¡40 veces campeón!, 40 veces rey, 40 veces el más grande y 40 veces papá, el título 40 de Saprissa no hace sino demostrar porque está a otro nivel y compite en su propia élite, de la que nadie en Costa Rica está ni cerca, al ganar este domingo 3-0 a Alajuelense y 3-1 en el global.
Mientras que los morados llegaron al cuarto piso al amarrar un tetracampeonato, la Liga está lejísimos, a diez títulos y otros como Herediano ni siquiera están en la decena de los 30, en este país no hay equipo que le ponga la mano al Monstruo, tiene dos años demostrándolo todos los días.
Este torneo no podía terminar de otra manera, una vez que la S se montó, nadie lo bajó, no pudieron aguantarle el ritmo, marcó récords de puntos y se llevó la copa, nada que hacer.
Alajuelense puede traer al que quiera, a Carevic, a Hernán Torres y hasta a Guima, que los resultados siempre terminan siendo los mismos, de la Cueva nadie sale vivo, allí en su casa, papá impone respeto.
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A la Liga ya ni le alcanza ganando el primer partido, en las últimas dos finales ganó 1-0 y fue a Tibás a ver como por enésima vez su archirrival le remonta y lo deja sin nada, por eso hablamos de paternidades, nada se hace ganando clásicos si en el que más cuenta, siempre se lo suenan.
La final se sentía y se vivía desde kilómetros a la redonda, desde el parque de Tibás se podía escuchar el rugido de la Cueva, los aficionados estaban tirados a la calle desde unos 500 o 600 metros antes del estadio, llenando de color los momentos, la previa de una final, como en Tibás saben muy bien.
Depende del bus eran momentos muy diferentes, en el bus morado a sus protagonistas de nuevo se les ponía la piel de gallina al ver la pasión y efervescencia de los suyos, gasolina para tener que dar otra remontada ante su archirrival.
En el bus rojinegro había que pasar con las ventanas cerradas y rapidito, los jugadores con audífonos, sin meterse en ese mundo hostil que tanto sienten una vez se van acercado a una Cueva que amenazaba con devorárselos de nuevo, un escenario testigo de muchas de sus tragedias.
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A la hora de la mejenga, en la cancha, todas esas sensaciones se multiplicaban por los 20 mil fiebres exigiendo al Monstruo otra tarde heroica remontada, que demostrara de nuevo ese gen morado que los diferencia del resto.
En el verde los manudos no podían perderse en sus audífonos, tenían que concentrarse al máximo en lo que hacían y demostrar que esta vez no les pesaba el escenario tal como lo hizo Leonel Moreira apenas a los dos minutos de juego con un tapadón con el que le sacó un cabezazo a Javon East.
Los primeros minutos mostraban que Saprissa estaba dispuesto a cumplir todas sus advertencias, que en Tibás las cosas son diferentes y que allí son capaces de sacar cualquier cosa.
El plan de hacer “un partido táctico” y aguantarle a la S, que se intuía por como se veía el arranque, duró poco cuando Ariel Rodríguez puso el 1-0 y empató la serie a uno apenas en 14 minutos.
Mariano Torres cobró un tiro de esquina, de cabeza la zaga eriza apenas peinó, la pecosa le quedó al Samurái que en el área hizo todo bien, tiró un par de fintas, se acomodó más hacia el centro y con derecha definió de puntazo a una esquina del marco de Osito, entre un mar de piernas que ninguna desvió.
Ya era una serie nueva, igualada, muy rápido al León se le fue la ventaja que tanto le costó sacar en el ida en Alajuela, dando razón a quienes decían que sí, a pesar de las expulsiones en la mejenga pasada habían dejado muy vivo al rival.
La vuelta demostró que sí, la Liga se quedó corta, no le alcanzó tanto en el global como en juego, en Tibás fue muy ralito lo suyo, un primer tiempo muy flojo y en el segundo no tuvo el punch del rival para responder como lo hizo la S con el gol de Paradela a los 70.
El cubano aprovechó una bola que quedó suelta y metió un derechazo para meter en un ángulo de Moreira, poner el 2-0, luego Orlando Sinclair puso el 3-0 al 87 y chao.
A Saprissa nadie lo baja de eso trono, es el eterno campeón.