Juan Gabriel Rodríguez, el masajista del Deportivo Saprissa, sumó una medalla más a su colección gracias al título 37 de los morados.
Sin embargo, su muestra no está completa. Al famoso Pingo le hace falta la medalla que obtuvo el Sapri en el 2004, cuando los morados se coronaron campeones de la Concacaf. Pero, ¿por qué no la tiene?
“Esa es la única medalla que me falta. Resulta que me casé sábado (con Lizbeth Alvarado) y el partido fue miércoles (final del 2004) y nosotros estábamos en la playa, de luna de miel.
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“El domingo pasado, luego de que ganamos la 37, saqué todas las medallas para verlas y agregar la nueva a la colección y pensé en esa que me hace falta y la he estado buscando para hacerme una réplica, me voy a mover para tenerla”, aseguró.
Para nadie es un secreto que, desde que llegó al cuadro morado, en 1997, Pingo ha sumado una cantidad de medallas impresionante, superando a las obtenidas por jugadores como Edgar Marín y recientemente por David Guzmán, quien llegó a celebrar su décimo título con la morada.
“En la actualidad tengo 22 medallas. De campeonatos son 17, cuatro de subcampeonato y la del Mundial de Clubes. Las medallas las tengo en un lugar especial en la casa, quiero hacer algo para que estén un poco más expuestas, pero están bien conservadas”, afirmó con orgullo el vecino de Belén.
Los más sacrificados
Rodríguez está contentísimo en el Sapri, por 25 años ha visto al club crecer y se ha rodeado de grandes jugadores, a los cuales le ha tomado cariño con el paso de los años.
Sin embargo, en ese hermoso camino quienes han sido los más sacrificados por su trabajo son su esposa y su hijo Santiago, que tiene 12 años.
”Es muy, muy bonito detrás de lo que pasa en el campeón, me siento feliz porque creo que mi trabajo es muy importante y eso viene acompañado de trasnochadas, de levantarse temprano, para que todo esté bien. A veces he dormido en el estadio, para no irme a la casa, es mucha la entrega.
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“Uno se pierde actividades de los hijos de la escuela y en mi caso, mi hijo ya casi sale de la escuela y ya casi tengo que pedir permiso para acompañarlo en su graduación. Sin embargo, siempre trato de hacer un equilibrio entre la familia y mi trabajo”, agregó Pingo, quien tiene 17 años de casado.
Santiago es un fiebre morado, al igual que su tata y tampoco escapó de heredar el apodo de su papá, pues a veces le dicen “Pinguillo”.
“Muchas veces buscamos la manera de que alguien lo lleve al estadio y cuando no puede ir sufre. Gracias a mi trabajo entra al camerino, anda en platea y el sábado, por ejemplo, estaba celebrando con Mariano Torres, bailando, celebrando.
“De hecho, después de un campeonato me pide la medalla para llevarla a la escuela, los compañeros quedan impresionados y hasta vacilan, porque diay, él les dije que nadie tiene la medalla que él les muestra”, recordó.
Verdes y maduras
Pingo ha vivido de todo a lo largo de estos 25 años con el club y para él, no hay un título mejor que otro, aunque dijo cuál campeonato le dolió que no ganara el Monstruo.
“Se sufrió mucho en los últimos torneos con (Wálter) Centeno y con (Mauricio) Wright, porque se clasificó prácticamente en las últimas jornadas y dependiendo de otros resultados, pero al final se logró. Todos los títulos los he disfrutado mucho, cada uno lo vivo intensamente.
“Me duele la forma en la que se perdió el título contra San Carlos, en el 2019, cuando Luis Marín era el entrenador de San Carlos. Recuerdo que hubo muchas cosas que afectaron el partido, fue un juego atropellado, hasta se inundó la cancha, hubo muchos distractores”, comentó.
22 medallas tiene Pingo en este momento.
Al consultarle por su mejor momento vivido en la “S”, Rodríguez ni titubea, para él lo más grandioso vivido en el camerino le ocurrió en el 2005.
“Nunca se me olvidará lo del Mundial de Clubes. Nunca se olvida y más allá de lo deportivo, el poder conocer figuras como Rafa Benítez, Fernando Morientes, Steven Gerrard. Con Morientes hubo una cosa muy curiosa, nos pidió que le trajéramos una camisa a Gabelo Conejo, porque fueron compañeros en el Albacete”, comentó.
Confidentes
Todos los días, Pingo comparte con los jugadores saprissistas, pues él se encarga, con el resto del cuerpo técnico, de que cada uno de los futbolistas estén puras tejas, antes y después de cada mejenga.
El masajista se lleva bien con los miembros del actual equipo y también comparte con algunos exjugadores, con quienes conversa regularmente y hasta le han dado camisas de sus antiguos clubes.
Pingo aseguró que en este momento tiene una colección de más de 100 camisas y hasta tiene chemas del archirrival, de Alajuelense.
Y si tiene muchas medallas y camisas, imagínese anécdotas.
Una de esas fue con Carlos Saucedo, exexjugador boliviano al que le hizo una vuelta una vez que se fueron a jugar a Pérez Zeledón.
“Saucedo es muy creyente y tenía una imagen de la Purísima Virgen de Cotoca, Patrona del Oriente boliviano enmarcada y se le quebró el vidrio al cuadro.
“Tuve que salir corriendo con algunos compañeros para ayudar a cambiarle el vidrio al marco, fuimos en taxi a lugares que ni conocíamos, duramos unos 50 minutos, pero lo logramos”, contó entre risas.
También habló de la buena relación que tiene con el argentino Andrés Imperiale y con el expreparador físico del equipo, Marcelo Tulbovitz.
“Recientemente conversé con Adolfo Machado (está en Panamá) y a Andrés le envié un video el sábado, luego del partido y él hizo un tuit muy bonito”.