Un 29 de diciembre de 2013, hace seis años, Michael Schumacher sufrió un accidente de esquí que cambió su vida para siempre.
Su caída en Meribel, Francia, le provocó un fuerte traumatismo en la cabeza por el que fue operado en dos ocasiones. Permaneció en estado crítico, coma inducido durante meses y necesitó 254 días para dejar el hospital para ir a su casa en Lausana, Suiza. A partir de entonces, el silencio, ya que la familia Schumacher cerró las puertas para dirigir todas sus fuerzas hacia la recuperación del excampeón.
Durante 2019, no obstante, hubo novedades: ya que visitó en diversas ocasiones el Hospital George Pompidou de París, tal como publicó en verano el diario Le Parisien, desplazándose desde su vivienda para someterse a un tratamiento experimental con células madre que dirige el cirujano Philippe Menasché.
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Según el testimonio de una enfermera a ese mismo periódico, “está consciente”. Aunque sin comunicados oficiales en un lustro, el estado de salud de Schumacher, que cumplirá 51 años este viernes 3 de enero, permanece como el secreto mejor guardado. Fuera de su familia cercana, pocos lo han visitado. Uno de ellos, Jean Todt (presidente de la FIA) dijo este año observó con el expiloto alemán una carrera en televisión y agregó que: “está en casa, en las mejores manos”.
Mientras todo lo del expiloto permanece guardado, el clan Schumacher siempre está relacionado a la Fórmula 1 para acompañar Mick Schumacher, el hijo menor de Michael.
Sabine Kehm, mánager y jefa de prensa de Michael, se hizo cargo de la carrera del joven Mick, de 20 años, y su madre, Corinna, también suele acudir a los circuitos los fines de semana.
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