Deportes

¿Por qué nos da pereza comenzar a hacer deporte?

Iniciar una rutina deportiva parece imposible para muchos

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(Cortesía)

Nadie pone en duda a estas alturas que hacer ejercicio es salud, tanto física como mental. Sin embargo, según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo del Dane, solo el 11,5 por ciento de la población colombiana practica diariamente alguna actividad física o va al gimnasio y una de cada cuatro personas realiza actividades físicas con el objetivo de sentirse mejor.

¿La razón? La mayoría de las personas en el mundo alegan que no disponen de tiempo, a lo que se suma en ocasiones la falta de motivación y la ausencia de interés. Sin embargo, hay estudios que muestran que el tiempo deja de ser un motivo si tenemos el apoyo de la familia y de los amigos, o si sencillamente nuestro médico insiste en que nos activemos físicamente. Es más, estas investigaciones revelan que las personas que practican deporte con regularidad organizan mejor el tiempo.

Especialistas en este campo indican que el problema de la gestión del tiempo no es tanto su escasez, sino nuestra tendencia a la procrastinación. Procrastinar es un verbo últimamente de moda que, según la RAE, significa ‘diferir, aplazar’. Tiene su origen en el adverbio latino cras (mañana, el día siguiente). Pues bien, resulta que casi la mitad de todos los estudiantes y alrededor de la quinta parte de los adultos se declaran procrastinadores severos y crónicos. Ignoran, probablemente, que posponer las tareas no solo puede llegar a ser contraproducente en el día a día profesional y personal, sino que además afecta la percepción que tenemos sobre nuestra calidad de vida. Procrastinar produce ansiedad, depresión, estrés e insomnio, trastornos cuya frecuencia aumenta también si no se practica ejercicio. Al final, es la pescadilla que se muerde la cola.

Lo normal es que asociemos la procrastinación con ser perezosos o incluso algo incompetentes. Pero la neurociencia nos dice que la procrastinación, en el fondo, se debe a una batalla interna biológica: la que libran nuestro sistema límbico y la corteza prefrontal, interconectados.

El sistema límbico incluye toda una serie de estructuras cerebrales relacionadas con la activación de las emociones. Es un sistema muy potente que, desde el punto de vista evolutivo, apareció en la escala filogenética antes que la corteza prefrontal.

En cuanto a esta región de la corteza cerebral, se encarga de generar comportamientos complejos tales como el razonamiento, la resolución de problemas y la cognición social. Por todo ello recibe el apodo de “centro de la personalidad” y se considera la estructura cerebral más evolucionada. Ante una situación o tarea que nos pueda parecer poco agradable, procrastinamos porque el sistema límbico le gana a la corteza cerebral. Elegimos sentirnos mejor en ese momento, preferimos la recompensa inmediata. Así pues, posponemos la tarea sin tener en cuenta que ese retraso pueda ser contraproducente y acabar generándonos malestar.

El ejercicio es particularmente susceptible a la procrastinación. Hay muchas personas que perciben la práctica deportiva como algo desagradable y aversivo. Detrás de esa aversión puede haber aburrimiento y frustración que, a su vez, son estupendos predictores de la procrastinación. Todo cuadra.

Además, hay estudios que indican que implicarse en una actividad física intensa tiende a llevarnos a un estado de activación poco agradable. Aunque muchos de nosotros experimentamos un mejor estado de ánimo después del ejercicio físico intenso, mientras lo practicamos no es tan agradable. La aversión inicial a ponerse en movimiento, y el estar tan a gusto en casita cuando nos planteamos la opción, nos puede llevar a la procrastinación.

Un estudio reciente que incluía a 621 personas (274 mujeres y 347 hombres) entre los 18 y los 83 años de edad y que practicaban algún tipo de actividad física ha demostrado que con la práctica deportiva percibimos que tenemos mayor calidad de vida y mejor salud física y mental, y que somos menos propensos a procrastinar.

En este trabajo se detectó que si se practica ejercicio al menos 150 minutos por semana, la percepción sobre la propia salud es mucho más positiva. El poeta inglés Edward Young dijo: “El tiempo perdido es la existencia; utilizado es la vida”. Vivamos, pues, y no nos limitemos a existir. Metas y tiempo

Especialistas en actividad física y deporte recomiendan iniciar poco a poco rutinas saludables, pero lo primero es tener claro que hacer ejercicio es una prioridad y, sobre todo, tener una meta clara. Una de las decisiones más importantes para mantener el foco en la decisión de hacer ejercicio es escoger el momento del día en el que va a entrenar.

Si lo planifica con antelación y lo anota en la agenda, ayudará a mentalizarlo y a invertir el tiempo para hacerlo. Lo mejor es elegir un momento del día que cuadre con sus horarios o en el que crea que se sienta mejor. Puede ser que se sienta más activo al comenzar el día o tomar un receso al mediodía o tal vez prefiera en la tarde al terminar la jornada laboral, lo importante es establecer un rutina y mantener los ritmos.

Cuando se decide esto último, lo más probable es que tenga la excusa del cansancio, después de haber pasado gran parte del día sentado o con poca actividad física. Sin embargo, según los expertos, lo mejor para eliminar ese cansancio mental es moverse.

El ejercicio le proporcionará energía y le dará claridad mental. Eso sí, hay que comer algo antes, al menos media hora antes iniciar cualquier rutina, algo liviano, como frutos secos o fruta. También es importante que el ejercicio que haga sea de su agrado, esa es una de las claves para mantenerse enfocado. Si el ejercicio que hace lo disfruta, ya no se sentirá como algo aburrido o que requiera mucho esfuerzo. En esta tarea eso le puede ayudar, es un aliciente que hace más ameno el ejercicio, puede cambiar su estado mental y hace más divertida las rutinas. Y como el manejo del tiempo es una de las razones por las que a veces no se hace ejercicio, ponerse metas realistas ayudarán a cumplir los objetivos.

Las metas muy ambiciosas lo único que hacen es que sienta que no pueda alcanzarlas. Elija metas que pueda cumplir, por ejemplo, entrenar 5 días de la semana durante 15 minutos, y respetar ese ritmo. Aquí es importante ser constante y por eso conviene tener un plan de ejercicio bien elaborado y eficaz. En esto es determinante la ayuda de un profesional del deporte o actividad física.

Para mentalizarse con el fin entrenar hay otras actitudes que le pueden ayudar, como preparar la ropa del ejercicio previamente o llevarla al trabajo en un morral. Por último, los expertos también aconsejan entrenar en compañía de un amigo o compañero de trabajo, es una forma que él o ella lo arrastren al gimnasio o a la actividad por realizar.

Una de las causas por las que muchos no adquieren el hábito de ejercitarse es la adicción a la recompensa inmediata (músculos más grandes, pérdida de peso). Hoy, cuando todo está a un clic, no es fácil entender que algunas tareas tomen más tiempo para lograr cambios. El ejercicio claramente sí tiene recompensa inmediata: liberar endorfinas, estado de ánimo, salud cardiovascular. Otras razones son, tal vez, elegir actividades que no disfrutamos y no tener una guía clara de cómo ejecutar un buen plan de ejercicios. Kelly Cardona, especialista en nutrición deportiva de la Asociación Internacional de Ciencias del Deporte (ISSA).

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