Mucho más allá de colores y fanatismos deportivos, el momento debe ser de solidaridad para don Fernando Ocampo Sánchez, su familia y la Liga Deportiva Alajuelense.
Sabemos que con tesón y valentía Ocampo y sus seres queridos enfrentarán este nuevo reto, como tantos obstáculos que él ha superado en su vida y que lo han convertido en un hombre exitoso.
Su papel en la ruda negociación del TLC con Estados Unidos, la cual tuvo al país dividido en el 2007, demuestran de lo que está hecho. Fue el jefe del grupo de apertura de mercados, el corazón de esa vital negociación.
Hoy el síndrome de Guillain-Barré lo sorprende a sus 47 años, aún muy joven y con una serie de proyectos por delante.
Dicen los expertos que no se conoce ninguna cura para este mal, pero cuanto antes se comience con un tratamiento adecuado, más posibilidades habrá de obtener un buen resultado, y ojalá este sea el caso de don Fernando, porque su incursión en el fútbol era necesaria.
Y aunque sus primeras experiencias en el deporte favorito de los ticos no han sido las más afortunadas, el conocimiento acumulado, su inteligencia, y los golpes que ha sufrido en este mundo deportivo lo harán marcar el camino adecuado para la centenaria institución de sus amores.
Es innegable, además, que el rostro de don Fernando vino a refrescar el desgastado mundo de nuestra dirigencia deportiva. A don Fernando no solo la Liga y el fútbol lo necesitan, el país espera verlo pronto al pie del cañón.