Por primera vez en mucho tiempo no hubo debate en la portería del Real Madrid. No lo sufrió Thibaut Courtois frente al Sevilla y el debut de Alphonse Aréola contra Osasuna resultó notable.
Para cualquier portero, el trabajo defensivo del equipo es al final lo que casi siempre le lleva a la gloria o lo hunde en la miseria.
A la hora de analizar la labor de los dos porteros conviene recordar que al Madrid no le han tirado a puerta en los dos últimos partidos, algo que no ocurría desde hace ya casi diez años, en la temporada 09-10, cuando el Alcorcón en Copa y el Racing en Liga no le tiraron entre los tres palos en el Santiago Bernabéu.
La realidad es que el cuadro blanco ha levantado un muro desde la dura derrota que tuvo en París.
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Hasta la cita de Champions incluida, los blancos habían recibido nueve goles en cinco partidos: uno del Celta, uno del Valladolid, dos del Villarreal, otro par ante el Levante y otros tres del equipo de Thomas Tuchel.
En los dos últimos no los han vacunado, gracias a un equipo mucho más solidario y más compacto. Y con dos onces muy distintos.
Contra el Sevilla, los Eden Hazard, Gareth Bale o James Rodríguez se pusieron a ponerle bonito. El pasado miércoles ante Osasuna, Valverde en el medio y Militao en el centro de la zaga pusieron de su parte para dar con un Madrid muy sólido como destacó Jagoba Arrasate.
La prueba ahora es más complicada aún. Toca el derbi y además en el Wanda Metropolitano.
La clave para Zinedine Zidane está en que el equipo mantenga ese nivel de intensidad ante un rival que destaca también por su solidez como grupo.
“Creo que estamos mejor y vamos a intentar seguir en esta línea. Cuando no tenemos el balón todos estamos preocupados en recuperarlo y luego con el balón sabemos la calidad que tenemos”, apuntaba el entrenador, consciente que para ganar el derbi todo pasa con seguir esa receta, la misma que planteará Simeone.
A Zidane no le ha hecho falta variar el sistema y poblar el medio campo, sino que sus jugadores se comprometan para defender juntos.