En la mente de don Felipe Padilla Rodríguez siempre estuvo la visión de armar un vocho a su gusto y con su sello personal.
Padilla, un electromecánico industrial que vive en Higuito de San Miguel de Desamparados, nunca desistió de ese sueño y gracias a eso le dio vida a Pocho.
Este fiebrazo de las naves antiguas se hizo de Volskwagen modelo 1972 y de inmediato empezó a bretear enel chuzo en el cual tardó 27 meses para dejarlo a su gusto. Para conseguirlo le dedicó un día a la semana para dejarlo como un ajito y poder sacarlo a la calle y ver su sueño hecho realidad.
Sus familiares y amigos estuvieron muy atentos del proceso, como su tío Carlos, quien le pasaba preguntando: “¿Cómo sigue el Pocho?, pero no era que había bautizado la nave como Pocho, sino que el señor confundía esa palabra con vocho, así que Padilla decidió dejarle ese nombre.
“Yo desde chiquitillo desarmaba los carros y ya grande me di cuenta que el vocho era como un lego, usted le podía quitar y lo podía armar por completo y me dije que quería hacer eso. Cuando me metí en esto no me imaginé que la bronca sería tan grande.
“Empecé a buscar vochos y encontré unos seis, pero todos se salían de mi presupuesto para lo que quería hacer, ya que estaba claro que quería desarmarlo todo, no solo chanearlo por fuera y ya. Conseguí este carro a un precio muy cómodo, en millón cien mil colones, así que era una buena base para iniciar”, comentó Padilla.
Padilla creó un álbum fotográfico de todo el proceso en el que fue documentando el avance desde cero y hasta los viajes que ya ha hecho con Pocho, como uno que hizo el año pasado a Limón. Esa es la memoria visual que le quedó de la breteada que se pegó.
“Yo sabía que el carro que compré había que meterle, pero no imaginé lo que encontré cuando empecé a desarmarlo. El piso y la puertas estaban podridas cuando lo fui pelando tenía capas de merula como de un centímetro de espesor y un motor con fisuras. Más sorpresas de la cuenta.
“En vez de desanimarme, eché pa’ lante, ya desarmado empecé a fijarme qué me servía y qué no. Yo lo tomé como un pasatiempo y fui poco a poco buscando las piezas. Empecé por el piso y me iba poniendo metas de sacar ciertas partes, no me apresuré y todo fue saliendo”, añadió.
Como curiosidad, al final terminó haciendo casi que dos carros en uno, pues el chasis de la nave lo terminó consiguiendo de otro vocho. Por fortuna, para este tipo de chuzos hay muchos repuestos y piezas por lo que todo lo pudo conseguir sin mucho problema.
Su esposa y sus hijos lo vacilaban de que pasaba más pendiente del carro que de ellos y hasta nos contó que su hija de 19 años, Estíbaliz, ya estaba medio celosa.
“Se puso celosísima y de hecho no tiene mucha afinidad con el carro, a mi hijo mayor siempre le han encantado los vochos, pero por estudio no se podía meter. Yo le digo a mi esposa que todo son experiencias y ahora podemos ir a pasear en Pocho”, dijo.
Don Felipe reconoció que dejará la nave como está porque no quiere tocarla ni hacerle nada más porque ya cumplió con todo lo que quería con un chuzo que espera que quede en su familia de por vida, porque no le pasa por la mente vender a Pocho después de todo lo que hizo para ponerlo a rodar.