Como si hubiera visto el futuro y se curó en salud de manera anticipada, Luis Fernando Suárez leyó lo que sucedería en el Estadio Nacional, donde Panamá nos mandó a ubicarnos y darnos cuenta que nuestro presente futbolístico es bien pobre.
A Costa Rica no le alcanzó para meterse al Final Four, las semifinales de la Liga de Naciones. Los panas mandaron a ubicarse a Suárez, sus cabezonadas, su orgullo y sus caprichos con el triunfo 1-0.
Tiene razón el colombiano al decir que tenemos que ubicarnos; con su selección no podemos soñar ni ilusionarnos a ir más allá. Las promesas de un juego ofensivo, que ahogue al rival y se lleve la iniciativa se queda en eso, en promesas. Porque no se ha visto nada de nada. Con dos tiros a marco en todo el partido se muestra que se fue en hablada.
En un Estadio Nacional a un tercio de su capacidad, el ambiente estaba igual de frío en las gradas que en la cancha, ante un juego que le costó arrancar, la gente resfriada y de feria ve un primer tiempo en el que el rival tuvo más opciones. ¡Qué valientes ir!
Pocas veces se ha visto un juego de la Sele, de importancia, con algo en medio, jugándose una clasificación con las gradas de esta manera, pero los motivos están más que claros y los dijeron los propios seleccionados.
“Ustedes los medios están en contra de la administración de la Selección”, decía Francisco Calvo este lunes en conferencia de prensa, pero lo cierto es que los que llenan el estadio son los aficionados y ellos son los que este martes mandaron un mensaje claro.
Es curioso lo que se vive, porque en el campo hay algunos jugadores que destacan; por ejemplo, Joel Campbell siempre, Kendall Waston tiene a la gente en el bolsillo y, de los nuevos, algunos como Aarón Suárez, Juan Pablo Vargas, Suhander Zúñiga y Anthony Contreras. Está claro que en esta Selección lo que cae mal no son los futbolistas.
Lamentablemente, cuando hay una crisis de imagen tan severa, no hay resultados, no se quiere al entrenador, todos pagan y se van en la colada, porque no estamos hablando de la Selección de Luis Fernando Suárez o la de Rodolfo Villalobos, es la Selección de Costa Rica y a nivel internacional la imagen que se critica es esa, la del país.
Las tortas, las malas decisiones, los caprichos, las cabezonadas, el orgullo de no dar el brazo a torcer los ejecutan otros, e insistimos, las pagamos todos. Cuando hay éxitos pareciera que eso sí son de unos, apenas para sacar pecho en todo lado.
Muy poco. Pero qué difícil es sacar pecho con esta Selección; uno ve el primer tiempo y se queda con poco que destacar. Que en media hora no haya nada por destacar dice mucho, sino hubiera sido por el bombazo de Josimar Alcócer al 33, nos íbamos en blanco.
Fue un remate que acabó en un tapadón del meta canalero Orlando Mosquera, quien apenas la desvió.
Panamá estaba haciendo lo suyo, no necesitaba arriesgar nada, no era el obligado; con un empate se metía a las semis, bien parado atrás, jugando a la contra llevaba igual o más que los ticos.
Cuando empezó el segundo tiempo, a los 49, hubo una jugada que tal vez pudo cambiar las cosas. Fue una falta que parecía penal sobre Joel, pero el mexicano César Ramos no lo vio.
Cayó el tanto de los panas a los 77 minutos, una bola que José Fajardo cerro abajo del marco y convirtió el estuche en un grito a una sola voz: “Fuera Suárez”.
Ubiquémonos como Selección, dejemos de comprar humo, creer en promesas y estilos que no se ven en la cancha. Ubiquémonos, que la Tricolor está a cargo de gente que desde hace rato no hace más que fracasar.