¿Le ha tocado invertirle mucho?

Aaaah, sí, un día de estos vi un meme que me llamó mucho la atención que dice ‘estudia y luego vas a entender que los carros viejos cuestan mucho’. Yo ya ni sé cuánto le he metido, son muchas cosas. Solo en pintarlo se me fue más de un millón de colones, para que haga números.

Restaurar un carro, el que sea, lleva una gran inversión y no solo en lo económico, sino en el tiempo, el trabajo de los restauradores es invaluable. Cuando usted vende un carro, quién sabe para que se esté medio pagando todo el esfuerzo. Y usted siempre desea hacerle algo más. En este caso le he conservado todo original.

Del motor anda superafinadito, en eso no hay problema alguno. Foto: Cortesía

¿Lo vendería si llega una buena oferta?

Me han hecho muchas ofertas, no cierro las puertas, pero por el momento no quiero venderlo, quiero conservarlo más tiempo conmigo. Dicen que nunca digas nunca, pero por ahora no me interesa.

Sergio Alvarado

Sergio Alvarado

Periodista de La Teja, especializado en deportes. Graduado de la Universidad Internacional de las Américas.

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