El parasurfista Roy Calderón cerró el 2021 por todo lo alto, al ganar la medalla de oro en el Mundial de Parasurfing que se llevó a cabo en California, Estados Unidos, el 12 de diciembre anterior.
Calderón, vecino de Carrillo de Guanacaste, surfea desde los doce años y participaba en algunas competencias, pero en el 2018 sufrió la pérdida de su ojo izquierdo, debido a una alta presión ocular que no fue tratada a tiempo.
En ese momento sintió miedo de volverse a lanzar al agua, pero gracias a su pasión por domar las olas logró convertirse en paratleta y así comenzó una interesante aventura que lo convirtió en el 2020 en medallista de plata en el Mundial de La Jolla, en California y este año se proclamó monarca de la categoría VI2, para competidores con visión parcial.
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Calderón, de 33 años, confesó que el 2021 estuvo muy complicado y espera que el próximo año pueda contar con patrocinadores que lo ayuden a participar en competencias fuera de Tiquicia para dejar en alto el nombre de Costa Rica.
“Mi mayor logro fue haber traído una medalla de oro para mi país, es muy importante para mí traer medallas como atleta nacional de parasurf, porque soy muy competitivo.
“Pese a que no había competencias por la pandemia estuvimos entrenado muy duro con el equipo de Surf Adaptado Costa Rica y con el conocimiento de ellos y gracias a los cursos de la Federación de Surf nos preparamos muy bien para el Mundial”, dijo Calderón.
Sin miedo al éxito
Roy contó cómo se involucró en el surf adaptado.
“Yo sigo las redes sociales de la Federación de Surf y ahí encontré la historia de Henry Martínez, un parasurfista ciego y me comenzó a llamar la atención el surf adaptado.
“Conversé con los representantes, analizaron mi caso y me dieron el visto bueno para competir. Así volví al mar, porque tenía miedo, comencé desde cero y poco a poco fui dominando la técnica para surfear”, añadió.
Roy combina el surf con su trabajo en el hotel Riu, que se ubica en playa Matapalo, en Carrillo. Allí trabaja en el minibar y, además, se dedica a pasar tiempo con su esposa Elien y su hija Tairin.
Por su horario de trabajo (entra a las 2 p.m. y sale a las 10 p.m.) aprovecha las mañanas para surfear trata de hacer cardio, skatesurf o ciclismo de montaña.
Este deportista afirmó que gracias a una beca del Icoder pudo entrenar durante este año.
“Por la pandemia fue un poco difícil salir adelante económicamente, pero gracias a la beca me podía movilizar a Playa Grande para entrenar.
“El entrenamiento este año fue muy duro, porque para entrenar tengo que pedir permisos sin goce de salario en el trabajo, pero lo que más quería era ir al Mundial y cantar el Himno Nacional con una medalla en el pecho y así lo logré”, recordó.
Durante el Mundial, su principal reto fue puntuar alto y para lograrlo, tuvo que cambiar su tabla para mejorar las maniobras.
“Tenía una tabla que la usaba antes de perder la visión del ojo izquierdo y una empresa llamada Remax que me regaló una tabla de marca All Merick que es apta para todo tipo de olas y por eso siento que me fue muy bien, porque la cambié tres meses antes de ir al Mundial y eso me hizo un mejor deportista.
“Quiero tener patrocinadores, ya que no cuento con ningún patrocinador y hay varias competencias internacionales en las que quiero participar. Me gustaría ir a Hawái, también hay un Mundial parecido al World Surf League (Liga Mundial de Surf), en donde participan Brisa Hennessy y Cali Muñoz, pero para las categorías de parasurfistas.
“Los parasurfistas tenemos apoyo del Icoder y de la Federación de Surf, sin embargo, la Asociación de Surf Adaptado de Costa Rica y sus atletas tenemos que pedir ayuda a organizaciones privadas y otras empresas para llevar al equipo completo a estos mundiales, porque la ayuda no es suficiente”, lamentó.