El estado de gracia se ha acabado para Christophe Galtier. El golpe recibido ante Mónaco el sábado (derrota por 3-1) ha puesto al entrenador del París SG en el punto de mira y ha debilitado su figura justo antes de recibir el martes al Bayern Múnich, en la ida de los octavos de final de la Champions.
Para muchos ticos esta es una forma de que el técnico francés pague, a su manera, todo lo que le hizo al portero Keylor Navas, quien fue relegado a la banca desde su llegada, al punto que tuvo que pedir salir a préstamo con el Nottingham Forest de la Premier League para tener actividad.
El verano de 2022 ya queda lejos para el exentrenador del Lille. Llegado a la capital de la mano del ‘consejero de fútbol’ Luis Campos, Galtier estaba llamado a llevar a cabo un cambio de método, incluso una ‘revolución’ en la gestión de un plantel lleno de estrellas, un aspecto en el que varios de sus predecesores fracasaron.
Gestión suave de las estrellas, incorporación progresiva de los jóvenes, entendimiento perfecto con Campos y resultados satisfactorios: sus primeras semanas se sucedieron sin fallo alguno, pese al escepticismo existente al comienzo de su etapa por la falta de experiencia en la gestión de vestuarios con talento y ego en cantidades casi ilimitadas.
Incluso llegó a salir airoso del error de comunicación que cometió antes de un partido de Champions contra la Juventus, en septiembre pasado, cuando ironizó con la posibilidad de viajar “en carro de vela” cuando se le preguntó por el impacto medioambiental de los continuos viajes en avión de su equipo.
Pero el escenario idílico no resistió a la acumulación de partidos y el juego parisino comenzó rápidamente a decaer para acabar implosionando después de reanudarse la competición tras el parón por el Mundial de Catar-2022.
La incapacidad de batir al Benfica, que no forma parte del grupo de los gigantes del fútbol continental, en la fase de grupos de la Champions, ya fue un primer aviso y le relegó al segundo puesto de su llave, lo que acarreó un sorteo difícil, con el Bayern como premio en octavos y el duelo de vuelta en Alemania.
A medida que se ha ido acercando la cita continental, las numerosas debilidades individuales y la desaparición de toda coherencia colectiva han llevado a Galtier (56 años) a una situación en la que parece perdido y sin capacidad para solucionarla.
“Si no estuviera preocupado, sería grave”, reconoció el sábado tras conceder en Mónaco la cuarta derrota en apenas mes y medio, tres en Ligue 1 y otra en copa, la que le valió la eliminación en octavos contra el Marsella, su gran rival. “Tenemos un calendario muy cargado y un plantel muy tocado y debilitado (por las lesiones) que nos preocupa. Entiendo la cólera de los aficionados, es legítima, pero en estos momentos de dificultad, hay que estar unidos”, reclamó.
Desde la compra del club por parte de Qatar Sports Investments (QSI) en 2011, el París SG no se ha librado de los momentos de crisis, pero nunca antes vivió una serie tan negativa de resultados.
Es cierto que las circunstancias no ayudan tampoco a Galtier, que ha visto cómo sus grandes estrellas han regresado del Mundial agotadas tanto física como mentalmente y con la enfermería que no llega a vaciarse.
En Mónaco, por ejemplo, el técnico no pudo contar con tres de sus jugadores clave (Kylian Mbappé, Lionel Messi y Marco Verratti), pero las carencias mostradas por el equipo hacen inválidas las excusas.
La presión sobre los hombros de Galtier es inmensa, ante una eliminatoria decisiva contra el Bayern y con el Marsella a cinco puntos y amenazando su reinado en la Ligue 1.
En caso de fracaso europeo, la paciencia de la propiedad catarí, que desde su llegada hizo de la Liga de Campeones su gran objetivo, podría llegar a su fin con un entrenador cuyo CV solo tiene títulos nacionales (campeón de la Ligue 1 con el Lille en 2021 y Copa de la Liga en 2013 con el Saint-Etienne).