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Después de la semejante decepción que se llevaron los fieles seguidores de Liga Deportiva Alajuelense, su directiva, encabezada por don Fernando Ocampo; el cuerpo técnico, la gerencia deportiva y el departamento de comunicación, deben aprovechar estos días para reflexionar profundamente en lo hecho y lo dejado de hacer en este año del centenario.
El caso del marco manudo es un serio talón de Aquiles en el que hay muchos responsables. El gerente Agustín Lleida debe hacer un mea culpa junto con Wardy Alfaro, entrenador de porteros, y el joven Adonis Pineda.
Les guste o no a los líderes de la institución rojinegra, la treinta se les escapó a minutos por el fatal bomberazo del inexperto Adonis Pineda, quien ya había entregado la fase anterior con dos gigantescos errores en el Rosabal Cordero.
Lleida, Wardy y el mismo Carevic pusieron todos los huevos en la misma canasta con Pineda, y todos se les quebraron en el peor momento. De Mauricio Vargas ni hablemos porque solo jugó un rato contra Limón.
Vargas dista mucho de ser un portero de confianza, y Pineda vivirá lleno de fantasmas. En esa área debe darse un severo socollón.
Y en el departamento de comunicación, una institución seria y centenaria no debe jugar de casita en un área tan sensible. Ya es hora de que entiendan que la transparencia es fundamental, debe ser un mandamiento, y en el caso de la abrupta salida de Henry Figueroa, y el montón de cuentazos detrás de ella para tapar la prueba doping que nunca se hizo, han irrespetado con su silencio y versiones ridículas a una leal y respetable afición.
Las instituciones se levantan sobre pilares fuertes, como son los valores, y cuando estos se resquebrajan todo se tambalea, aunque se tengan cien años.
