El Resucitado es un Suzuki de 1977 que por poco termina como chatarra, pero una familia de Heredia lo rescató en el 2004, lo chaneó y lo devolvió a la vida y al barro, donde disputa las competencias de 4x4 que tanto les gustan y disfrutan juntos.
En la familia casi todos tienen que ver con esta nave, don Gilbert Camacho, el padre, le saca brillo para correr al lado de sus retoños. Primero lo hizo al lado de su hijo Gustavo y luego de su hija Juliana, por lo que salir en el carro a batir barro se convirtió en toda una tradición.
La semana pasada, padre e hija compitieron en el desafío 4x4 en Cartago, mientras que Gustavo lo hizo en otra nave, aunque los secretos del barro los aprendió sobre el chuzo de su tata que ya lleva 20 años en la familia.
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“Ese carrito era de un señor que se llamaba Tomás y mi hermano Sergio Camacho, que corría con el Trueno Azul, lo invitó a ir a una competencia y estaba ese carrito ahí, me di cuenta que el señor lo estaba vendiendo y mi hijo, que estaba chiquitillo, me dijo: ‘Papi, ¿por qué no lo compramos?’. Y de hecho el señor lo vendía en ¢150.000, tenía solo ¢90 mil y le dije que si me daba chance de pagárselo a pagos le dabámos, aceptó y lo compré”, contó el señor.
Don Gilbert lo bautizó de esa manera por todo lo que debía hacerle para volverlo a la vida.
“Se le puso ese nombre porque la verdad es un carro que estaba para botarlo, en realidad, estaba muy, muy, muy, muy mal y lo fuimos restaurando poco a poco hasta tenerlo como ahora. Primero que nada, lo levantamos un poquito, le fuimos cambiando laticas que estaban malas, luego lo pintamos. Originalmente venía azul y por carbón de mi hijo lo pintamos rojo y así se quedó”, comentó.
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El proyecto en realidad no era solo del padre, sino algo muy familiar en el que todos le invirtieron un poco y compartían a su alrededor algo que a todos apasiona.
“Vieras que para mí es algo tan emocionante, me llena tanto el poder compartir, primero con mi hija, que es mi copiloto, y con la familia, que nos apoyamos, es algo lindo”.
Juliana, por su parte, afirma que para ella es muy lindo compartir esto con su papá, pero también es algo que ha unido a toda la familia.
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“Es un deporte familiar, digamos, está mi hermano, mis primos, mis sobrinos, mi cuñada. Se vuelve como una actividad familiar en torno a este carro. En el Resucitado hemos estado todos en la familia”, destacó la joven de San Isidro de Heredia.
En la casa todos se reparten las tareas con el chuzo, según nos contó ella, quien tiene una de las tareas más pesadas e importantes, pero por lo que significa el chuzo, la hace con gusto.
“Más que todo, la parte mía es prepararlo antes de la carrera, limpiarlo, tenerlo listo para competir y también arreglarlo posteriormente, esa es la parte más feilla, pesada. Toma como unas tres horas limpiarlo, es algo para lo que hay que sacar el rato”, comentó.
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A modo de broma y en serio, don Gilbert nos dijo que hay que sacar hasta un carretillo para ponerlo a la par y llevar toda la tierra que le queda, pero todo es parte del encanto y algo que los une como familia.