Ya vamos para 10 meses en pandemia y algunos jugadores del fútbol tico no han entendido nada.
Basta con darle una pequeña revisada a las redes sociales para darse cuenta que muchos rompieron sus burbujas este fin de año.
Empecemos por mi equipo, para que no digan que soy poco objetivo.
Del Cartaginés, el “influencer” del equipo, Carlos Hernández, dio cátedra de todo lo que no hay que hacer en pandemia: se fue para la playa a recibir el 2021 con una burbuja gigante, en la que brillaban figuras como Allan Alemán, Javier Loaiza y un artista que la verdad desconozco si es comediante o cantante, y por supuesto, cada uno de ellos con su respectiva familia.
Del lado morado no se quedaron cortos. El fichaje saprissista de cada diciembre, Ariel Rodríguez, anda con burbuja ampliada desde que regresó al país y también recibió el año con una megaburbuja, en la que estaban incluidos Francisco Calvo, recién llegado de Estados Unidos, y Néstor Monge. Por supuesto, cada uno andaba con su familia, exponiendo así a más gente.
Si los manudos creían que los valores aprendidos en el flamante CAR los iban a salvar del papelón, pues no, porque con Fernán Faerron tuvieron un digno representante.
El joven defensor jaló para la playa desde el día siguiente que ganaron la 30 y en su burbuja entró hasta Ronald Matarrita, recién llegado de Nueva York.
De Heredia y del resto de equipos de primera no sigo a nadie en redes sociales, por lo que no tengo pruebas, pero tampoco me sorprendería si también rompieron burbujas.
El tema aquí no es jugar de policía ni ser más papista que el papa, pero de los futbolistas depende una gran industria que, además de los equipos, incluye a los medios de comunicación, bares, restaurantes y un montón de negocios que se mueven indirectamente alrededor del deporte rey.
Esperemos que este sábado, día que los equipos retomaron los entrenamientos, hicieran pruebas covid, porque sino los 90 minutos por la vida podrían ser un foco de contagio tremendo que, a la postre, podría significar el atraso del inicio del torneo venidero, el cual arranca en ocho días.
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Lástima que muchas de estas figuras, que deberían dar el ejemplo por lo seguidas que son, nunca entendieron la responsabilidad que tienen en sus manos y que, como siempre, creen que por ser futbolistas forman parte de una clase privilegiada que puede brincarse las reglas.
Que después no se quejen los clubes, jugadores y la UNAFUT cuando haya que parar el campeonato cada quince días por contagios.