Acosado por las críticas y a las puertas de una moción de censura (una votación que pretendía sacarlo del puesto), el presidente del Barcelona, Josep Maria Bartomeu, presentó este martes su renuncia, agrandando la crisis institucional en el club azulgrana.
Una decisión que desde hace rato la afición culé, casi de manera unánime, venía presionando.
Las notas de medios catalanes como Sport, Mundo Deportivo y RAC1 coincidían en que los miembros de la junta directiva, quienes también renunciaron, preferirían marcharse antes de la votación de la moción de censura contra ellos, que debía realizarse en los próximos días.
Pero el jerarca no se dio por menos en su renuncia y dijo que mejor jalaron para que la elección no se hiciera y que así los socios no tuvieran que aglomerarse, lo que podría ser un riesgo por la pandemia, especialmente por el aumento de casos en Cataluña.
“No podemos ni queremos ponernos en la coyuntura de tener que optar entre la protección de la salud y el ejercicio del voto, por eso tomamos la decisión de no convocar el voto y dimitir inmediatamente de nuestras funciones”, afirmó Bartomeu en rueda de prensa.
Tras la salida del presi y su directiva, una junta gestora se hará cargo del club. Esta deberá convocar elecciones en un plazo máximo de tres meses.
Apenas 24 horas después de asegurar que “no hay motivos para dimitir”, Bartomeu renunció al cargo, poniendo fin a a seis años de presidencia, a la que llegó sucediendo a Sandro Rosell, quien renunció bajo una investigación judicial por el traspaso ilícito de Neymar procedente del Santos en el verano de 2013.