La Semana Santa, días que para unos sirven de descanso y reflexión, para otros como Alajuelense significa el momento cumbre que define su futuro, tal y como sucedió en la época de Cristo, el Domingo Santo determinará si llega la resurrección o la muerte.
Como si se tratara de un viacrucis propio, el cuadro erizo pasó por todo tipo de dificultades y giros en su ilusión de ser campeón en el Apertura 2019, un camino empedrado tal como el de los protagonistas de la Semana Mayor.
El tortuoso viacrucis rojinegro puede considerarse que tiene las 14 estaciones del tradicional rezo católico, lleno de caídas y hechos que lloran sus fieles y el León a como puede, trata de consolar.
Las seis derrotas de la Liga en el torneo se sienten tan duro como algunos de los tropiezos que reflejan la historia y las películas en la Semana Santa, pero no quedó solo ahí porque la mayoría de sus siete empates, como el de este domingo ante Carmelita son dolorosos como clavos.
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Como sucedió en la época de Jesús de Nazaret, ahora el destino de los erizos no está en sus manos, sino en la de otros, que están deseosos de cortarles la cabeza y ponerla en una bandeja de plata, o de mandarlos a la cruz del calvario.
“Contra Carmelita era el partido clave para nosotros. Todavía podemos pasar, pero dependemos de otros y eso es lo que no queríamos, nuestro destino no está en nuestras manos, así es el fútbol, ahora tenemos que poner el pecho a las balas”, Cristian Oviedo, asistente técnico manudo.
Para este sábado, el León podría ser despejado de su ropa y quedar finalmente clavado y fallecido en la cruz si cae ante el Herediano. Acá los rezos no serán suficientes si los números no dan, por lo que si eso pasa su gente deberá bajar el cuerpo de la cruz para irlo a darle santa sepultura.
El duelo con el Team será como el de los dos gladiadores en el coliseo romano, en el que solo uno de los dos saldrá vivo, pero el rival lleva la ventaja al tener una armadura más fuerte que resiste más de una estocada.
“Hay que poner las barbas en remojo, alzar cabeza, esperar resultados y pensar en ganar los dos partidos que nos quedan si Dios quiere. Tenemos que hacer consciencia en lo que estamos viviendo y luchar hasta el final”, indicó el portero Mauricio Vargas.
Al final, como sucedió con muchos personajes bíblicos, la muerte más bien sería un momento liberador para dejar ir el sufrimiento acumulado y llevar tranquilidad a una afición que se ilusiona un día y la decepcionan al siguiente.
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Pesada cruz
Entre caída y caída, Alajuelense ha tenido que cargar una cruz cada vez más pesada que la que tenía al inicio del torneo en el año de su centenario, una fecha que en lugar de una celebración acabó siendo todo un novenario.
Las salidas de jugadores como Jonathan McDonald, quien llevaba la punta de lanza en Alajuelense tal cual gladiador experto como Máximo o de Esteban Alvarado, quien llegó como salvador y acabó como otro falso mesías, es parte del viacrucis, aquellos que se quedaron en el camino.
A mitad de la ruta, en medio de ese camino de piedras en el que a la Liga le ha tocado caminar, la cruz se hizo más grande con la plaga de lesiones que atacó el equipo, salida como una de las siete que Dios le mandó a los egipcios en las sagradas escrituras.
Tal como sucedió con los egipcios, en Alajuela no encontraron explicación a esas plagas y mientras tanto sus tropas iban viendo cada vez las cosas más complicadas, Oviedo indicó que, a pesar de todo, están listos para subirse a los carruajes a pelear mientras tengan chances.
“Aparte que perdemos otro jugador por expulsión, el camerino quedó un poco golpeado porque queríamos ganar, es difícil, pero mientras haya vida tenemos que seguir luchando”, explicó Cristian.
En Alajuelense el ánimo no es el mejor en estos momentos, tienen claro que en su caso no habrá milagros ni tampoco se levantarán tres días después de muertos, el viacrucis que han pasado ha sido evidente que les ha quitado muchas energías y se nota en sus caras y palabras.
Al final en la Liga pareciera que es mejor quedarse con las palabras de Róger Rojas y el mensaje a sus compañeros. “Hay que aferrarnos a la fe y a la esperanza, es algo que le pido a mis compañeros que no perdamos”.