Salvo los sancarleños, lógicamente, y algunos limonenses mordidos porque Cartago les ganó 2 a 0 en el Ebal Rodríguez, de Guápiles, gran cantidad de la afición, independientemente del color de su equipo preferido, fue impactada por la forma agónica en la que los de la Vieja Metrópoli quedaron eliminados de las semifinales, una vez más.
Los brumosos habían hecho la tarea, ganaron en su difícil visita; Guadalupe les estaba lanzando la tabla de salvación, pero en el último suspiro el toro Juan Vicente Solís logra el empate en el Colleya, todo se derrumbó en el corazón blanquiazul y los norteños resucitaron para defender su título.
Pero...¿realmente los brumosos hicieron la tarea? Definitivamente no, el mejor simil es compararlos con aquellos estudiantes que han llevado el curso lectivo a brincos y a saltos, y en el último examen se juegan el todo por el todo.
¿Qué le dirían, qué harían, los jugadores brumosos con un hijo para que no llegue obligado a la última prueba y pueda ganar el año?
Estoy seguro que ni siquiera le permitirían a su hijo llegar a ese angustioso momento, le habrían estado, a lo largo del curso, revisando las calificaciones, estarían hablando con los profesores en cómo mejorar el rendimiento, en resumen lo tendrían a mecate corto a lo largo del todo el año.
Ese es el examen que tiene que hacer cada jugador blanquiazul, ¿por qué hasta el último momento reaccionaron con coraje?, ¿por qué dejaron 15 puntos en el Fello Meza?. El profe Medford también tiene que autoevaluarse porque a punta de motivación se ganan partidos, pero no clasificaciones ni títulos.