No cabe duda que este Volkswagen modelo 65 es una replica perfecta de un Arlequín, por lo que cuando anda por la calle se roba la atención de cualquiera, les saca sonrisas y causa bastante sorpresa.
Cuando Limberth Hernández Rivera parquea su chuzo dentro del Hospital México, donde trabaja como asistente de registros médicos, es todo un pegue, ya que desde las ventanas del centro médico los pacientes se asoman para ver su llamativa nave.
En realidad no es común encontrarse un vehículo como este, pues según Hernández, por lo que ha investigado este es el único chuzo de su tipo en Tiquicia y probablemente hasta en Centroamérica.
La historia de este estilo tan colorido es supersingular porque del modelo original solo salieron 141 en el mundo por lo que es una nave sumamente codiciada y bastante cara, de ahí que muchos optaron por hacer réplicas.
Las réplicas como Payasito, como bautizaron al carro de este vecino de la urbanización Kurú en Guadalupe, son bastante buscadas, porque es exacto al vocho Arlequín original.
“Entre nosotros los vocheros decimos que el carro nos refleja a nosotros y de cierta manera eso se cumple, porque soy bastante extrovertido, loquillo como dicen, pero Payasito no nació solo por eso.
“El Arlequín fue una edición limitada que creó Volkswagen. Es muy exclusivo, tanto así que son supercotizados por los coleccionistas, hasta las réplicas, al punto que tomaban los códigos de la pintura y se replicaba en un mismo orden, porque no es cualquier color”, explicó.
Limberth rescató este carro cuando estaba muy malito y lo convirtió en una nave que ahora es supercotizada, al punto que ya tienen hasta proyectos especiales y presentaciones.
“Estuvo diez o ocho años botado, ahora cumple siete años de estar conmigo. Mi familia es de autos antiguos y es vochera. Payasito nació del típico sueño de un joven de 15 años que quería un carro, pero algo especial, yo siempre quise un vochito.
“Cuando encontré el carro estaba pintado así, de una manera muy loca, así lo había hecho el dueño anterior y yo quise seguir ese proyecto, para no matarlo y me metí en la historia”, comentó.
De hecho para que sea considerado como réplica los colores deben ir en el mismo tono y orden.
“El patrón de colores es el mismo del Arlequín 1996, la gente cree que yo lo pinté así porque quise, la gente pensará que soy un loco, me paran en la calle a preguntarme que por qué lo pinté así y uno tiene que empezar a explicarles la historia. En 1966 hubo otro Arlequín, pero ese era con diez colores”.
Casi se va
En una ocasión por una situación familiar, Limberth estuvo muy cerca de vender el carro, pero su mamá, Lindsey Rivera lo convenció de que no lo hiciera, evitando así lo que según él cometiera el error de su vida.
“Payasito refleja más que un auto, refleja una de las épocas más duras de mi familia, cuando mi mamá estuvo muy grave con quimioterapia, este carro está aquí por ella. Estando hospitalizada, ella me llamaba y me decía que no lo vendiera, pese a la situación que estábamos pasando.
“Me dijo que no lo vendiera por ella, me preguntaba por el carro, si ya conseguí este u otro repuesto, es el motor que ella y todos en la familia reflejan. Ahora jamás lo vendería, porque la familia no se vende, ni se toca”, dice con seguridad.
La fama de Payasito se ha extendido, la nave tiene su propia cuenta de Instagram llamada Payasito CR adonde anuncia actividades y los eventos a los que lo invitan tanto con Vochoclub de Costa Rica, como por su cuenta para llevarlo a todos los rincones de Tiquicia y seguir provocando sonrisas.