Para enfatizar aquí estamos, otra vez, aportándole a Costa Rica. Esta es una de las muchas formas de ver la histórica medalla de plata lograda por el velocista paralímpico Sherman Guity, en los 100 m. planos en Tokio este lunes, vísperas del día de la cultura afrocostarricense celebrado este martes.
Pero la presea de Sherman va más allá, es una profunda lección de vida en una sociedad que gusta de lo fácil, de lo inmediato.
“Cuando me mostró la medalla, no lo podía creer. Es un triunfo para él, porque a pesar de los obstáculos ahí está, trabajando por sus sueños.
“No sé cómo explicar el poder de esa medalla. Representa la confianza que Sherman tiene en sí mismo, esa fortaleza que le ha permitido superar la adversidad. Estoy muy orgullosa de mi hijo”, dijo a La Teja doña Ana Guity.
Y el corazón de una madre no miente. Esa presea es poderosa, es el símbolo de la lucha, la superación, el coraje, el no abandonar los sueños ni en los momentos más difíciles.
La vida de Sherma dio un enorme giro el 25 de agosto del 2017, cuando sufrió un violento accidente en el que perdió parte de su pierna izquierda cuando regresaba a su casa luego de entrenar en el estadio Nacional. Sherman, entonces de 20 años, iba en moto por la General Cañas cuando fue golpeado por un bus y un camión.
“Les prometo que seré el mejor atleta paralímpico de Costa Rica, volveré a correr con una prótesis, también podré correr todos los eventos que pueda, pues tendré la oportunidad de seguir compitiendo”, dijo días después del accidente y no fueron palabras vacías. Las complementó con sangre, sudor y lágrimas. Cuatro años después se hicieron realidad.
“Mami, llore; mami, lo logré”.