Historias sobre fútbol, familia, religión, música, hechos que marcaron profundamente la vida, frases motivacionales, caprichos por un dibujo chiva o puros gustos de juventud, son algunos de los motivos que llevaron a futbolistas del campeonato nacional a tatuar sus cuerpos.
La curiosidad por rayarse la piel, indistintamente de la razón, los terminó metiendo en la fiebre de querer otro, otro y otro, hasta que se convirtieron en un lienzo multicolor que cuenta una vivencia muy personal.
Como si fuera un vicio común y corriente, ahora la mayoría siempre anda pensando y viendo que parte del cuerpo les queda libre para plasmar su próxima ocurrencia.
"Yo me hice mi primer tatuaje a los 17 años, mi idea era hacerme uno solo nada más, pero a los 18 me hice otro y después me terminó gustando y por eso me hice casi todo el brazo", comentó el delantero del Cartaginés Hernán Fener, quien ya va por los 24 tattoos.
Para el argentino, la afición creció de tal forma que ya la siente como un estilo de vida. Sus papás no estuvieron de acuerdo, pero con el tiempo terminaron aceptando.
"El primero que me hice fue un Jesucristo en el brazo, seguí ahí y ya tengo los brazos casi llenos, tengo además en las piernas, en el cuello y obviamente voy a seguir, ahora mi idea es tatuarme todo el pecho y la panza", destacó el atacante.
Desde que vive en Tiquicia, hace más de un año, ya se ha hecho cuatro más, en el salón de un amigo del utilero del conjunto blanquiazul.
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Varios de los diseños tienen significados especiales: en honor a sus padres, al club con el que debutó como profesional y sobre su pasión al fútbol.
"En la mano tengo un rosario con las iniciales de mi familia, que dice salud y felicidad. También tengo la fecha de nacimiento de mis padres, la fecha en la que debuté, el nombre del club que me vio nacer, a las islas Malvinas argentinas, que es una historia muy nuestra. Luego, en las piernas, las palabras fútbol en una y mi vida en la otra, lo que para mí representa este deporte", explicó el che.
Para tener esas obras de arte plasmadas en la piel ha tenido que aguantar dolor, Hernán confesó que el del cuello (un ave) no fue jugando y durante el proceso le pidió varias veces al tatuador que hicieran una pausa.
No se puede parar
Inició por uno y acabó con quince, esa es la historia con la tinta del defensor brasileño del Saprissa Henrique Moura, quien fue muy sincero y le recomendó a la gente que es mejor no rayarse, porque una vez que uno se embarca ya no quiere parar.
"Tengo once en el brazo derecho y cuatro en el izquierdo, el tema con los tatuajes es que se convierten en un vicio, porque siempre quieres más, siempre estás pensando algo nuevo. Quien tiene tatuajes sabe que uno nunca queda satisfecho, yo de consejo le digo a las personas que no se hagan el primero porque después viene el resto", comentó.
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El morado también se inspiró en sus padres, tiene pintadas las caras de ambos, esos diseños son sus favoritos.
"Procuro estar haciendo siempre lo que me gusta o como una forma de homenajes. Tengo la cara de mi papá y mi mamá, una cruz, porque soy católico. Tengo unas rosas, unos ojos, un reloj, uno siempre está pensando algo", destacó el zaguero,
Moura recién llegó al país para este torneo, por lo que todavía no ha ido a un estudio en Costa Rica, pero en cualquier momento se mandará fuerte con alguno.
Cinco y contando
El manudo Jonathan McDonald ya tiene cinco diseños, pero la cuenta va en aumento así que en la de menos le hace el pique a Fener y a Moura.
El atacante ha confiado su piel a Luis Diego Alvarado, un artista del tattoo quien es el encargado de conducir al Big Mac por los caminos de la tinta.
Para el erizo, un tatuaje debe tener un significado especial, por eso todos los suyos cuentan una historia.
"Todos mis tatuajes tienen significados, el primero fue porque había nacido mi hija, quise hacer uno con mi letra inicial, la de mi esposa e hija, pero luego me lo modifiqué. Tengo otro que es un muro con todas las iniciales de mi familia, es un muro un poco roto y golpeado, eso significa que a pesar de los golpes estamos de pie. Tengo dos frases y el último es una corona, que mi esposa y yo nos hicimos en el mismo lugar, hace como año y medio", explicó Jonathan.
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El atacante, de 29 años, explicó que decidió taparse su primer tatuaje (el de las iniciales de la esposa e hija) porque dejó de gustarle esa marca.
"El primero me lo hice hace diez años y de hecho ya no existe, me lo tapé porque al principio me gustaba, pero después no. De hecho yo creo que la mayoría que se hacen tatuajes, el primero es el más feo de todos y lo terminan modificando", comentó.
Las dos frases que tiene marcadas llegaron en momentos complicados de la carrera deportiva del delantero, por lo que se las inscribió para tomar fortaleza.
"La más popular que he dicho: 'muchos me conocen, pero pocos saben quien soy'. Y otra que dice: 'las estrellas no pueden brillar sin la oscuridad', ese me lo hice en momentos que no la estaba pasando bien en el aspecto familiar y futbolístico", destacó.
McDonald ha jalado a otros futbolistas para que lleguen al estudio de Alvarado, ubicado en Grecia, 75 metros sur del Allen Riggioni. Sus compañeros de Alajuelense, del Municipal Grecia, Pérez Zeledón y Herediano se han acercado para hacer cada vez más grande una moda que se expande como una gran pintura en el fútbol nacional.