En la vida se puede ser serio porque así lo hizo Dios, pero otra cosa es ser mal educado y eso fue lo que demostró Daniel Colindres, jugador del Saprissa, el martes por la noche, durante la premiación a lo mejor de la temporada 2017-2018 de la Unafut, en el auditorio del Museo de los Niños.
Colindres, escogido como el mejor jugador del Clausura 2018, llegó a la actividad con su inseparable cara de pocos amigos, cosa que se le respeta, pero lo que sí no estuvo bien fue que, cuando dos periodistas le pidieron unas declaraciones, a uno lo ignorara y ni siquiera le dijo que no quería o no podía hablar.
Mientras que al otro le contestó que ya había hablado en el banner que puso la Unafut para atender a los medios, que por cierto, no lo tenía ni a diez metros de distancia y devolverse y hablarle ahí, no le hubiera quitado ni cinco minutos.
Luego, cuando venía caminando por la alfombra roja, una fotógrafa le pidió que posara con su esposa María Fernanda Madrigal y el muchacho respiró profundo, en una clara señal de molestia y, aunque su señora sí sonrió y hasta buscó pose, el morado nunca puso cara de alegría y con costo volvió a ver a la cámara.
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Increíble un comportamiento así de un jugador que debería entender que atender a la prensa no es un favor que le hace a los periodistas, sino parte de su trabajo, ese que se supone disfrutan mucho, les permite darse una buena vida, ganar buena plata y hasta jugar un Mundial, como le pasará a Daniel en los próximos días.