Si don Ricardo Saprissa hubiera visto la fiesta que organizó su equipo por el cumpleaños 50 del estadio que lleva su nombre, sin duda estaría muy orgulloso, porque el festejo fue completo por todo lado.
Algunos podrían decir que igual vio toda la fiesta, o al menos su busto, ubicado en el costado noroeste de la Cueva.
El triunfo por 4-0 ante Grecia tuvo un condimento especial lleno de nostalgia más allá de su significado en las estadísticas porque el Monstruo alcanzó su cuarta victoria al hilo e ilusiona a su afición al ubicarse apenas a un punto del líder del grupo B, Puntarenas FC.
Lejos se ve ya aquella primera mejenga en la Cueva, un amistoso ante el Comunicaciones de Guatemala que acabó 1-1 el 27 de agosto de 1972.
Desde entonces la Cueva es la Cueva, un sitio de noches mágicas, testigo de fiestas, celebraciones de títulos, clasificaciones mundialistas y hasta uno que otro “funeral”.
Todo el ambiente que tiene el estadio se vivió a flor de piel en su festejo de media teja, desde mucho antes de iniciar el partido, Saprissa se decidió a vivir una noche de fiesta y eso no se apegaría únicamente a lo que pasaría en la cancha.
A los primeros cinco mil morados en ingresar los sorprendieron con un regalazo, una réplica de la entrada original de aquella mejenga ante los Cremas, un recuerdazo solo para fiebres que llega al corazón.
Los primeros 5000 Morados en ingresar hoy se están llevando esta belleza 🤩 pic.twitter.com/Ex8MhX2VCO
— Deportivo Saprissa 💜 (@SaprissaOficial) September 1, 2022
Esa fue apenas la primera sorpresa porque los fiebres se toparon con íconos y leyendas moradas como Erick Lonis, Ronald González y otras figuras de antaño para llevarse fotos y una firmita.
Cuando el morado se sentó en su lugar en la gradería se deleitó con el juego de pólvora y una manta gigantesca que presume uno de los credos del club. “Somos los más grandes”, mentalidad que nació desde don Ricardo.,
Los morados estaban en las nubes y eso que ni había comenzado el partido, pero la Cueva sonaba como en sus mejores días. El “aquí estoy, morado soy”, se podía escuchar a varias cuadras de San Juan Tibás, barrio que la Cueva hizo suyo. Ni siquiera el baldazo que caía a la hora del partido apagó los ánimos
Que siga la fiesta. Iniciada la mejenga, al Monstruo se le notaba esa hambre que todo no se fuera en puro cuadro previo, sino respaldarlo en la cancha.
En apenas 16 minutos se abrió el marcador con el gol de Javon East, luego de un pasesote de Mariano Torres por la banda izquierda que el caribeño anotó de seguido. La Cueva rugió en un éxtasis con el pepino.
A los 33, la “S” metió su segundo zarpazo, una jugada un poco hasta de casualidad. David Guzmán cobró un tiro de esquina desde el extremo izquierdo buscando a Kendall Waston en el primer palo.
La Torre no la pegó, la pecosa picó en el área y se metió al segundo palo. Gol olímpico de Guzmán según lo reportado por los árbitros, aunque en la transmisión de Futv se ve un leve roce de un defensor griego.
En la fiesta hubo espacio para la juventud, uno de los puntos que más impulsaba don Ricardo. Al 64, Álvaro Zamora pegó una bola en la media luna en las afueras del área que bañó al meta griego Héctor Lomeli
Al 76, Fabricio Alemán volvió a vacunar a un equipo que ya había castigado en la primera vuelta del grupo, esta vez anotó luego de bajar de pecho un rebote y definir de zurda ante la salida del arquero para sellar una noche mágica.
Si los 50 años que siguen serán igual de exitosos para la Cueva como los que han pasado, don Ricardo no puede sentir otra cosa más que orgullo por su equipo y ver que dejó sembrada una semilla en el corazón de millones de morados.