Keylor Soto es muy bueno haciendo goles y defendiendo los colores del Municipal Pérez Zeledón, sin embargo, ya se dio cuenta de que subir a la cumbre del cerro Chirripó no es ningún jamón.
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Por primera vez en sus 34 años de vida, el defensa se apuntó a subir los 3.820 metros sobre el nivel del mar del pico más alto del país. Lo hizo junto a sus compañeros de equipo Lauro Cazal, Javier Liendo, Pablo Azcurra, Cristian Carrillo, Mauricio Núñez, Dennis Castillo, Anthony Mata, César Elizondo y un tío de éste.
El viaje fue una idea de Núñez y Elizondo, quien ascendió al lugar por quinta vez debido a que su papá tiene un hotel en la zona de San Gerardo de Rivas, es decir, el Chirripó está en el patio de la casa.
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El grupo pensó que aquello era como alistarse, llevarse algunas cosillas de comer, empezar a caminar y listo. Pero no es así y rapidito se dieron cuenta, al punto de que Soto cree que es más fácil jugar una final que subir al cucurucho del parque nacional.
¿Cómo fue?
Soto empezó contándonos que el viaje lo hicieron en un día. Salieron de San Isidro de El General el lunes 20 de mayo a las 11:55 de la noche.
“Llegamos a las 6:30 de la mañana (del martes) al albergue Los Crestones, ahí nos quedamos como 45 minutos descansando y tomando chocolate caliente. Arrancamos después para lo que era el Chirripó y duramos dos horas en llegar al pico”, indicó el anotador de 11 goles en el torneo recién terminado.
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Asegura que ese tiempo es lento porque la gente que sí se prepara bien lo hace en menos; además a ellos les llovió mucho en un camino pesado y resbaloso.
“A la punta llegamos a las 10:30 a.m del martes, nos quedamos ahí treinta minutos, empezamos a bajar a las once y llegamos al albergue a las 12:30 mediodía, descansamos, comimos algo y a la una de la tarde seguimos el viaje a San Gerardo”, comentó Soto, quien nos explicó que son 14 kilómetros de ascenso entre San Gerardo y el albergue, más cuatro kilómetros del albergue a la punta del cerro.
Como el viaje lo hicieron a la carrera, solo llevaron unas galletas y barras energéticas, no la comida adecuada para un recorrido tan duro. Unido eso, no reservaron con tiempo para que en el albergue les cocinaran.
A duras penas llegaron a las 6 de la tarde a San Gerardo, pueblo donde dejaron parqueados los carros y para no hacer largo el cuento, Soto dice que al llegar a su casa se bañó con agua caliente por la cantidad de lluvia que le cayó encima y cenó.
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Después se durmió a las 10 de la noche del martes y se despertó hasta el miércoles a las 11 de la mañana. Estaba muerto de cansancio.
“Subir el Chirripó, así como lo hicimos nosotros, es más difícil que jugar una final. Yo, por ejemplo, desde que terminó el torneo para nosotros (el 9 de mayo), solo había ido al gimnasio, pero no caminé ni troté días antes como hacen las personas antes de subir al Chirripó”, indicó Keylor, padre de dos hijos.
Todavía este jueves Keylor sentía dolor, con la ventaja de que al estar de vacaciones puede recuperarse.
Desconoce si el técnico José Giacone se enteró del paseote de algunos de sus pupilos, pero agregó que al estar de vacaciones sí pueden hacer este tipo de viajes.
Uno que solo recorrió dos kilómetros y mejor se devolvió al ver lo duro del trayecto fue el portero Bryan Segura, convocado a la Tricolor para el amistoso ante Perú, quien prefirió evitar una lesión, señaló Soto.
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Sobre la experiencia vivida para los extranjeros Cazal, Liendo y Azcurra al conocer uno de los puntos más importantes de Costa Rica, Keylor indicó que les fue superbién.
"Sí veníamos arrepentidos al regreso porque el camino era muy duro, decíamos que qué loquera habíamos hecho, que no teníamos que haberlo hecho así porque no nos daban las piernas.
“Era mucho frío, nos resbalábamos mucho bajando. Uno deseaba parar y que alguien llegara a recogernos”, señaló el defensor.
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Al final, ninguno se arrepiente de la loquera hecha y más bien les van a dar recomendaciones a los otros jugadores generaleños que quieren subir el Chirripó.