Algunos podrán llamarle milagro, otros podrán decirle ADN o casta de campeón, pero lo cierto es que en el momento que más se le exigió, demostró su grandeza dándole la vuelta a un partido durísimo ante Grecia para triunfar 3-2 y meterse a semifinales.
De la manera en que ha sido el torneo para los morados, no podían sellar su clasificación de otra forma, el dramatismo se sostuvo hasta las últimas instancias.
Era a matar o morir, la “S” debía ganar para clasificar en las semifinales luego de que este domingo el partido se suspendió a los 39 minutos del primer tiempo por el baldazo que hizo leña la cancha griega y San Carlos derrotó a Sporting 2-1 por lo que no les quedaba de otra.
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Este lunes cuando se reanudaron las acciones las cosas se pusieron color de hormiga para los tibaseños desde el inicio, a los dos minutos de reposición del primer tiempo Joshua Parra abrió el marcador luego de una buena jugada con Raymond Salas y definir al aprovechar el rebote del achique de Aarón Cruz.
Las alarmas se encendieron a lo más alto para Jeaustin Campos, quien al medio tiempo se mandó con cuatro cambios de una vez, entraron Kendall Waston, Christian Bolaños, Marvin Angulo y Carlos Villegas, el todo por el todo.
Kendall y Bola se fueron a jugar arriba, prácticamente de delanteros, movimiento que cambió la mejenga, aunque antes recibieron otro golpe con el gol de Paulo Méndez, cerrando una carrera de Luis Rodríguez por la banda.
La cosa lucía horrible, en San Carlos celebraban y posiblemente en muchas otras zonas del país por la caída de un rival tan incómodo en fases finales.
Con la obligación de hacer tres goles en media hora, Saprissa se fue con todo arriba, estaba en una situación límite. Con el agua más que al cuello apareció Bola una vez más, como héroe y salvador morado.
Tres minutos después del segundo de Grecia, el de Hatillo descontó luego de un remate de cabeza de Waston que el meta griego José David Vega despejó. 2-1 al 63.
Apenas cuatro minutos después Bola lo empató, ahora con un remate al segundo palo de Vega, muy rápido lo igualó todo, faltaba uno para meterse a semis, objetivo por el que nunca quitó el pie del acelerador, para ese momento ya estaba jugando como Monstruo, como el gigante que es Tiquicia.
Y con ese mismo peso se comió al rival, lo metió atrás y al 83 dio la remontada, de nuevo apareció Bola, se metió por la banda izquierda, la puso al centro donde cerró Orlando Sinclair para el 3-2. Milagro completo.
Podrán sonar frases hechas, pero al final el Monstruo demuestra que el “nunca se repartan nada mientras el Saprissa esté vivo”, tiene un porqué, una existencia de ser.