El otro día hablaba con mi amigo José Pablo Alfaro y llegamos a la conclusión de que Anthony Contreras vive una “depresión futbolística”.
El delantero del Herediano está como decimos popularmente “en la calle”, no le sale absolutamente nada bien desde hace varios meses.
Se cayó desde que falló el penal en la final contra Saprissa, que sí lo anotaba probablemente el Herediano ganaba la final y hasta Medford estaría aún en el banquillo florenses por haber ganado un título invicto.
Antes de eso ya venía mal, pero se disimulaba con su esfuerzo en la cancha y llamados a la Selección Nacional.
No obstante, el pésimo Mundial de él y de Costa Rica, sumado a que ninguna de las supuestas ofertas que tenía para jugar en el extranjero se concretaron, se terminó de destruir mental y deportivamente.
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El último gol que metió, por torneo local, fue en la semifinal ante el PFC en octubre y porque era un contragolpe sin portero.
Anthony lo que debe entender es que la vida es así, las cosas no siempre salen como las tenemos planeadas, no todo es sencillo y maravilloso.
Si la vida te da de golpes, te levantas, te sacudes y sigues adelante. Eso es lo que le falta interiorizar a Anthony.
En este torneo ha sido un fantasma y no es excusa el nivel del Herediano, ya que todos los otros delanteros del Team han anotado: Yendrick Ruiz, Kenneth Vargas, Arturo Campos y hasta Jesús Godínez, que me parece el refuerzo más malo del equipo de Jafet Soto.
Con el perdón de Anthony, no creo que haya llegado una oferta del $1 millón por él, pero sí creo que podía aspirar a un futuro mejor que el fútbol de Costa Rica.
Hay dos caminos Anthony, salir de la depresión y demostrar que puede ir a jugar afuera o seguir jugando así, ser uno más del montón y terminar en Guanacasteca o Guadalupe el otro torneo. Usted escoge.