Debería estar preparándose para el Giro de Italia, pero el coronavirus interrumpió esa preparación.
Así que para ser útil y mantenerse en forma, Umberto Marengo, ciclista profesional, hace de repartidor en su bicicleta.
El corredor le pone bonito desde buena mañana en la ciudad de Collegno, en Turín, Italia.
“Los clientes están sorprendidos. Además, siempre intento ir por las escaleras en vez de por el ascensor para entrenarme un poco más. Pero sobre todo, soy el único que lo hace en bicicleta. Así que se sorprenden al ver llegar a un ciclista”, contó Marengo.
A los 27 años, Marengo no es una estrella del pelotón, pero su equipo Vini Zabù-KTM fue seleccionado para el Giro de Italia que debía partir el 9 de mayo de Budapest. Y él esperaba estar en la salida.
LEA MÁS: Diego Giacone y su familia le sacan provecho a un negocio muy sabroso
"Aún no lo sabíamos. El equipo no era todavía conocido, pero digamos que yo tenía una buena posibilidad de hacerlo", manifestó.
Pero el Giro fue finalmente aplazado y en su lugar, Marengo, como los otros corredores profesionales, tuvo que someterse al confinamiento y a la inmovilidad forzada... hasta que un repentino deseo de helado lo cambió todo.
Pero, ¿cómo se le ocurrió la gran idea?
“Mi novia y yo queríamos comer un helado y mientras buscábamos en Internet encontramos una heladería que hacía la entrega a domicilio. Así es como me pregunté si podía encontrar gente que necesitara a alguien para llevar las entregas. Hablé con el alcalde, que me dijo que era una buena idea y así comenzó todo”, explicó.
Menos entrenamiento en casa
Todas las tardes, Marengo hace entonces su recorrido, entre 20 y 30 entregas desde tres tiendas de Collegno, para un total de 50 o 60 kilómetros por día.
“Dada la situación actual, siempre es un poco más de actividad física. Pero esto no tiene nada que ver con un entrenamiento normal, incluso si intento hacer la entrega lo más rápido posible y esforzarme lo más que pueda”, explica.
LEA MÁS: El defensor Rudy Dawso llevó el sabor de la comida caribeña a San Carlos
Pero esta salida cotidiana le permite al menos limitar la dosis de entrenamiento en casa infligida por su entrenador, suprimiendo la sesión de la tarde.
“Nunca me gustó eso. Prefiero incluso salir bajo la lluvia y mojarme que quedarme sobre la bicicleta estática”, sonrió.
“También fue una de las razones por las que empecé a hacer estas entregas. Poder cambiar un poco las ideas y despejar la mente”, agregó.
Pero el objetivo principal es otro. “Es sobre todo para ser útil a mi comunidad”.