Antes y durante el Clausura 2019 los equipos tradicionales enfilaron sus baterías hacia el título nacional por la lengua, con diversas promesas para convencer a su afición que este sería el semestre de ellos, palabras que al final del torneo se fueron en puro humo.
“El año del centenario”, “el rey Paté” , “el Tigre anda suelto” eran los lemas que acompañarían al campeonato si alguno de los equipos grandes del país hubiese cumplido sus planes, pero al final todo se fundió en un humarascal peor que el que tiraba el volcán Arenal hace años.
Con el título en mano, fue San Carlos quien mostró que la venta de humo no era necesaria y como si hubiera tenido un ventilador gigante en sus manos sopló todo el humo que Alajuelense, Herediano y Saprissa lanzaron durante el campeonato.
Los Toros del Norte atendieron a los tres rivales, purificaron el aire al nivel del que respiran en su zona y demostraron que ellos no están para habladas, sino para hechos, lección aprendida este campeonato.
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Centenario disipado
El primer humo que disiparon los Toros era el que le llegaba de más cerca, desde la cabecera de la provincia de Alajuela y las ilusiones de un centenario en el que juraban “este año sí”, pero sus vecinos del norte les salieron con mascarillas y fumigaron el discurso.
Los Toros se apearon las dos veces que se toparon a la Liga, primero 1-0 en el Morera Soto y después 3-0 en el Carlos Ugalde, una derrota que dejó al León bastante golpeado para sus aspiraciones.
Apenas estaba terminando el 2018 cuando el presidente de Alajuelense, Fernando Ocampo, juraba que este torneo tenía que ser el de la Liga, porque ganar el campeonato en el momento que el equipo cumplía 100 años era la principal meta.
No había entrevista que diera el jerarca, o sus directivos, donde no se mencionara la famosa palabra.
“Desde hace dos años me oyen con el cuento de la Liga del centenario y nos preparamos para generar recursos para esa época. Es un torneo en el que creo debemos ir por el título y ganar todo lo que tengamos enfrente”, indicó Ocampo en aquel momento.
Al cierre del torneo, las promesas del centenario fueron de la misma clase que las de Benito Floro, puro humo.
El Tigre terminó asfixiado
Una vez que los Toros se libraron del humo manudo subieron un poco hasta que llegaron a Heredia, donde se encontraron uno mucho más espeso y que le caía mucho peor a más de uno, que, por cierto, rodeaba al trofeo de campeón nacional.
Desde un inicio del torneo, los rojiazuales mostraron que no comían cuento ni hablada y sacaron un empate del Rosabal en la fase regular y una victoria polémica en su campo, pero en las semifinales se debieron cuidar mucho más porque en ese momento “el Tigre andaba suelto”.
Cuando Jafet Soto tomó la dirección técnica del Herediano en lugar de Hernán Medford y tiró la famosa frase que determinó el campeonato florense.
“El tigre anda suelto y cuando el tigre anda suelto, ¡cuidado! Porque el tigre tiene una semejante espina en la pata. Cuidado con el tigre, porque sé que muchos estaban felices con la situación de Herediano, pero cuidado, porque el tigre volvió”, dijo Soto el 3 de marzo al vencer 2-1 a Grecia.
Ya en las semifinales, el tigre casi ahoga al toro en el Rosabal Cordero tras ganarle 2-0, pero finalmente el felino fue cazado en Ciudad Quesada, le faltó oxígeno y terminó ahogado con una goleada de 4-1.
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Coronas en el aire
Después de ahogar al Tigre, el Toro llegó hasta Tibás para la final y el encuentro con uno al que llamaban rey, pero uno al que aún le hacía falta un reino para gobernar y quería ganarlo a costillas de los combativos norteños.
“Ya no soy el jugador; ese que llamaban “Rey”. Ahora soy el entrenador Wálter Centeno, para la afición más grande de este país. Me van a ver en la línea dirigiendo con pasión y moviendo al equipo como debe ser, como tiene que jugar”, destacó el técnico morado el día de su presentación.
Después que Vladimir Quesada fue despedido del Saprissa en la fecha seis, Paté llegó prometiendo el cielo y la tierra a los morados, seguro con que sus castillos en el aire se mantendrían en pie, igual que su corona.
Cuando San Carlos se metió al reino de Centeno, todo la presión y gritos de la “Corte” del rey no fueron suficientes y el Toro se dio cuenta que no era más que una ilusión, puso los pies en la tierra y no le tuvo miedo al reto.
Al final la corona, el reino, la corte y la ilusión morada se fueron como humo, mientras que el fútbol nacional festejó con su legítimo rey. El que eligió el trabajo en lugar de las palabras.
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