¿Usted sabía que el partido de hoy es las 8:15 p. m?, ¿que las puertas del Eladio Rosabal Cordero abren a las 4:30 p. m?, ¿que la entrada más barata para ver la mejenga cuesta diez rojos?
Lo que sin duda sí sabía es que el famoso "palco de pie" del estuche herediano cuesta media teja.
El espacio atrás de las sillas de palco en el sector este del Rosabal terminó basureado en la previa de la mejenga ante el Monstruo. Ahí los florenses esperan que se llene igual que las butacas de los palcos, que son unos 190 asientos.
A pesar que desde que salieron los boletos a la venta el domingo pasado el palco de pie se robó la atención esta es una vieja tradición en las fases finales en el estadio rojiamarillo que nació en el 2009 en la final ante Liberia Mía.
"Es un espacio que la afición herediana llega a buscar porque lo conoce muy bien, no es la primera vez que se pone a la venta. En aquella famosa final ante Liberia el estadio se llenó y esa fue una de las soluciones", comentó Alejandro Oviedo, encargado de prensa del club.
El periodista explicó que la misma gente es la que presiona para que habiliten el espacio a la venta para ver el partido desde ahí en un lugar que consideran seguro y con muy buena visibilidad.
"La zona de palcos es pequeña y está en manos de socios, entonces normalmente lo que hacen los socios para traer su invitado es pedir el palco de pie y ahí se sienta el socio o el invitado, ellos deciden", agregó Oviedo.
Para los florenses es sorpresa que se haga tanta alharaca del tema cuando casi siempre están en finales desde el 2010. "Realmente es buena esta publicidad que se le está haciendo al lugar".
Los heredianos consideran que pagar los cincuenta rojos los vale porque estarán bajo techo y donde se ve mejor el partido. La Teja visitó el palco de pie y la vista está bien a nivel de cancha, pero por la zona de los banquillos se ven medio cortados.
Diferencias
Dentro de las mismas bromas y el mar de memes que han salido a raíz de la venta de esta localidad más de uno se ha tirado a comparar que con los mismos ¢50.000 se compra la entrada más cara en el estadio Ricardo Saprissa el domingo.
Se trata del club morado, un espacio limitado donde se tira la mejenga como si uno estuviera en un sport bar con la única diferencia que no se vende tapis. Al aficionado le dan alimentos y bebidas y cuenta con una mesa para poner las cosas, además de butacas tipo banco, servicio de atención personalizada y baños privados.
En la guerra de comparaciones entre ambos cuadros, los morados aprovecharon para sacar caja, pero al final no cuentan cuáles palcos están más bonitos, sino cuál equipo gane en la cancha.