Cualquiera que vio a Teresita Arguedas cruzar la meta este sábado, como la ganadora de la Gatorade Tamarindo Beach Marathon, se contagiaba de la alegría y la sonrisa que traía al momento de su victoria, pero al conocer lo que motivaba ese júbilo, el resto se convertía en admiración.
Si había una maratón en el mundo por la que esta atleta de 42 años daría su corazón por ganar, se trataba de la que se realiza en la provincia en la que sus dos pequeños hijos de seis y cuatro años, fallecieron en un trágico accidente de tránsito hace 15 años.
Cuando entró a la meta Teresita no tenía otra imagen en la cabeza que la de los pequeños Anthony y Nathalie, quienes asegura, fueron sus ángeles y motor que le dieron fuerza durante los 42 kilómetros de competencia para cerrar con un tiempo de tres horas, once minutos y 38 segundos (3:11:28).
Apenas se le acercaron los medios, Arguedas tardó apenas unos segundos para contar quiénes eran los grandes dedicados de esta gesta y meta de vida que tenía trazada. Además, sirvió para redondear un día muy especial, pues se trataba del cumpleaños de su esposo, Roy Salazar, también corredor.
“Por la mente me pasaban nada más mis hijos. La frase ‘mami por algo la dejamos aquí, gane porque esto es suyo’ y ellos corrieron toda la maratón conmigo; en especial ese cierre. Esto es algo que saben que va para ellos y que refleja la fortaleza que me dan día a día. En ese cierre nada más veía a mis hijos en la meta”, dijo a La Teja.
Aún con la adrenalina y las emociones al máximo, esta admirable mujer nos confesó que este sábado vivió el mejor día de su vida, luego del más triste de todos, aquel fatídico 27 de diciembre del 2008. Ganar la competencia, en un día del niño, lo hizo todo mucho más simbólico.
“Yo siempre dije cuando mis hijos partieron que era una noticia que me destrozó el alma, pero en ese momento también me hicieron ver que yo también soy un milagro luego de accidente, me hicieron ver que la vida continúa.
“Ellos fueron unos niños muy felices toda su vida y hoy esta felicidad es de ellos; es que no es ni Teresita, es una felicidad de lo que mis hijos vivieron los años que tuvieron. Hoy es el día más feliz de mi vida, he tenido dos, el más duro y hoy el más feliz y vale más esto, que el de atrás, tratando de vivir el día a día como si fuera el último”, explicó.
LEA MÁS: Papás celebran el tiempo que vivieron junto a sus dos hijos fallecidos trágicamente en 2008
Las cosas no han sido fáciles, volver a Guanacaste, pasar por el lugar del accidente, ir a Tamarindo, son cosas que hace unos años no se sentía con las fuerzas para hacer, pero ahora, en el lugar donde vivió su gran pena, está cimentando sobre su gran victoria, la maratón que soñaba con ganar.
“Siempre soñé con ganar una maratón en Costa Rica, sabemos que en Tamarindo es muy fuerte el clima, he estado pasando por muchas cosas y, tal vez, no he tenido el entrenamiento que debería; sin embargo, no hay excusas, la disfruté como siempre le pido a Dios que me permita hacer.
“Don Víctor (López, presidente y organizador de la maratón) me dio la carrera y él sabe lo que significa para mí, que si yo tuviera que elegir una carrera, era esta y ganarla para mí significa más que cualquier otra cosa”, destacó.
Satisfacción
En la meta estaba Roy, quien más allá de la bonita coincidencia de su cumpleaños, se le reventaba el pecho de orgullo de ver a su esposa, pues esto fue una meta de pareja. Él corrió diez kilómetros y una vez que acabó su carrera rapidito, agarró una bici y se fue junto con su esposa, ayudándola en la ruta.
Para Roy, la vida tampoco ha sido sencilla, él iba al volante el día que se accidentaron a dos kilómetros de la entrada del puente La Amistad, en Porozal de Cañas, Guanacaste, sobre la ruta Interamericana norte, que une a Limonal de Abangares con Nicoya, punto que le quedó grabado de por vida.
“Todo esto es algo muy lindo, yo sé lo que ella se esfuerza, lo que le cuesta. En este país mantenerse en este nivel es durísimo, ella es demasiado apuntada y verla culminar una maratón de esta forma es la mayor felicidad que podemos tener.
“Lo que vivimos no es fácil, no es nada fácil, pero sí se puede; yo digo que ya pasamos por donde asustan, porque ya ahí no hay nada más duro que perder un hijo y nosotros perdimos dos. Entonces, aprendimos a vivir la vida como si fuera el último día y luego Dios, es quien nos fortalece y nos saca día a día porque es una lucha diaria”, dijo.
Salazar sabe que es muy afortunado pues, como dicen popularmente, tiene un mujerón al lado, por todo lo que juntos han soportado.
“Ella me lo dijo antes de salir a la carrera, quiero dar mi mayor esfuerzo, quiero dedicárselo a usted por el cumpleaños, a nuestros hijos que están en el cielo, dos motores extra y a la mamá de uno de nuestros amigos, que acaba de sufrir una lesión grave y gracias a Dios se recuperó.
“Ella es grande, yo sé lo que puede dar, hoy lo demostró, ella estuvo un poco alejada de las carreras, se estaba asfixiando mucho y no era la intención, porque esto era una forma de despejarse, de tratar de llevar las cosas que nos habían pasado de una forma diferente. Ella me dijo que quería volver y, bueno, acá estamos, siempre para adelante”, finalizó.