Doña Ana Gabriela Solano pasó pegada este martes frente al televisor junto a sus dos hijos menores, Santiago y Gabriela con la ilusión de ver que el brete de su esposo y de su hijo mayor rindiera frutos y celebrar el título de la Liga de Ascenso con el Sporting FC.
Cuando los dos Randall Row, padre e hijo, llegaron a su casa, en Belén de Heredia, los esperaba un cartel con los colores del club josefino y la frase “Bienvenidos campeones”. Allí arrancó una íntima celebración familiar, pues no se puede hacer loco debido al coronavirus.
“Fue un momento de muchísima felicidad porque para ellos es más difícil y son los que están ahí siempre en las buenas y en las malas, los que se llevan muchos golpes. Era un momento que todos esperábamos con ansías, llegar y verles la cara de felicidad, es lo que más lo llena a uno”, contó Randall Jr.
Cuando terminó la mejenga el jugador, quien se desempeña como defensor, no se podía aguantar las ganas de ir a darle un abrazo a su tata y técnico, por el logro que consiguieron juntos, algo con lo que el joven soñó muchas veces.
“Fue en lo primero que pensé cuando terminó el partido (abrazarlo), sé cuánto ha sufrido, desde que soy un niño ando en esto con él, hemos llorado juntos cuando le ha ido mal, sé lo que le ha costado todo.
“Para mí es una sensación inexplicable, sabía que él merecía esto y también el equipo, lo único que quería era llegar, abrazarlo y darle las gracias por todo lo que ha hecho por mí”, explicó el muchacho.
El jugador, de 21 años, es muy consciente que a una persona en su posición la van a señalar y desconfiar de su capacidad, pues algunos dirán que juega por argolla o favoritismo del tata, pero en muchas ocasiones su papá más bien le exige más a sus compañeros.
Randall siempre tiene que demostrar que lo que ha conseguido es por méritos propios.
“Por ejemplo, a veces hacía algo mal en un entrenamiento y me hablaba muy fuerte, a mí es al que más le exige en el equipo porque de lo contrario no juego. Yo pasé dos torneos en los que solo jugué un partido en cada uno y fue complicado, estaba molesto porque sentía que podía jugar y no se me daba.
“A veces en la casa me acordaba que no jugaba y ni quería hablar con nadie. Todo ha sido todo un proceso, pero si no fuera por él, por todo lo que me ha ayudado, no estaría en donde estoy, aunque siempre he tenido que soportar comentarios que juego porque es mi papá, pero al final el trabajo es lo que me respalda”, dijo.
Curiosamente, quien lo llevó a Sporting no fue su tata, sino Marco Herrera, actual asistente de Wálter Centeno en el Saprissa y quien hace tres años dirigía el Alto Rendimiento del club josefino.
Marco habló con el muchacho y con su padre y se integró al proyecto. En su primer año en el cuadro juvenil del Sporting salieron campeones.
A primera
Otro sueño por cumplir de los Row será estar juntos en la primera división, el cual se cumplirá en el Apertura 2020 cuando Sporting tome el lugar de la U Universitarios, el cuadro descendido en la máxima categoría.
A Row Junior le tocará visitar estadios como el Ricardo Saprissa, en el que muchas veces salió a la cancha al lado de papá, cuando este era futbolista del Saprissa.
“Desde pequeñito estuve en muchos partidos y veía ese ambiente, es una experiencia muy linda, una anhela llegar a jugar partidos de ese calibre, son cosas que te quedan en la memoria para siempre.
“Recuerdo entrar de la mano con él en un clásico, ver aquellos rollos de papel que tiraba la Ultra, era una sensación diferente. Es muy lindo seguir los pasos de él y poder llegar a un equipo grande, a una selección, pero veremos qué me tiene el futuro”, dijo.
Paso a paso, Randall Jr. busca hacer su propio nombre y demostrar que hijo de tigre sale pintado.